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Era una emergencia, el paciente tenía que ser
intervenido por una apendicitis que estaba a punto de reventar. En la premura,
los médicos no esperaban una sorpresa que llegó de pronto. No había anestesia.
El equipo, con un valor de 110 mil pesos en el mercado, había sido robado de las
instalaciones de una clínica del IMSS en la capital sinaloense. Ese día del
verano pasado, el enfermo tuvo que ser trasladado a otro nosocomio para su
intervención.
Lo peor no es que se roben equipo médico de las clínicas del Seguro
Social, lo terrible es que desaparezcan bebés recién nacidos, dice Reyna
Martínez, abuela de una nena que fue raptada del área de cunas en la clínica 28,
localizada en la comunidad de Costa Rica, distante media hora por carretera al
sur de Culiacán.
Los boquetes en la seguridad de este nosocomio, han quedado en
evidencia en los últimos meses cuando comenzaron a desaparecer del área de
farmacia medicamentos que son usados como sicotrópicos. Pero lo que ocurrió con
la niña, dice esta mujer que no rebasa las seis décadas de edad, no se había
visto nunca desde que el hospital existe.
Todo ocurrió muy rápido aquella
madrugada. El silencio del área de maternidad fue interrumpido por el sonido de
unas puertas al abrir, que no inmutaron al encargado de seguridad, quien
cabeceaba somnoliento. Después se sabría que una mujer robusta salió del lugar
con una maleta negra en la mano.
Al amanecer de aquel 4 de junio del 2009, el
personal del nosocomio se despertó con la noticia de que una niña con horas de
nacida había sido robada del segundo piso. Las alarmas se dispararon cuando se
revisó todo el perímetro, sótanos, cuartos y la extensión de servicios sin que
apareciera.
Se escuchó un ruido de las puertas pero suelen ser las enfermeras
que entran a checar a los bebés, declararon en esa ocasión los vigilantes.
La
responsable de enfermería señaló que sus reportes indicaban que la niña estaba
en su cuna la última vez que la revisaron, poco antes de la media noche.
El
lecho estaba a unos metros donde convalecía su madre, Nancy Karina Chávez, quien
no se percató del momento.
Cuando los familiares comenzaron a cuestionar a las
autoridades cómo alguien pudo sacar a la nena sin que se percataran, el
nerviosismo comenzó a hacerse evidente en los responsables de la clínica.
Los
padres y abuelos se movilizaron a nivel estatal y ante la lentitud de las
autoridades, acudieron con funcionarios federales, quienes mostraron un poco más
de interés, recuerda la señora Reyna.
Al quinto día la niña fue recuperada. Por
este hecho no se suspendido a nadie ni se le sancionó.
Para la imagen del
nosocomio tuvo más impacto el escándalo ocurrido en octubre pasado, cuando un
festejo en la planta baja de la clínica causó sorpresa e incredulidad a nivel
nacional.
Fueron aquellas imágenes difundidas por Internet, donde el sonido de
la tambora y el acordeón animaban el ambiente, lo que provocó que el jefe del
hospital fuera suspendido.
Según trabajadores entrevistados en el lugar, este
tipo de fiestas son “una tradición” y se celebran cada vez que un colega
sindicalizado llega al último día de servicio antes de que se jubile.
Ese día
era viernes, recuerdan, y el “checador” de tarjetas amaneció arreglado con
flores. Era la señal de que alguien pasaría ahí por última vez. Se contrataron
“Chirrines”, como se le conoce a los músicos de banda local, y se armó el
jolgorio, no importó que hubiera pacientes en los pisos de arriba.
Fue una viva
imagen de lo que pasa al interior de un centro de salud del IMSS, donde los
robos no se sancionan, al menos no tanto como las fiestas.
¿Mafia en
hospitales del IMSS?
Sólo los especialistas médicos saben para qué sirve
una unidad de fotoflourangiografía. Y el costo que tiene. El equipo es el más
caro –un millón 748 mil pesos—de los que se han robado de instalaciones del IMSS
en lo que va del sexenio.
Sólo ha sido uno, entre el 1 de diciembre del 2006 a
julio pasado, pero quien o quienes lo robaron, sabían de su importancia y
utilidad.
Éste es un aparato complejo que sirve para visualizar el fondo del ojo
y establecer diagnósticos o avances de enfermedades que van de la diabetes a
tumores, o alteraciones inmunológicas de la retina, dice un médico cirujano
especialista en la materia.
Para este galeno que sabe cómo se mueven los
intereses en el IMSS, por lo que pidió reservas sobre su identidad, un equipo
así sería fácil de rastrear con oftalmólogos o internistas del instituto que
canalicen pacientes a ésta técnica.
Ningún médico honrado, dedicado a esta
especialidad, compraría un aparato así que fuera robado, subraya.
Menos
complejos pero con más demanda, los equipos de ultrasonido aparecen en segundo
lugar como los más caros de los que han sido hurtados a la institución.
