Rosendo Zavala
Saltillo.-
Desesperado por los lamentos de la bebé que no lo dejaban dormir, Miguel se
paró de la cama y evocando a la desgracia giró su cuerpo para de un movimiento
azotarla contra el ropero, mientras Johana lo apoyaba zarandeándola con furia
hasta causarle los golpes que le llamarían la muerte irremediablemente.
Sin pensar en las
consecuencias de sus actos, los ex convictos habían asesinado a su propia hija
por una mala noche de sueño, que comenzó a tomar forma cuando la infante dejó
salir de sus entrañas la naturaleza de un ser que apenas comenzaba a vivir.
Así comenzaría la
tragedia de la familia que cargó con la losa de un crimen inimaginable que
llenó de consternación a una comunidad, cuya reacción fue la exigencia de
justicia que se daría en el instante mismo que la policía se enteró del suceso.
Noche de insomnio
Abatido por caminar
durante horas sin encontrar el trabajo que buscaba, “Michel” levantó la vista y
entristecido se percató de que había llegado a su casa, por lo que resignado
enfiló sus pasos hacia la puerta que se abrió para darle entrada a su gris
realidad.
Arrastrando su
desencanto hacia el único cuarto donde abrigaba sus frustraciones, el delincuente
de promesas fallidas se dirigió hacia su mujer para darle la única noticia que
siempre tenía en la boca… no había encontrado trabajo.
Con el alma
destrozada por no ver la luz de su suerte desde que había llegado a México,
Miguel optó por recostarse en la cama donde se olvidaría de los pesares
terrenales que padecía con frecuencia, y tras quitarse los zapatos decidió
viajar en los brazos de Morfeo para olvidarse del mundo.
Pero cuando más
relajado estaba sintiendo que su presente no existía, un murmullo infantil que
alebrestó a sus ovejas mentales lo despertó de golpe, era el llanto de su
pequeña Nicole que para entonces ya era arrullada por la mujer que le había
dado la vida.
Tras dialogar
durante algunos minutos con Johana, el jefe de la casa se volvió a quedar
dormido mientras la muerte rondaba la humilde vivienda de la colonia Lázaro
Cárdenas, sin que nadie advirtiera su sigilosa presencia.
Y es que aquella
noche de febrero, el viento soplaba con misterio revoloteando las ramas del
árbol que se mecía con furia, mientras adentro de la casa el infortunio
comenzaba a tomar forma entre las cobijas del aposento familiar.
Con el arribo de la
madrugada, el clan se sumió entre las sombras de la inédita oscuridad que
escondía tras de sí, mientras el ambiente se transformaba recogiendo los
efectos de la luna llena que se veía venir con más fuerza que nunca.
De esa manera
comenzó el principio del fin para un gremio familiar enmarcado por las
fracturas de la desintegración propiciada por los propios padres, que con sus
acciones delictivas se encargaron de anunciar un final estremecedor que se
daría en cuestión de tiempo.
Un presente sin
futuro
Los últimos meses
habían sido de verdadero infierno para la pareja que buscando un porvenir cruzó
la frontera coahuilense para establecerse en Eagle Pass, donde las ilusiones
revivieron de la nada entre las casonas de madera que avistaban la bonanza que
jamás llegó.
Y es que durante
mucho tiempo, “Michel” buscó infructuosamente salir adelante tocando las
puertas de los negocios locales, porque aunque no sabía hacer nada pretendía
aprender un oficio que le redituara los billetes verdes que siempre había
añorado.
Pero los días
corrieron y “el sueño americano” parecía extinguirse en la desesperación del
joven que devastado por su situación económica erró el camino de la decencia,
comenzando a ganarse la vida con acciones que de poco sirvieron a los planes
que tenía para él y su gente.
Fue entonces como la
policía local lo detuvo por robar y lo encerró en la prisión texana donde vio
diluir las esperanzas de acceder al bienestar que no le pudo dar a nadie,
porque lo mató de un golpe al convertirse en delincuente de la noche a la
mañana.
Así, lo que prometía
ser una racha de fortuna se convirtió en pesar para el hombre que se vio
traicionado por las circunstancias, provocando la ruptura de la familia que no
supo mantener unida ni con esbozos de decencia.
Esto porque mientras
Miguel Ángel pagaba con encierro su delito, Johana regresaba a México en busca
de alargar las ilusiones rotas por la maldad, optando por volver a sus orígenes
mientras encargaba a su pequeña Nicole en casa de los parientes que tenía en la
frontera estadounidense.
Días después, la
desorientada mujer buscaba el futuro sin encontrarlo, porque emulando los pasos
de su marido cometió los errores que la llevaron a quedar cautiva en el Cereso
local sin que nadie pudiera ayudarla.
