La indignación contra una
Procuraduría General de la República encabezada por un pelele, crece por horas.
Al inusual actuar expedito de armar en tres semanas un caso de presunto lavado
de dinero que impacta mediáticamente, por ahora, al candidato presidencial
Ricardo Anaya, se sumó la difusión del video de entrega de un escrito al
Procurador interino, Alberto Elías Beltrán, donde le pide aclarar si estaba
sujeto a una investigación. La indignación pública que se expresó en las redes
sociales con el hashtag #FueraPGR, provocó la intervención del Secretario de
Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, para apagar el incendio, pero Beltrán lo
avivó. Difundir el video, dijo, no tuvo como intención intervenir en la campaña
presidencial.
El video de marras registra un
intercambio amable entre Anaya y un funcionario de la PGR, tras lo cual se
escucha una voz -según Diego Fernández de Cevallos, que lo acompañó, es suya-
que dice posteriormente sin dirigirse a nadie en específico, “hijo de puta”. La
oficina de prensa de la PGR, encabezada por el ex jefe de prensa de la
secretaria general del PRI, Claudia Ruiz Massieu, impulsó un spin en los medios
que podría resumirse en el silogismo de Anaya es un grosero que falta el
respeto a la autoridad, y como tiene conocidos imputados por lavado de dinero
que también le faltan el respeto a la autoridad, también es un delincuente.
La PGR, convertida en la
Procuraduría de la Moral, tipificó mediáticamente el “hijo de puta” como un
crimen contra las buenas costumbres. Beltrán, dispuesto a sacrificar su
prestigio profesional a cambio de contribuir al descarrilamiento de la
candidatura de Anaya, y apoyar la candidatura priista de José Antonio Meade, se
ha prestado a todo lo que le ordenen, como lo ha demostrado en su breve gestión
como encargado del despacho.
Antes del video congeló la
indagatoria sobre funcionarios involucrados en la corrupción de Odebrecht, ha
retrasado el proceso de extradición del ex Gobernador de Chihuahua, César
Duarte, está preparando el cierre del Caso Ayotzinapa para después de la
elección presidencial donde mantendrá la hipótesis de la “verdad histórica”, y
mandó de vacaciones a la Subprocuraduría Especializada en Investigaciones de
Delincuencia Organizada, que está paralizada.
La difusión del video, justificó
la PGR, respondió al interés público, un eufemismo del interés de la campaña de
Meade para remachar ante el electorado que Anaya no es un tipo de fiar. Pero la
forma como lo hicieron fue para demostrar que se había negado a declarar ante
el Ministerio Público, sugiriendo culpabilidad. En términos jurídicos, Anaya no
tenía por qué declarar. No está imputado en la investigación sobre lavado de
dinero -cuando menos hasta ahora, ni tampoco ha sido requerido en calidad de
testigo. Lo que hizo la PGR fue el uso mediático de ese documento visual.
La PGR asegura que la
difusión del video no violó ninguna norma, quizás porque no hay reglamento
sobre las canalladas políticas. Las videograbaciones se utilizan para tener
registros de acciones y declaraciones, y sirven para probar ante un juez que se
salvaguardaron los derechos de la persona en los procesos judiciales, no para
ser utilizadas con fines políticos. El video de la PGR tiene audio, pese a que
esos dispositivos se emplean básicamente para identificación. Sin embargo, en
algunas áreas de la PGR, sus áreas de recepción y delegaciones, el sistema de
circuito cerrado de televisión que emplean sí cuenta con audio. Las imágenes
del video tienen el sello de agua de la PGR, para que no quedara duda de dónde
viene. ¿Qué pretende?
La primera reflexión lleva a
la memoria de los 90s, cuando el fiscal Pablo Chapa, encargado por el
Procurador panista Antonio Lozano Gracia de la investigación por el asesinato
del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, imputó a Raúl
Salinas, el hermano del ex Presidente, como presunto responsable del crimen. La
investigación estaba paralizada por falta de pruebas, por lo que Lozano Gracia
autorizó que le entregaran a Reforma una fotografía que no tenía nada que ver
con el caso, donde Salinas aparecía en un yate con María Bernal, una española
con quien había tenido una relación. La publicación de esa fotografía sin
contexto ni relevancia en el caso, generó suficiente reacción negativa contra
Salinas por razones ajenas al crimen, que dio espacio de maniobra a la PGR para
seguir buscando evidencias de su presunta responsabilidad. Una década después,
Salinas fue exonerado de la acusación, al comprobarse que todo se había
construido por razones políticas.
No hay mucha diferencia con
lo que está haciendo la PGR de Beltrán. Su video no tiene nada que ver con la
investigación sobre lavado de dinero de un amigo de Anaya, pero genera un clima
de opinión pública negativo sobre el candidato que le da el espacio para seguir
buscando evidencias y eventualmente, quizás, imputarlo y sacarlo de esa forma
de la contienda presidencial.
Hoy como en aquél entonces,
se utiliza a la justicia con fines políticos. Pero hoy, a diferencia de aquél
entonces, el objetivo de la PGR es un candidato presidencial. El uso político
de la ley en 1994 provocó la distorsión del Estado de Derecho cuyas
consecuencias seguimos arrastrando un cuarto de siglo después. Hoy, la PGR de
Beltrán está cínicamente actuando contra Anaya y trabajando en su contra. Que nadie
se equivoque. Si Anaya es culpable de algún delito, que se proceda contra él,
pero con el sigilo de ley, no ventilando especulaciones que afecta la calidad
democrática de la elección presidencial y quitando en su desesperación por
descarrilar a Anaya, legitimidad a todo el proceso electoral.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 02/03/2018 | 04:08 AM)
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