Luz del Carmen Sosa/ El Diario
No terminaba de
mudar los dientes de leche cuando los problemas en su hogar la obligaron a
buscar algo mejor. Los gritos en casa, los constantes regaños y hasta golpes,
la hartaron. Tenía 10 años cuando decidió que estaba mejor en la calle. A los
11 ya con problemas de alcoholismo, Dany se relacionó con un hombre de 21 años
que la llevó a la gloria en cuestión de segundos. Fue su primer “pase” de
cocaína.
Dany recuerda que su
familia intentó proceder legalmente contra su “esposo” y ella no accedió, se
aferró a él, peleó por él.
Con el paso de los
meses la relación se volvió un infierno. Ella tenía problemas muy serios porque
su alcoholismo y la adicción a la cocaína costaban un dinero que ella no tenía.
En uno de sus
momentos de lucidez, luego de recibir una severa golpiza de su “esposo”, Dany
decidió que ya no quería estar con ese hombre que la obligaba a prostituirse y
le quitaba el dinero que ganaba. Estaba a punto de dejarlo cuando descubrió que
estaba embarazada. Entonces ya no tuvo valor ni para dejarlo a él, ni para
dejar el alcohol, ni para dejar la droga.
A los 14 años era madre, adicta y prostituta.
Mi familia me
reportó como desaparecida y un día me encontraron. Los agentes me llevaron a la
Fiscalía General del Estado y de ahí me mandaron a un centro de rehabilitación
al que yo no quería ir”, dice Dany.
Fue en este lugar
donde descubrió a Dios y meses después, ya rehabilitada, se atreve a contar su
historia ante estudiantes de la escuela secundaria que no asimilan de inmediato
cómo una joven tan bella y agradable “llegó a caer tan bajo”.
Dany fue reportada
como desaparecida y, durante ese tiempo, vivió la más terrible pesadilla de la
que sobrevivió y ahora busca ayudar a otras menores para que no repitan su
historia.
Aún no termina su
rehabilitación pero cree que Dios la mantuvo con vida para llevar este mensaje.
Las personas que
arrastraron a Dany a esa vida de drogas y prostitución jamás fueron arrestadas.
La historia
Su cabello castaño y
brillante enmarca el rostro de Dany. Su sonrisa es amable, espontánea.
Está de pie frente a
un grupo y en unos momentos platicará con estudiantes de la Escuela Secundaria
Técnica 90 y charlará con ellos sobre el riesgo de las drogas.
Ella forma parte del
equipo de prevención del centro Reto a la Juventud que dirige Elena Porras
desde hace varios años.
“Tenemos que
prevenir”, dice la mujer que lleva más de 40 años salvando vidas de mujeres en
situación de alto riesgo. Más de mil han salido de las calles gracias al
trabajo que realizan en este centro ubicado en la colonia Tierra Nueva.
El director del
plantel coincide con Elena y sus colaboradores, por lo que abrió las puertas de
la escuela que atiende a mil estudiantes por la mañana y 960 en el turno
vespertino.
“Podemos hacer
grandes cambios cuando Dios está de nuestro lado”, afirma convencida Elena;
también lo está el grupo de voluntarios.
Las internas son las
más entusiastas en este programa de atención preventiva, por experiencia propia
saben lo terrible que es una adicción y quieren evitar que los niños consuman
drogas, por ello aprendieron pantomima y es como comparten su experiencia.
Los testimonios de
vida de niñas de 14 a 17 años generan más conciencia que el trabajo de
sicólogos o doctores, afirma Elena. Parece que es así.
Dany toma aire y con
firmeza recorre con la mirada los rostros adolescentes. En sus butacas las y
los estudiantes ríen cuando escuchan hablar del condón, del sexo, del Facebook.
“Yo crecí en una
familia disfuncional, mi madre trabajaba para mantenerme y yo crecí con rencor
y vacíos en mi corazón, a cada momento eran regaños, gritos, golpes, no tenía
sentido estar en mi casa y entonces empecé a buscar la puerta falsa. Tenía 10
años y era muy chica para andar en la calle, ahora tengo 17”, narra.