Al paso del tiempo,
el destino conspiró en favor de los prisioneros que volvieron a reencontrarse y
con la libertad en sus manos pretendieron comenzar de nuevo, reuniendo a sus
hijos para arrancar una nueva historia…que se teñiría de tragedia y dolor.
Trágico amanecer
Mientras el viento
bufaba tras la pared que protegía a los Cruz del crudo invierno, Miguel se
revolcaba en su cama intentando conciliar el sueño perdido durante días, sabía
que un buen descanso lo llenaría de la fuerza que requería para seguir buscando
trabajo.
Sin embargo, aquel
receso obligado se rompió de tajo cuando el llanto de Nicole inundó el ambiente
de la reducida casa, que pareció desmoronarse ante tan fatídica acción de la
niña que a sus 2 años tramitó su existencia terrenal sin darse cuenta.
Enfurecido por lo
que pasaba entre penumbras, el desempleado se paró del colchón donde dormía y
sacando el rencor contenido tomó a su bebé para azotarla ferozmente contra el
guardarropa, generando el gemido de la infante que se prolongó tan solo para
capitalizar la escena donde acabarían con su vida.
Todo porque su
propia madre emuló las acciones del sujeto propinándole algunos golpes que
hicieron mella en su salud, dejándola dormida en el espacio de cobertores que
se convertiría en su lecho de muerte.
“No estaba enterada
de que mi marido golpeaba a mi hija porque yo todos los días trabajaba, y
cuando llegaba en la noche sólo le cambiaba el pañal para que se durmiera, por
eso no le alcanzaba a ver los golpes que traía en sus piernitas.
“Cuando llegaba a la
casa mi marido no se despegaba de la niña es por eso nunca me enteré de la
situación, (el día de los hechos) comencé a ver que le empezó a pegar en su
pancita y en la cabeza con los puños cerrados”, confesó Johana durante su
declaración preparatoria.
Al ver que su hija
se había relajado tras haberle dado la última paliza del día, los
desconsiderados padres se volvieron a dormir, aunque para entonces la
naturaleza empezaba a cobrarles la factura de la acción reclamando la presencia
de la bebé en el más allá.
Y es que el
aterrador silencio que flotaba sobre la vivienda despertó azorada a la mujer,
que extrañada viró la vista hacia donde su retoño descansaba, pero su intuición
maternal le hizo acercarse al cuerpo presagiando el peor de los escenarios.
“Ya por la madrugada
comencé a ver que la niña estaba respirando muy fuerte y rápidamente, pero mi
esposo no me quería llevar al hospital con la niña porque se iban a enterar
(los médicos) de que estaba golpeada”.
Alterada por la
contingencia, prendió la luz del cuarto y despertó a Miguel que sin adivinar la
situación se incorporó lentamente, preguntando lo que pasaba mientras se
frotaba los ojos para espantar la somnolencia que le impedía reaccionar por
completo.
Tras darse cuenta
que la muerte les rondaba muy de cerca, los golpeadores decidieron llevar a la
angelita hasta el centro de salud, presupuestando primero lo que pasaría si la
policía se enteraba del ataque.
Tétrico fin
Una vez en el
sanatorio, los agresores cayeron en contradicciones provocando la sospecha del
médico de guardia, que tras percatarse del deceso de Nicole llamó a las
autoridades para que tomaran conocimiento y comenzaran las averiguaciones en
torno al caso.
Instantes después,
un mar de voces acabaron con la tranquilidad de la clínica sacando a los
usuarios de su letargo, se trataba de los agentes ministeriales que habían
llegado para detener los presuntos asesinos antes de que pudieran reaccionar
con fuga.
Cuestionados durante
varios minutos, los presuntos dieron su versión de los hechos, pero la mentira
no surtió efecto, porque los guardianes policiales los detuvieron para
someterlos al proceso legal que ahora enfrentan por el delito de filicidio.
Durante uno de los
interrogatorios primarios a que fue sometido por el juez tercero de lo penal,
“Michel” aseguró no saber porqué su hija tenía las huellas de la muerte
tatuadas en el cuerpo, aunque aceptó que al saber la triste suerte de ésta
intentó escapar sin lograrlo.
“La quemada que
tiene la niña en su pierna se la hizo el lunes en forma accidental, cuando yo
estaba planchando mi ropa. Cuando me enteré que se había muerto decidí huir,
pero no pude, porque estoy pendiente en Eagle Pass por robo de vivienda”, dijo
convencido de sus palabras.
Meses después de
haber cometido el crimen familiar, los esposos fueron consignados a más de 30
años de prisión sin ningún tipo de beneficio, por lo que pasarán gran parte de
su vida tras las rejas aunque no es la primera vez que prueban el encierro
penitenciario.
(ZOCALO/ Revista Vision
Saltillo/ Rosendo Zavala/ 06/03/2013 - 01:36
PM)
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