Dentro de las estancias de la seguridad pública, el sexenio que llega a su fin resultó pródigo en “escándalos de ineficacia, enriquecimiento inexplicable y corrupción”, en particular la asociada al crimen organizado. La reportera Anabel Hernández, colaboradora de Proceso, investigó y documentó algunos de los casos más significativos de la podredumbre política en dicho ámbito y los reunió en el libro México en llamas. El legado de Calderón (Grijalbo), de inminente aparición y que se presentará el sábado 1 en la FIL de Guadalajara. Reproducimos aquí fragmentos del capítulo 6: “Los mercenarios”, donde la autora revela los presuntos intentos de Genaro García Luna, aún secretario federal de Seguridad Pública, por sobrevivir políticamente con impunidad.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Desde finales del 2011, la
lujosa residencia marcada con el número 1 de la calle Olmos, en el
Condominio del Bosque de la delegación Tlalpan, donde vive el
expresidente Carlos Salinas de Gortari, comenzó a ser visitada por un
personaje de reputación similar: Genaro García Luna, aún secretario de
Seguridad Pública federal, quien pretende negociar con el exmandatario
inmunidad y trabajo para el próximo sexenio.
La magnífica propiedad que se convirtió en silencioso testigo de los
encuentros Salinas-García Luna se extiende en un amplio terreno
arbolado. Consta de dos construcciones principales, una inmensa
biblioteca en la que Salinas suele recibir a sus visitas para fraguar
sus planes y sus pactos, y la residencia donde habita.
Aunque públicamente Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto afirman
una y otra vez que sólo tienen una buena relación de amistad pero que el
expresidente no opera ni tendrá influencia en el próximo gobierno, al
parecer las cosas no son así.
De acuerdo con información recabada durante varias semanas,
confirmada por diversos funcionarios de la SSP, la Policía Federal y
personajes cercanos a Salinas de Gortari, en varias ocasiones en los
últimos meses el exmandatario se ha reunido con el controvertido jefe
policiaco, cuyo paso por la SSP ha dejado una estela de escándalos de
ineficacia, enriquecimiento inexplicable y corrupción.
Los encuentros se han llevado a cabo a pesar de que existe el
antecedente del homicidio de Enrique Salinas de Gortari, ocurrido en
diciembre de 2004 en el municipio de Huixquilucan, Estado de México,
cuando el entonces procurador general de justicia del Estado de México,
Alfonso Navarrete Prida –hoy integrante del equipo de transición de Peña
Nieto–, acusó a funcionarios y agentes de la AFI, que entonces
encabezaba García Luna, de haber participado en el chantaje y posterior
asesinato del hermano del expresidente. Entre los señalados por el
procurador estatal se encontraban subordinados directos de Luis Cárdenas
Palomino, otrora director de Investigación Policial, y su suegro Juan
Marcos Castillejos Escobar, a la postre ejecutado en la colonia Condesa
del Distrito Federal, en julio de 2008.
De ese episodio parece no haber resquemores. Al final el pragmatismo
se ha impuesto. Carlos Salinas requería información, y Genaro García
Luna, inmunidad. Además, estos personajes comparten un amigo en común:
el abogado Alonso Aguilar Zinser, experto en la defensa de funcionarios
públicos acusados de corrupción.
El litigante fue abogado defensor de Raúl Salinas de Gortari cuando
éste fue acusado de participar en el homicidio de José Francisco Ruiz
Massieu, motivo por el cual lo condenaron a 27 años de prisión. Sin
embargo, gracias a la defensa de Aguilar Zinser, el hermano del
expresidente de México obtuvo un amparo a su favor y hoy está libre.
Aguilar Zinser también defendió al jefe del Departamento del Distrito
Federal, Óscar Espinosa Villarreal, cuando fue acusado de peculado por
420 millones de pesos. Asimismo, encabezó la defensa legal del
gobernador de Puebla, Mario Marín, mejor conocido como El Góber Precioso, contra la demanda interpuesta por la periodista Lydia Cacho.
Entre sus clientes más recientes se halla el candidato del PRD a la
gubernatura de Quintana Roo, Gregorio Sánchez Martínez, señalado por sus
vínculos con la delincuencia organizada.
Por su parte, Genaro García Luna ha de estar consciente de su oscuro
pasado y antes de que se presente una acusación formal en su contra
quiere contar con un abogado con esa trayectoria. El propio Aguilar
Zinser ha comentado en algunas fiestas sociales que él es el abogado del
polémico secretario de Seguridad Pública federal aunque aparentemente
no quiere que esa información transcienda a la opinión pública.
En sus reuniones con Genaro García Luna, Carlos Salinas, experto en
el manejo de la información, siempre juega el papel del poder tras
Enrique Peña Nieto. Gracias a esa circunstancia obtuvo información de
inteligencia de la SSP y monitoreó si el gobierno federal pensaba
judicializar la elección presidencial realizando alguna acusación de
trascendencia contra el candidato presidencial del PRI o contra algún
otro miembro de su equipo.
García Luna, creyendo que hablaba con el hombre del poder tras el
trono, compartió sin reserva con él mucha información. Incluso algunas
personas de su equipo, como Ramón Pequeño, jefe de la División
Antidrogas de la Policía Federal, también desfilaron por la residencia
de Camino a Santa Teresa para llevar la información que requería el
expresidente. El interés del titular de la SSP era conseguir inmunidad
durante el siguiente sexenio, aunque éste no fuera encabezado por un
panista.
Como consecuencia de esos encuentros, Genaro García Luna llegó a
decir a sus allegados que él iba a repetir en el cargo si Enrique Peña
Nieto ganaba la elección presidencial. Parecía muy seguro y tranquilo
por eso. Así estaban las cosas hasta que el 4 de septiembre le vaciaron
en la cabeza un balde de agua fría: ese día, el presidente electo
Enrique Peña Nieto presentó a los integrantes de su equipo de transición
y nombró como coordinador de Seguridad a Roberto Campa, ex candidato
presidencial por el Partido Nueva Alianza en 2006 y secretario ejecutivo
del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que entonces dependía de la
SSP federal.
(Fragmento del texto que se publica en Proceso 1882, ya en circulación)
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