Recuerda que acababa
de cumplir 10 cuando empezó a relacionarse con personas mayores que ella. Esto
trajo como consecuencia mayores problemas en casa. El respeto se perdió y ella
llegó a golpear a su madre, sus calificaciones bajaron y entonces empezó a
faltar a su casa.
“Cuando cumplí 11
conocí a un hombre que tenía 21 años, me junté con él a pesar de que apenas
estaba mudando mis dientes de leche”, dice y eso causa la risa de algunas
niñas.
“No es un juego, fue
una realidad, porque a pesar de que pudieron proceder contra él yo no quise. Él
me dio a probar la cocaína, yo para entonces ya era alcohólica, en una ocasión
estuve 20 días internada para desintoxicarme y no pude, seguí, seguí, con él
llegaron los golpes y estaba decidida a dejarlo pero entonces descubrí que
estaba embarazada y no lo pude dejar”, dice frente a los estudiantes.
Ella pensó que el
embarazo sería bueno para autocontrolarse, pero eso no pasa con las adictas,
reconoce.
“Ni un hijo, ni mis
padres, nada me detuvo. Yo abandoné a mi hija, que nació sana a pesar de todo,
y empecé a prostituirme para comprar más droga… trabajé 3 años como
prostituta”, dice.
A pesar de que era
casi una niña había hombres que le pagaban buen dinero para someterla
sexualmente.
El sexo y las drogas
iban de la mano y ella nunca tuvo problemas con la autoridad. Nadie parecía
saber que había niñas sometidas por adicción a una actividad sexual por la que
pagaban grandes cantidades de dinero hombres pudientes.
“A los 14 años llegó
un punto en que no podía con las drogas, yo me decía ‘qué estoy haciendo de mi
vida’. Ya tenía 15 años y me decía ‘soy la peor’, lo cierto es que he creído
eso de mí misma desde que tengo memoria; fue entonces que mi mamá me reportó
como desaparecida porque ella pensó que ya estaba muerta y quería que al menos
le entregaran mi cuerpo”, dice mientras toma un poco de aire para evitar las
lágrimas.
Tras la pausa,
Dany narra que ella y “sus amigas”
rentaban una casa por la colonia Aztecas donde vendían droga y se prostituían.
Tenían muchos clientes y les iba muy bien económicamente.
Para entonces su
rostro estaba en una pesquisa que fue colocada en varios puntos de la ciudad
y fue localizada por agentes
ministeriales cuando salió de esa casa una tarde. Luego la trasladaron a la
unidad de investigación de personas reportadas como desaparecidas o ausentes,
de la Fiscalía General del Estado.
Ahí fueron reunidas
madre e hija y a la menor la canalizaron a Reto a la Juventud.
La menor se enteró
de que un grupo armado entró a la casa y mató a varias mujeres que se
prostituían y entonces comprendió que otra vez Dios había salvado su vida.
“Cinco horas antes y
me hubieran matado a mí, porque yo estaba en esa casa”, asegura.
Dany tenía miedo al
proceso de desintoxicación y a pesar del dolor físico por la ausencia de
drogas, logró dejarlas.
“En Reto empecé a
conocer lo bueno, ahí conocí a Dios y era todo lo que yo andaba buscando.
Recuerdo ese sentimiento y como mi corazón se llenó de él, por eso estoy aquí,
yo vine a decirles a ustedes lo que es andar en la calle, probar la droga y no
es cierto que te hagan sentir bien, esas son mentiras, las drogas te destruyen
la vida. Yo doy gracias a Dios porque estoy aquí con ustedes, porque otras no
han vivido para contarlo”, termina.
Los alumnos están en
absoluto silencio. Dany da las gracias y se retira a limpiar a solas las
lágrimas de su rostro, ya no escucha los aplausos que le brindan en
reconocimiento a su valor.
(El Diario /Luz del Carmen Sosa/ 2013-02-16 | 23:40)
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