Todos describen la “Reserva Salazar”
como la casa de un rey, escribe Óscar Balderas para Cuadernos Doble Raya en un
reportaje sobre la millonaria casa de Pablo Escudero, yerno de Manlio Fabio
Beltrones.
Foto: Daniel Ojeda
Por: Óscar Balderas / INVESTIGACIONES
OJOS DE PERRO
Para: Cuadernos Doble Raya
Quienes conocen por dentro la
casa dicen que es digna de un rey. Seis trabajadores, caballerangos y albañiles
que la han recorrido, hablan de ella como si fuera un castillo maravilloso:
elogian sus paredes de piedra, la madera que hay en cada estancia, los
lustrosos candelabros que iluminan las copas de vino y hasta la arena que cubre
el piso de las caballerizas que cuentan con calefacción individual.
Por fuera, el rancho también
parece un castillo: tiene altos muros que protegen la vista hacia la pista
privada de salto a caballo, trechos y cañadas bardeadas y una gran puerta de
cuatro metros de alto custodiada por guardias que vigilan celosamente la
entrada y salida de los visitantes.
Pero en este rancho de lujo
con pinta de castillo no vive un rey, sino otro tipo de “realeza”: un senador
con licencia, que ha dedicado su carrera a combatir la corrupción.
Este jueves, el diario
REFORMA publicó un reportaje sobre una propiedad de Pablo Escudero, militante
del Partido Verde Ecologista de México, que se encuentra integrado a un club
hípico denominado “Reserva Salazar”, un rancho de lujo que compró por 8
millones de pesos en la comunidad de Salazar, municipio de Lerma, Estado de
México.
El texto del periódico señala
que la propiedad tiene una hectárea de extensión y fue adquirida por el yerno
de Manlio Fabio Beltrones, expresidente nacional del PRI, en diciembre de 2016.
Ojos de Perro Vs. La
Impunidad, en la investigación que inició en noviembre, encontró que Pablo
Escudero no actúa como un socio del lugar, sino como único dueño de todo
“Reserva Salazar”, pues él y su esposa, Sylvana Beltrones, y nadie más,
autorizan quién puede pasar, incluso a las zonas boscosas y una peña que solía
ser usada por deportistas para practicar alpinismo.
“Sí, ahí todo es del
senador”, admitió el comisario Justiniano Felipe, en referencia a que todo
“Reserva Salazar” es la casa de descanso del senador con licencia, y no sólo la
hectárea que tiene a su nombre en el título de propiedad 000000014839 inscrito
en el Instituto de la Función Registral del Estado de México.
Ojos de Perro Vs. La
Impunidad tuvo acceso a un mapa de las tierras ejidales de Salazar, en Lerma;
hizo media docena de visitas a la región y empleó la herramienta digital Google
Earth, para delimitar la propiedad que ocupa el senador con licencia y establecer
que abarca, al menos, 4.5 hectáreas.
Una propiedad en la misma
comunidad, de una extensión de tierra similar, también con pista de salto
ecuestre, una casa con acabados de lujo, caballerizas con calefacción y áreas
boscosas particulares, es “Rancho San Francisco”. Según un anuncio en la página
web Propiedades.com fechado el 29 de enero, éste tiene un precio de venta de
280 millones de pesos.
Es decir, la propiedad que
ocupa el senador con licencia Pablo Escudero tiene un valor cercano a 15
millones de dólares.
El rancho de lujo está oculto
tras altísimos y frondosos árboles, lo que emula espacios vacacionales del
norte de Estados Unidos y Canadá. Ojos de Perro habló con personas que venden
terrenos de la zona. De acuerdo con su reporte, entre los vecinos hay figuras
tan conocidas como Jaime Azcárraga, presidente del Consejo de Administración de
Grupo Fórmula, y Arturo Elías Ayub, yerno de Carlos Slim. En otro tiempo, el
conocido narcotraficante Édgar Valdez Villareal, ‘La Barbie’, también tuvo un
rancho en esa zona.
