La mañana del pasado miércoles 21 la
experredista y actual vicecoordinadora de Política Social del equipo de
transición del mandatario electo –ataviada de traje sastre color morado y
medias negras–, llegó segura de sí misma, confiada, al Hotel University
Club, en Paseo de la Reforma, lugar del encuentro con integrantes de la
Red de Mujeres en Plural.
Era una reunión de mero trámite con
unas 30 académicas, politólogas y exfuncionarias, entre ellas Cecilia
Soto, Adriana Ortiz Ortega y Clara Scherer. La única legisladora
presente fue la senadora por el PRI Lucero Saldaña, quien además de
llegar tarde, no permaneció más de 15 minutos en el encuentro.
Rosario
Robles las había convocado para hablar de las “bondades” de la política
de igualdad de género del exgobernador del Estado de México, uno de las
entidades con mayor número de femenicidios en el país.
Sin
embargo, ya flotaba en el ambiente la preocupación de las feministas por
la iniciativa de reforma del priista que hasta ese momento preveía la
integración del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) a la
Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), propuesta que, a decir de las
invitadas, pondría en riesgo la autonomía y capacidad de gestión del
órgano rector de las políticas de género del Estado mexicano.
Tan
segura estaba Robles de que ese punto no se tocaría en el encuentro que
momentos antes de ingresar al salón Lucerna, la exjefa de Gobierno del
Distrito Federal comentó que el asunto se abordaría “brevemente” para
“aclarar la confusión” de sus “amigas” activistas.
Pero al iniciar
la reunión después de las 11:00 horas, la marea comenzó a subir. El
único tema de interés para las presentes era la pretensión de Peña Nieto
de anexar el Inmujeres a la Sedesol. Lo que se tocaría “brevemente” fue
el punto de discusión de todo el encuentro que concluyó a las 13:00
horas.
Otra experredista, Patricia Olamendi, integrante del
Consejo de Derechos Humanos de la ONU y exsubsecretaria de Relaciones
Exteriores en el gobierno de Vicente Fox, fue la encargada por parte del
equipo de Peña Nieto de dar la bienvenida a las integrantes de la Red
de Mujeres en Plural.
Sentada al lado de Robles, la abogada
experta en temas de violencia de género dio lectura a algunos artículos
de la iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración
Pública Federal, y comentó que las facultades del Inmujeres no se
trastocarían. Robles asentía en señal de respaldo a las afirmaciones de
su compañera.
De apellido Guerra, otra Rosario, la excandidata del Partido Nueva Alianza a la jefatura de Gobierno del DF, interrumpió en más de una ocasión la lectura de Olamendi en señal de rechazo a la “sectorización” del Inmujeres.
Visiblemente molesta, la
exfuncionaria durante el gobierno de Vicente Fox le pedía a Rosario
Guerra que guardara silencio y que le permitiera continuar con su
lectura. Los murmullos en el salón Lucerna no se hicieron esperar y
entre los cuchicheos se oía la inconformidad de las mujeres por la
propuesta del priista.
Sentada al centro de la mesa principal, y
al lado del vocero del equipo de transición, Eduardo Sánchez, Rosario
Robles inició su mensaje con la certeza de que el Inmujeres “de ninguna
manera se convertiría en apéndice de Sedesol”.
La exdirigente
nacional del PRD defendió la propuesta del presidente electo y negó que
él considere a las mujeres como un “grupo vulnerable”, ante las críticas
de las feministas de que la exposición de motivos de la iniciativa de
reforma así cataloga a más de la mitad de la población mexicana.
En
aparente calma, Rosario atajó los reclamos de las presentes con el
argumento de que la redacción del proyecto legal fue “la que generó
confusión”, y calificó el hecho como un “error” que puede corregirse.
Hubo
un momento en el que la excandidata presidencial en 1994, Cecilia Soto,
preguntó si podía tuitear lo que ocurría en la reunión, lo que
desbalanceó a Robles y le respondió que no lo hiciera ya que se trataba
de una reunión privada.
Luego vinieron las intervenciones de las
activistas. La primera en hablar –ahora sí ante el micrófono– fue su
tocaya Rosario Guerra, quien subrayó la necesidad de fortalecer al
Inmujeres como una secretaría de Estado, en vez de debilitarlo al
hacerlo dependiente de quien encabece la Sedesol.
Janette Góngora,
académica de la UAM, calificó la iniciativa de Peña Nieto como una
“vergüenza” por su “pobre redacción”. Y criticó que actualmente los
recursos que recibe el instituto no se traduzcan en beneficios para las
mexicanas, pues buena parte del presupuesto se utiliza para capacitar a
funcionarios.
La ola fue creciendo: Las exdirectoras de los
institutos de las Mujeres de Oaxaca y Veracruz, Norma Reyes y Martha
Mendoza, respectivamente, lamentaron las deficiencias de los organismos
que presidieron y llamaron a reformular sus estructuras para fortalecer
sus facultades.
Giro de tuerca
En medio de un mar de
críticas, atenta y serena, Rosario Robles tomaba nota de todos y cada
uno de los señalamientos. En su intervención final, la experredista se
comprometió a construir “entre todas” una propuesta para mejorar al
Inmujeres, y la cual será entregada al próximo presidente de México.
También dijo que se modificaría la “confusa” redacción de la exposición de motivos por una “moderna e incluyente”.
De
pronto, como de la nada, Robles lanzó una noticia inesperada: los
artículos sobre la sectorización del Inmujeres “se encorchetarían” –es
decir se reservaría su discusión legislativa– de la iniciativa de
reforma que en ese momento se discutía en la Cámara de Diputados, en
tanto se define una nueva propuesta sobre las facultades del instituto.
Según
explicó la exjefa de Gobierno del DF, la decisión se la había informado
el coordinador del equipo de transición peñista, Luis Videgaray.
La
molestia de las integrantes de la Red de Mujeres en Plural se convirtió
en gozo y, festivas, aplaudieron las palabras de Robles, se acercaron a
ella y la abrazaron.
Por la noche, Robles confirmó que por
indicaciones de Peña Nieto el tema de la sectorización del Inmujeres
quedaba fuera de la discusión de la iniciativa de reforma. Tras la
devastación volvió la calma.
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