Una
designación que pasó casi inadvertida en México ha causado inquietud y
estupor entre los diplomáticos mexicanos de carrera: la de Gabriela
Rojas Jiménez como agregada de la Secretaría de Gobernación en la
embajada de Estados Unidos. La funcionaria es hija de Francisco Rojas,
director de la Comisión Federal de Electricidad, y es también esposa de
Carlos Pascual, el exembajador estadunidense que ahora se encarga
curiosamente de los asuntos energéticos de la cancillería de su país.
J. Jesús Esquivel/ Proceso
WASHINGTON
(Proceso).- En una decisión que podría desembocar en un conflicto
binacional de intereses, el gobierno de Enrique Peña Nieto nombró
agregada de la Secretaría de Gobernación en la embajada en Estados
Unidos a Gabriela Rojas Jiménez, esposa del exembajador estadunidense en
México Carlos Pascual.
Rojas Jiménez es hija de Francisco Rojas,
excoordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados y actual
director de la Comisión Federal de Electricidad, y asumió su puesto en
la sede diplomática la semana pasada, cuando Miguel Ángel Osorio Chong,
secretario de Gobernación, realizaba una visita oficial en Washington.
El
nombramiento de Rojas Jiménez preocupó a algunos diplomáticos mexicanos
de carrera, pues el esposo de la recién designada diplomática, el
exembajador estadunidense en México, es un funcionario activo del
Departamento de Estado.
Desde el 18 mayo de 2011 Pascual es el
enviado especial y coordinador internacional de Asuntos Energéticos del
Departamento de Estado, puesto que le asignó Hillary Clinton
–exsecretaria de Estado– un par de meses después de que dejara la
embajada en México.
“Puede ser una bomba de tiempo si se toma en
cuenta el puesto que ocupa el embajador Pascual en el Departamento de
Estado, ya que hay una determinación en el gobierno de México de sacar
adelante la reforma energética este año… Se puede filtrar información
confidencial al gobierno estadunidense”, comenta a Proceso un
diplomático mexicano desde la Ciudad de México vía telefónica y hablando
bajo la condición del anonimato por temor a represalias del gobierno de
Peña Nieto.
La ira de Calderón
El 19 de
marzo de 2011 en un comunicado de prensa Clinton anunció que Pascual,
tras un año y medio como embajador de Estados Unidos en México,
renunciaba al puesto. La entonces secretaria de Estado anotó que la
decisión de Pascual se sustentó en la intención de preservar una
estrecha relación entre los dos países y para “evitar desviar la
atención de asuntos importantes” por conflictos con el presidente Felipe
Calderón.
La disputa entre Calderón y Pascual comenzó por la
publicación del contenido de los cables diplomáticos “clasificados”
obtenidos y difundidos por el sitio en internet WikiLeaks, según los
cuales el embajador tenía al tanto a sus jefes en Washington del fracaso
de la lucha de Calderón contra el narcotráfico y el crimen organizado.
En
los despachos diplomáticos clasificados difundidos por el diario La
Jornada, Pascual notificaba al Departamento de Estado acerca de la
descoordinación que había en el gobierno de Calderón y del papel que
jugaban el Ejército y la Marina en el combate al crimen organizado.
El
22 de febrero de 2011, poco después de conocer el contenido de los
cables despachados a Washington por Pascual, Calderón –en entrevista con
el periódico El Universal– tildó de “ignorante” al entonces embajador
estadunidense.
Poco después, el 3 de marzo del mismo año, The
Washington Post publicó en su página de internet una entrevista con
Calderón en la cual el entonces mandatario mexicano declaró que le había
perdido la confianza a Pascual. Según esa nota del Washington Post,
Calderón personalmente había notificado a Obama su molestia con Pascual
durante la reunión que habían tenido ese mismo día en la Casa Blanca.
Oficialmente,
por lo menos en México, la salida de Pascual fue achacada a la
inconformidad de Calderón por el contenido de los cables diplomáticos
sobre su guerra contra el narco.
Sin embargo en la capital
mexicana varios columnistas propagaban que la renuncia diplomática
ocurrió por otros motivos. Las versiones periodísticas y los rumores
dentro del círculo político en el que se encontraba Calderón, sostenían
que la rabia de éste con Pascual se sustentaba en que el embajador
estadunidense tenía un romance con Rojas Jiménez.
Los rumores en
torno a esta relación especificaban que la molestia de Calderón se debía
a que Rojas Jiménez, además de ser hija de un priista “de hueso
colorado”, había sido esposa de Antonio Vivanco Casamadrid, su amigo
personal y exasesor, a quien incluso nombró director de la Comisión
Federal de Electricidad en reemplazo de Alfredo Elías Ayub.
Varios
diplomáticos mexicanos de carrera aseguran que por los términos de la
complejidad de la relación con Estados Unidos y sobre todo por el nuevo
enfoque que quiere darle a ésta el gobierno de Peña Nieto, es
inconcebible que Rojas Jiménez fuera nombrada agregada de Gobernación en
la embajada de México.
“No puede ser, es la esposa de un
embajador y alto funcionario del Departamento de Estado en activo”,
declara a Proceso otro diplomático mexicano que pide la reserva de su
nombre.
El jueves 18, durante la presentación de Osorio Chong en
el Centro Académico Woodrow Wilson para hablar del resultado de su
visita oficial de dos días a Washington, aunque con un perfil bajo Rojas
Jiménez hacía su primera aparición pública como representante de
Gobernación en la capital de Estados Unidos.
La esposa de Carlos
Pascual se encargará de la relación con las agencias de seguridad de
Estados Unidos –FBI, CIA y DEA–, del proceso y manejo de asuntos
altamente sensibles en materia de seguridad y también de otras funciones
políticas.
/ 2 de mayo de 2013)
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