Redacción
Saltillo, Coah.- Es
posible imaginar una situación como la que describo a continuación: un joven,
digamos que se llama Felipe, de 14 años. Vive en una de las tantas colonias en
la periferia de la ciudad. Cursa segundo de secundaria y aprovecha la ausencia de
sus padres para no asistir a clase con regularidad.
Esos días, Felipe
sale a caminar por las calles. Se encuentra con otros amigos que han desertado
de la escuela o van de vez en cuando. Algunos de ellos ya conducen y tienen
acceso a algún vehículo.
Un buen día para
Felipe sería encontrarse con sus cuates, sacar una pelota de futbol y jugar un
rato en la calle, ir a casa, mirar la televisión y esperar a que lleguen sus
familiares.
Un día, Felipe se
encuentra con esos amigos que tienen carro, que son más grandes que él y lo
invitan a dar el “rol”; Felipe se sube, lo llevan algún terreno aislado. Le
ofrecen drogas en diversas formas, pastillas, polvos, yerba. Astutamente le
incitan a probar y lo enganchan en la adicción. Esperan. Felipe quiere otro poco
de aquello; ya está enganchado. La siguiente vez que pide se lo dan a cambio de
algún servicio.
Felipe ya no va a la
escuela, a veces no llega a dormir a su casa pero ayuda económicamente a la
familia. Un día ya no llega ni manda dinero, sus familiares no saben de él.
Los delincuentes
corrompen, reclutan y adiestran menores para hacerlos “halcones”. Los utilizan
para distribuir droga, transporte de armas, cuidar a las víctimas de secuestro;
en labores de mutilación de cautivos, como golpeadores, como ayudantes en el
momento en que se lleva a cabo el secuestro o el cobro de rescate.
CARNE DE CAÑÓN
En la primera
oportunidad son utilizados como “carne de cañón”: los ponen frente a tiroteos y
son los primeros que caen durante los enfrentamientos.
Desgraciadamente los
jóvenes perecen al desafiar a las fuerzas de seguridad del estado.
Apenas habían dejado
la niñez, creyeron en las proposiciones de capos e intercambiaron su balón de
futbol por una R15. Un sicario los puso a la cabeza del enfrentamiento. Cayeron
abatidos. Las familias se preguntarán qué rayos pasó, pues seguramente,
anhelaban un futuro muy diferente para ellos, la sociedad espera que esto
termine de una vez y la autoridad se allana en la impotencia ante el hecho.
La extracción de
menores para ser parte del crimen organizado, opera de tres maneras
principales: por enganche a la droga, persuasión o plagio.
Los convencen bajo
el pretexto de que las leyes son benévolas con los menores y, de ser
capturados, los reclutan en un centro juvenil.
Los convencen, pues
les prometen una vida emocionante, que les dará poder, libertad, dinero, lujos,
amigos, fama y esto le es atractivo a cualquiera. Los persuaden porque
sobrevivir inmersos en la violencia se ha vuelto algo natural en las personas o
bromear sobre asuntos del narco. Lo ven como un negocio pero, principalmente,
porque son niños formando su identidad: son vulnerables.
Los modelos que ven
en las telenovelas son de hombres triunfadores que poseen dinero, casas,
carros, mujeres hermosas y, de no ser así, no son nadie.
Otra manera de
reclutarlos es por medio del plagio. Con abuso psicológico los aterrorizan,
amenazan y extorsionan de hacer daño a sus familiares si no obedecen las
órdenes. En esta modalidad plagian a las menores de edad: las requieren con
fines sexuales, pero también para que limpien y cocinen.
ACECHA A LOS MÁS VULNERABLES
Mientras el Estado
afronta los desafíos en contra de la seguridad pública, la comunidad debe estar
alerta ante esos peligros que acechan a los más vulnerables y valiosos de sus
miembros.
Agotemos las
energías para que los niños y jóvenes no dejen de estudiar. Demandemos al
Estado lo que le corresponde proporcionar en materia de educación: becas,
propuestas culturales, estímulos sociales y eventos deportivos. Estemos
informados sobre los programas estatales disponibles y diseñados para colaborar
con la comunidad en asuntos familiares y económicos.
Los grupos
delincuenciales buscan a jóvenes que por falta de oportunidades, por razones
económicas o problemas familiares han dejado de estudiar. Denunciar
anónimamente (de ser necesario) hechos sospechosos es obligación de todos.
ADOLESCENTES EN CONFLICTO CON LA LEY
De acuerdo con
cifras oficiales, en el presente año se ha registrado un incremento de muertes
de adolescentes, cuyas edades fluctúan entre 12 y 18 años, derivadas de hechos
violentos por actividades de la delincuencia organizada en nuestro estado.
En el año 2011 se
tiene registro de 50 muertes del sexo masculino; en 2012, 115, sin especificar
sexo, y a la fecha han ocurrido tres decesos, esto no significa que todos hayan
participado y/o estén vinculados con la delincuencia organizada, ya que las
fuentes oficiales lo tienen clasificado como muertes por homicidios dolosos.
Las organizaciones
delictivas han incrementado el reclutamiento de adolescentes porque han
encontrado en ellos la facilidad de convencimiento, aunado a que en la
legislación existen lagunas que facilitan el no procesamiento de estos
adolescentes.
En 2006, el mayor
índice de ingresos a los centros de internación, diagnóstico y tratamiento de
adolescentes era por la comisión de la conducta tipificada como robo agravado
en sus diversas modalidades; sin embargo, en la actualidad se ve reflejada una
paridad entre el robo y delitos relacionados con la delincuencia organizada.
El Estado de
seguridad sufre con estas pérdidas al enterarse que fueron unos adolescentes
quienes murieron.
Los reclutas están
al acecho para reponer al sicario caído con uno nuevo y cada vez los escogen
más jóvenes. Las calles se tiñen de sangre nueva.
(ZOCALO/Redacción/02/02/2013 - 04:00 AM)
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