Foto: Daniel Ojeda
“Reserva Salazar” está tan
escondida como los expedientes que dan cuenta de su existencia: en el Folio
Real Electrónico 00042822, donde deben estar los datos de identificación del
terreno, hay un vacío de información. Oficialmente, el rancho de Pablo Escudero
no tiene número exterior ni interior, ni lote o sección. “No consta”, se lee en
el espacio donde debe estar el nombre de la calle y colonia.
Pero todos en la región,
desde el comisario Justiniano Felipe hasta los veladores de las caballerizas
con los que habló el reportero, saben que en ese rancho de lujo con forma de
castillo, él sigue siendo el rey.
TODO SE PARECE A SU DUEÑO
La vida del senador con
licencia Pablo Escudero se parece mucho a la de su rancho: un misterio oculto a
la vista de todos. Pese a que ha sido diputado federal, senador y hasta
aspirante a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el abogado de 44 años
ventila poco de su vida privada y de cómo se habría hecho del dinero suficiente
para ser el propietario de “Reserva Salazar”.
Pablo Escudero Hinojosa, su
padre, ha trabajado como un alto directivo en Grupo IDESA, una empresa privada
dedicada a la venta, producción y distribución de productos petroquímicos,
según información pública de la consultora S&P Market.
Entre los mejores clientes
del papá del expresidente del Senado está Petróleos Mexicanos. La madre del
legislador, María Josefa Morales Escudero, ya falleció. De hermanos o hermanas,
no hay menciones públicas. A veces, habla de tíos y primos, pero sin detalles.
Sin embargo, Pablo Escudero
no participa en el negocio familiar, tal y como lo dijo en una entrevista
televisiva en mayo de 2017 con la periodista Katia D’Artigues, quien le
preguntó cuál fue la decisión más difícil que ha tomado en su carrera. Él
contestó que lo más complicado ha sido mantenerse como servidor público, pues
su familia le insiste que se dedique a los negocios familiares, a lo que el
legislador ha dicho que no. En la misma respuesta reveló que, a la par de su
carrera política, se ha dedicado a conseguirse otros ingresos por su cuenta.
Uno de ellos, por ejemplo, es ser socio del restaurante Aitana, ubicado en
Lomas Virreyes, al poniente de la Ciudad de México.
“Yo he abierto unos negocios
de restaurantes y he tenido otras opciones de asesorías, he tenido muchas
invitaciones en la iniciativa privada para ir a hacer auditorías (…) Hay muy
buenas oportunidades en el sector privado, en los despachos, para ir a trabajar
y tener un negocio privado”, contestó.
Si se excluyen sus ingresos
por actividades en el sector privado, la riqueza que por sí mismo habría
acumulado Pablo Escudero como servidor público está lejos de rozar los 280
millones de pesos de valor cercano de “Rancho Salazar”: él mismo ha contado que
comenzó su trayectoria en el gobierno durante 1996, cuando debutó como analista
en la Contraloría Interna del Instituto Mexicano del Seguro Social, una de las
plazas con remuneración más baja en toda la dependencia.
Luego, llegó a la Comisión
Nacional de Derechos Humanos y escaló hasta convertirse en Oficial Mayor.
Estando en ese puesto conoció a su ahora esposa, Sylvana Beltrones, cuyo padre,
Manlio Fabio, propulsó la carrera del ambicioso abogado: se incorporó al Partido
Verde Ecologista de México y en los años siguientes se hizo de dos curules, una
en San Lázaro en el periodo 2009-2012, y otro en la Cámara Alta.
En una entrevista con el
periodista Alberto Tavira, publicada en noviembre de 2014 en el sitio digital Cuna
de Grillos, Pablo Escudero aseguró que como diputado ganaba 110 mil pesos
mensuales y como senador, 124 mil. Sumando sólo esos ingresos, Escudero ha
acumulado unos 18 millones de pesos en casi nueve años como legislador.