Cada uno
cuesta un millón 195 mil pesos, han sido dos en este lapso por un monto de dos
millones 390 mil pesos, de acuerdo a una lista del equipo e instrumental clínico
más caro que ha sido robado al IMSS durante este gobierno, obtenida por medio de
una solicitud de acceso a la información vía el IFAI.
El ultrasonido es una
herramienta básica de los ginecólogos, lo utilizan para observar el estado del
producto en una mujer embarazada.
En los últimos años han tenido mucha demanda
los que utilizan tarjetas con foto, útiles conocer el sexo en etapa de
gestación.
Su uso es amplio, aplicado a tumores, traumatología y como
instrumento clave en las salas de urgencia.
¿A quién le puede interesar un
ventilador neonatal?, se pregunta una doctora especialista en pediatría.
Dice
que su uso es clave para niños que nacen prematuros, con inmadurez pulmonar.
Cuando se le muestra la lista, hace una mueca de sorpresa mientras dice no
entender cómo es que tres de estos equipos han desaparecido sin dejar huella de
hospitales del IMSS.
Cada uno tiene un valor de 788 mil pesos, las pérdidas
totales suman dos millones 364 mil pesos.
Lo inverosímil es que un aparato
tan sofisticado, como elcitrouretroscopio, que permite visualizar la uretra y la
vejiga, de amplio uso por los urólogos, esté en cuarto lugar en pérdidas para el
instituto, añade esta doctora que como el resto de sus colegas, pidió el
anonimato para no entrar en conflicto con sus colegas que trabajan en la
dependencia.
Cada uno según la lista, tiene un valor de 740 mil pesos y han sido
cuatro –con un monto de dos millones 960 mil—los que se han esfumado de las
clínicas del seguro.
En quinto lugar aparece el monitor de campimetro, usado
en disciplinas médicas como la oftalmología y neurología principalmente.
Es un
aparato computarizado que permite observar las zonas de visión y las de no
visión de un paciente. Se han robado cinco, cada con un valor de 542 mil pesos,
y suman dos millones 710 mil pesos en pérdidas.
Más allá de las cifras llama la
atención que en la lista aparece el detector de pulso fetal, con 41 casos, como
el aparato más robado en el seguro social.
El monto total en pérdidas suma 246
mil pesos, cada uno tiene un valor en el mercado de seis mil pesos.
De la
lista también resalta que hay equipos que parece que son robados sobre pedido,
añade uno de los cirujanos consultados.
Su opinión se desprende luego de que se
percata que el laser de neodynium, aparato usado en el glaucoma, la operación de
cataratas, y de amplio uso también en tratamientos estéticos como la depilación,
está en sexto sitio.
El uso comercial, más allá del médico, genera esta
suspicacia. Aquí suman dos millones 400 mil pesos en pérdidas por los seis que
han desaparecido.
El ranking de los robos de equipo al IMSS se complementa
con siete procesadores de tejidos, cada uno con valor de 332 mil pesos, sumando
dos millones 324 mil pesos.
Los ocho monitores de signos vitales desaparecidos,
con pérdidas totales por dos millones 616 mil pesos, son utilizados para medir
la presión, frecuencia cardiaca, oxigenación venosa y en electrocardiogramas.
Como existen de diferentes categorías por su precio, éstos son de los más
avanzados empleados en la medicina pública.
Al terminar de revisar la lista,
donde el noveno lugar lo tiene el electrocauterio, empleado para sellar arterias
y válvulas –suman dos millones 52 mil pesos por los nueve robados—seguido en el
décimo sitio del ventilador de presión positiva, aparato usado en pacientes con
enfermedades obstructivas crónico pulmonares –dos millones 190 mil pesos el
monto por los 10 robados—, los galenos consultados por separado, no salen de su
asombro ante la variedad y número de equipo que ha desaparecido.
“¿A dónde se
está yendo todo esto?”, pregunta uno de ellos. Dice que es un secreto a voces
que hay doctores que extraen cosas y objetos para usarlos en sus consultorios,
donde puede haber pacientes que los requieran y no tengan seguro.
Pero hurtar
equipo médico, alguno muy sofisticado, debería apuntar si se hiciera una
investigación a fondo, a la posibilidad de una “mafia” que sabe dónde y qué
equipo robar en hospitales del IMSS en el país. Quizá hasta lo hagan “por
pedido”.
Robo de niños, hurto de equipo médico sofisticado, la posibilidad de
una mafia que opera al interior de clínicas del seguro social, ueron los
tópicos sobre los que se pidió una posición oficial a las autoridades del IMSS
sin que en los últimos días se recibiera respuesta.
Patricia Serrano, encargada
de la sala de prensa de la dependencia, dijo vía telefónica que “como tal” no
tenía información respecto al número de bebés que han sido robados en clínicas
de la institución. Sobre los señalamientos de los médicos especialistas, ante la
posibilidad de “robos de equipo sobre pedido”, comentó: “Tengo que preguntar y
ver”.
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