AGENCIA REFORMA
Tal como lo hace en Afganistán y Colombia, considerados escenarios de alta violencia, el Comité Internacional de la Cruz
Roja (CICR) colabora con autoridades mexicanas para instaurar
protocolos de identificación de restos humanos y búsqueda de
desaparecidos.
Estimaciones "conservadoras" del CICR en 2010 refieren que entre 2 y 3
mil cadáveres no identificados se inhuman cada año en nuestro país en panteones municipales, fosas comunes o son entregados a facultades de Medicina.
Un porcentaje importante de dichos cadáveres corresponderían a personas
migrantes y a víctimas de la violencia derivada del crimen organizado.
En entrevista, Romaric Ferraro, asesor jurídico de la organización,
explicó que la intervención del CICR parte de una necesidad humanitaria
en un contexto donde no hay lineamientos gubernamentales ni consensos
para dar solución a tales problemáticas.
"A partir de 2009, 2010 la delegación empezó a documentar, a analizar
las consecuencias humanitarias que podía tener la violencia que se
estaba desarrollando en México, como es un organismo que trabaja en
terreno operacional cercano a donde acontecen los eventos, empezó a
utilizar la misma metodología que se utiliza en Afganistán, Colombia,
Congo, Israel, territorios ocupados palestinos, que es donde están las
operaciones más grandes.
"Nos dimos cuenta que había categorías particularmente afectadas como en cualquier
fenómeno de violencia organizada, los servicios médicos forenses de los
estados había necesidades muy grandes de apoyo sobre todo por el número
de cadáveres no identificados que se estaban acumulando", señaló.
Uno de los principales obstáculos para el reconocimiento de personas fallecidas, dijo, es que no existe registro puntual de las víctimas pues los cuerpos se desechan en poco tiempo y la inhumación es colectiva.
"Hoy se sigue utilizando las fosas comunes, obviamente cómo puedes identificar individualmente o por lo menos registrar
individualmente si usas fosas, lo vuelve muy difícil, lo vuelve un caso
de alta complejidad cuando tienes restos humanos mezclados".
El experto indicó que el panorama se dificulta por la complejidad
institucional; es decir, cada entidad a su juicio elabora metodología
forense, formatos y modalidades de investigación.
A ello se agrega la falta de homogeneización en la operación de los
servicios médicos forenses, algunos dependen de Procuradurías, otros de
tribunales y unos más de las Secretarías de salud.
Es importante destacar, agregó, la disparidad
en las capacidades estatales pues hay "súper laboratorios" sin gente
capacitada o viceversa, en ambos casos la expectativa de éxito es nula.
A partir de las deficiencias halladas, el CICR inició acercamientos con
el Gobierno federal y logró convenios para asesorar a la Procuraduría
General de la República (PGR) en la estandarización y ordenamiento de
las metodologías.
Un protocolo final sobre identificaron de personas fue ratificado por los ejecutivos locales en noviembre pasado.
El ADN no es la panacea'
La prueba de ADN no es la "panacea" para identificar a cuerpos desconocidos.
Romaric Ferraro, asesor jurídico del Comité Internacional de la Cruz Roja, aseguró que antes de utilizar tal método existen alternativas más económicas y que no requieren sistemas sofisticados o de personal con altas capacidades para procesar y ordenar la información.
Una de las metodologías es la identificación visual, factible cuando
los especialistas están ante cadáveres frescos, las cartas dentales o la
comparación de huellas digitales si se dan las condiciones del cuerpo
para aplicarlas.
Para el asesor jurídico el reto principal es tener un banco de datos sobre personas vivas y cadáveres de esta forma se podrían hacer comparaciones.
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