Proceso/ Reportaje Especial
México, DF.- Como si
se tratase de una actividad formativa e inocente, la Comisión de Derechos
Humanos de Morelos difundió un boletín para dar a conocer la impartición de un
taller de “Meditación para la Paz” a soldados de la 24 Zona Militar.
El comunicado pasó
desapercibido en los medios de comunicación. Pocos periódicos y noticieros lo
incluyeron en sus contenidos del día siguiente. Sin embargo, no se trata de un
hecho inocuo: el taller de meditación fue impartido por Isha Judd, líder de una
peligrosa secta acusada de los delitos de reducción a la servidumbre, estafa,
ejercicio ilegal de la medicina e inducción al suicidio.
En el boletín de la
CDH Morelos fechado el 5 de febrero de este año se informa que 200 elementos de
la 24 Zona Militar participaron en el taller “Meditación para la Paz”,
presidido por la “Embajadora de la Paz” Isha Judd, en coordinación con la
Universidad Internacional y el jefe de la mencionada región castrense, Édgar
Villegas.
“Es algo sumamente
importante que las personas que estén expuestas a situaciones muy violentas o
en situaciones de alta presión tengan una capacidad de centrarse muy
profundamente”, (sic) les recomendó Isha a los soldados, de acuerdo con el
boletín.
¿Quién es Isha Judd?
De acuerdo con la biografía
que publica en su página de internet (http://www.isha.com) es una generosa alma
iluminada que “está considerada como una visionaria para el mundo moderno,
siendo invitada a hablar en foros internacionales, en empresas, en cárceles de
alto riesgo, con miembros de la política, del clero y del jet set
internacional”. Del lado opuesto, especialistas en sectas tienen evidencia de
que es una estafadora profesional que ha incurrido en delitos gravísimos.
El abogado Héctor
Walter Navarro, presidente de la Red de Apoyo para Víctimas de Sectas (con sede
en Puerto Rico) y perito judicial en sectas interpuso dos demandas contra Isha,
una en Argentina y otra en Uruguay, y está por presentar una en México, donde
la australiana administra un lujoso hotel llamado “La I”, en la bahía de
Manzanillo.
Navarro relata en
sus denuncias que Isha engancha a sus víctimas mediante conferencias públicas
gratuitas en las que explica el “Sistema Isha de Autosanación”. En estas
pláticas asegura que conoce la clave para remover el estrés del sistema
nervioso, sanar adicciones y todo tipo de enfermedades físicas y psicológicas,
aliviar pánico, insomnio y mejorar las relaciones personales. Posterior a este
primer encuentro, la llamada “Embajadora de la Paz” invita a los asistentes a asistir
a un seminario de fin de semana con un costo aproximado de 100 dólares.
“Los que pagan esos
primeros 100 dólares se encuentran al poco tiempo que no obtienen los
maravillosos resultados de sanación o ‘iluminación’ por lo cual los denunciados
(Isha y sus súbditos) les ofrecen participar en reuniones semanales gratuitas,
pero en las que se hace propaganda a la participación de otras actividades
mucho más caras”, describe el presidente de la Red de Apoyo para Víctimas de
Sectas en una denuncia judicial presentada ante la fiscalía porteña número 13
en Argentina.
Los cursos siguientes
constan de una “sanación de seis meses” en el hotel “La I” con un costo de 8
mil dólares y una “maestría” (sin los requisitos legales para ser nombrada como
tal) con un precio de 10 mil dólares y duración de dos años. Además, los
participantes deben pagar 800 dólares para el uso de cama, sábanas, plumón,
toalla y colcha. La comida “es vegetariana y de muy poca calidad”; “hago
constar que los denunciados nunca otorgan recibo de los montos que perciben”,
revela Navarro.
En el interior del
hotel, Isha comete abusos psicológicos y físicos, de acuerdo con la denuncia.
Con el pretexto de que sus seguidores alcancen la iluminación, los orilla a
ejercer duras jornadas laborales sin paga alguna para atender a los nuevos
clientes que se internan en sus centros. Incluso ha inducido al suicidio, como
ocurrió en diciembre de 2010 con una joven chilena, según consta en la
denuncia.
En el hotel de
Uruguay se llegan a hospedar hasta 250 personas, quienes son atendidas por los
estudiantes de “maestría”, quienes, a su vez, son separados de sus familias y
amigos, pues se les niega cualquier contacto con el exterior. “En caso de que
alguien se enferme mientras realiza ‘la maestría’ no debe recibir tratamiento
médico”, cita el documento. Estos delitos son de “carácter continuado y se
realizan en diferentes países, principalmente en Uruguay, Argentina, Chile y
México”.
Recibió Honoris Causa
Isha tiene una
presencia activa en México, no sólo con su hotel en Manzanillo; de acuerdo con
su sitio oficial, la australiana recibió el grado Honoris Causa por la
Universidad Internacional de Cuernavaca; a la par, ha “enseñado a más del 20%
de los internos del Reclusorio Varonil Oriente de la Ciudad de México, la
cárcel más grande de América Latina con una población de más de 11 mil 800 reclusos.
Los funcionarios del reclusorio informaron que como resultado, ‘los niveles de
agresión en la cárcel han bajado notablemente’”.
Como la mayoría de
las sectas de su tipo, la verdadera intención de Isha al ofrecer estos cursos
gratuitos a soldados y policías es promover su movimiento, me comenta en
entrevista el psicólogo español Miguel Perlado, presidente de la Asociación
Iberoamericana para la Investigación y el Abuso Psicológico:
“La actividad en
este tipo de centros va encaminada a dar una imagen benéfica del movimiento, a
tener la foto, de tal manera que logren aumentar su audiencia. Eso les da el
argumento para sostener que su actividad es humanitaria y desinteresada. De
rebote, eso aumenta la venta de artículos de propaganda, como libros, dvd y
cursos”.
Perlado advierte que
la secta de Isha tiene denuncias en su contra “en Argentina y Uruguay,
particularmente, por delitos patrimoniales, estafa, reducción a la servidumbre,
ejercicio ilegal de la medicina e inducción al suicidio. La dificultad de la
denuncia radica específicamente en la situación de confusión y trauma que
pueden vivir los exmiembros que los llevan a represalias emocionales y
espirituales”.
Isha ya logró
colarse en el Ejército Mexicano, la Comisión de Derechos Humanos de Morelos y
el Reclusorio Oriente.
En los boletines y
publicaciones oficiales se le pinta como una mujer generosa, un alma caritativa
que, mediante su luz, apacigua a sus semejantes. Lo grave es que estas
instituciones hayan omitido emprender una investigación mínima para ver quién
les imparte cursos a sus miembros.
Y más alarmante aún
que una líder sectaria se haya infiltrado en las filas de la institución que
actualmente está encargada de combatir a los cárteles de la droga, referida por
la clase gobernante como la más profesional del país.
(ZOCALO/ Proceso/16/02/2013 - 04:00 AM)
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