Apenas el 6.25 por ciento del
valor cercano de “Rancho Salazar”.
LA RUTA AL RANCHO
¿Cómo logró Pablo Escudero
Morales hacerse de una tierra ejidal?
Actualmente, la Ley Agraria
prohíbe que gente ajena a los ejidos sea propietaria de tierras ejidales. Sin
embargo, existen formas de darle vuelta a esa legislación y avecindarse en esas
zonas.
Originalmente, la tierra
donde está “Reserva Salazar” era un punto perdido en el mapa del Estado de
México, rodeado de pinos y casas precarias. Una tierra boscosa que ni siquiera
servía para sembrar. Pero el gobierno federal encontró un modo para convertir
esa tierra ociosa en un ingreso para los empobrecidos ejidatarios: emparcelar
la tierra para repartirla entre los habitantes originales y que ellos tuvieran
la opción de conservarla como patrimonio familiar o vender, recuerda el
comisario ejidal Justiniano Felipe. La mayoría optó por la segunda opción y
foráneos adquirieron las tierras para acapararlas y esperar que el paso del
tiempo elevara el valor de esos terrenos.
Foto: Daniel Ojeda
El clima frío, el aire
limpio, la cercanía con el distrito financiero de la Ciudad de México y con el
aeropuerto de Toluca gustó a acaudalados empresarios, quienes ahí establecieron
sus casas de descanso. También atrajo a universidades privadas, como la
Iberoamericana y la Anáhuac, que han construido ahí sus nuevos planteles. La
mayoría compró a esos foráneos acaparadores.
Uno de ellos es un nombre
conocido en el municipio de Lerma: Héctor Alfonso Gutiérrez Casillas, dueño del
lujoso Club Hípico Trote Largo, y propietario de, al menos, otros 10 predios en
la zona. A él se le atribuye gran parte del “boom” inmobiliario en la comunidad
de Salazar, “donde toda la gente bonita de nuestra sociedad tiene una
propiedad”, escribió a mediados de 2016 la periodista Lourdes Mendoza en el
suplemento de sociales Club del periódico Reforma.
Héctor Alfonso Gutiérrez
Casillas, un viejo agente aduanal en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y socio de la
empresa TMS Division Trucking, fue quien vendió, en una ganga, el terreno de
“Reserva Salazar” al senador Pablo Escudero, tal y como se establece en la
escritura 62609, volumen 701, del cual fue testigo el notario 1 René Cutberto
Santín Quiroz, con sede en Toluca, Estado de México.
Debido a ello, Pablo Escudero
se convirtió en vecino de Lerma, donde la desigualdad entre habitantes es muy
marcada: en la zona alta, viven los ricos, los que conducen camionetas de lujo
y se pasean en hermosos caballos que duermen con calefacción propia; en la zona
baja, los pobres, que trabajan vendiendo comida y en invierno se congelan en
casas precarias con temperaturas bajo cero.
Ahí pasa gran parte de sus
días el expresidente de la Comisión Anticorrupción del Senado desde que, el 11
de octubre de 2017, abandonó el cargo de presidente de la Cámara Alta en medio
de aplausos y elogios por parte de sus compañeros legisladores.
Cuando tocó el turno de
despedirse del escaño, Escudero dedicó cuatro minutos a decirle adiós a la que
llamó la responsabilidad política más grande de su vida.
“Vengo a decirles que me voy
contento después de haber cumplido con las metas que tenía antes de llegar al
Senado de la República (…) Hago votos por los meses que faltan”, fueron sus
últimas palabras en la Cámara alta.
Desde entonces, Pablo
Escudero cabalga, en su rancho escondido, hacia lo que le depare el futuro:
fiscal anticorrupción, diputado, autor de un libro sobre su lucha contra el
enriquecimiento ilícito… acaso empresario alejado de la vida pública.
(ARISTEGUI NOTICIAS/ REDACCIÓN AN/ MARZO 2, 2018 11:16
AM)
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