Ángela Romero, temerosa de perder el dinero para comprar y
revender calzado, intentó bajar de la unidad como otros pasajeros, pero
en el tumulto soltó a su muchacho.
Ignacio Alzaga
México • Luego de 10 días de haber extraviado
durante el violento asalto en un autobús a su muchacho, su niño, como
amorosamente llama a su hijo de 37 años, la señora Ángela Romero Ugalde
volvió a romper en llanto.
Esta vez fue de alegría porque Arturo, quien padece discapacidad
sensorial y motriz, fue localizado en instalaciones del Metro después
del despliegue policiaco que ordenó el procurador general de Justicia
del Distrito Federal, Rodolfo Ríos Garza.
La angustia de doña Ángela comenzó la tarde del 16 de abril. “A ver
hijos de la chingada, esto ya valió madres”, gritaron los asaltantes que
abordaron el transporte público en calzada Las Armas.
Temerosa de perder el dinero para comprar y revender calzado en
Andrea, la mujer intentó descender como otros pasajeros del autobús.
Solo ella alcanzó a bajar, porque en el tumulto soltó a su muchacho
Arturo González Romo.
Los ladrones ordenaron al chofer del vehículo de la ruta “Izcalli
Chamapa-El Rosario” cerrar la puerta y reiniciar la marcha. Arturo y
otras personas quedaron atrapados en el autobús y desde entonces no se
supo nada de él.
A la señora Ángela no le robaron sus pertenencias, el dinero que
juntó para comprar zapatos y tenis, pero sí lo más valioso. Se sentía
culpable, estaba inconsolable. “Lo solté, lo solté… yo tengo la culpa,
Dios mío, esto es una muerte, una angustia, no se lo deseo a nadie, cómo
estará mi niño, Dios”, repetía sin dejar de llorar con manos
temblorosas.
Desde el 16 de abril inició un periplo por el municipio de Naucalpan,
Estado de México, donde le dieron una lista de lugares, le dijeron que
debería buscar por su propia cuenta a su niño. Lo más devastador fue
cuando le entregaron direcciones de varias morgues.
Las autoridades mexiquenses no movieron un dedo para encontrar a
Arturo, ella con su esposo, buscaron por todas partes y nada. El 24 de
abril acudió al Centro de Atención para Personas Extraviadas y Ausentes
(CAPEA) de la Procuraduría capitalina para solicitar auxilio, su caso
fue uno más hasta entonces.
Cuando el procurador Rodolfo Ríos se enteró de la situación, ordenó
el despliegue de personal de la institución para localizar al hijo de
Ángela.
La noche del jueves fue hallado en la estación Colegio Militar de la
Línea 2 del Metro. Terminaron 10 días de angustia para la mujer. Su
muchacho está bien.
Ángela Romero Ugalde y su niño acudieron a la Basílica de Guadalupe
para orar y “pedir a Dios” por tantas personas que sufren una situación
similar en México. Pese a la alegría, doña Ángela sufre todavía y no
deja de culparse.
(MILENIO/ Ignacio Alzaga/ 27 Abril 2013 - 3:59am)
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