Napoleón Gómez Urrutia tiene
sueños de grandeza. Poco después de que un juez le cancelara las órdenes de
aprehensión que lo salvaba de ir a la cárcel por un fraude de 55 millones de
dólares a 10 mil mineros –el fallo es que su caso tenía que juzgarse en un
ámbito que no fuera penal-, recibió en Vancouver al entonces Secretario de
Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, con quien habló de los conflictos mineros que
mantenían las secciones bajo su liderazgo en México. Gómez Urrutia quería
regresar a México, pero por la puerta grande. Le pidió que fuera recibido por
el Presidente Enrique Peña Nieto y, en un acto de exoneración, pronunciara un
discurso de reconocimiento. La solicitud ni siquiera fue discutida en ese
momento. Las pretensiones eran cósmicas. Navarrete Prida le dijo que no veía
que existieran condiciones políticas para que regresara a México.
Las condiciones políticas
nunca se construyeron, ni la coyuntura jurídica adecuada. En todo caso, le dijo
Navarrete Prida, tenía que saldar, antes que nada, su relación con Germán
Larrea y el Grupo México, que fue el detonante de las demandas en su contra. La
propuesta es que tuvieran una separación en los contratos colectivos, lo cual
se fue haciendo en todos estos últimos años. Paralelamente, su abogado Marco
del Toro, le sugirió desde un principio que era mejor no regresar a México
porque en cualquier momento podrían fincarle nuevas acusaciones. Gómez Urrutia
tuvo que mantener su residencia en Canadá hasta que surgió el ofrecimiento del
candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador para ser senador
plurinominal.
El líder minero, que ha ido
perdiendo contratos colectivos con las empresas mineras, se siente reivindicado
y listo para regresar a México una vez que tenga fuero, aunque habría que
preguntarse si realmente va a llegar ese día porque tiene, en principio, un
problema de elegibilidad. Varios constitucionalistas han declarado a la prensa
que no podría ser porque no tiene los seis meses de residencia exigida para un
cargo de elección popular, al llevar 12 años viviendo en Canadá. El artículo
55, fracción III de la Constitución exige la residencia efectiva en una
candidatura de mayoría, pero en las listas de circunscripciones plurinominales
basta ser originario de alguna de las entidades que comprenda la
circunscripción.
El problema de la
elegibilidad apunta en otra dirección. Gómez Urrutia tiene nacionalidad
canadiense, de acuerdo con una declaración pública de sus abogados, el mexicano
Del Toro y el canadiense David Martin, quienes afirmaron en agosto de 2013 que
el gobierno de esa nación le había otorgado la ciudadanía el 30 de junio de ese
año. Los abogados afirmaron que el líder minero había recibido una carta de
bienvenida del entonces Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, después de
un acto para la entrega de su certificado.
La ciudadanía canadiense le
impide ser candidato a cualquier puesto de elección popular, al establecer el
artículo 32 de la Constitución: “El ejercicio de los cargos y funciones para
los cuales, por disposición de la presente Constitución, se requiera ser
mexicano por nacimiento, se reserva a quienes tengan esa calidad y no adquieran
otra nacionalidad. Esta reserva también será́ aplicable a los casos que así lo
señalen otras leyes del Congreso de la Unión”.
Este artículo se refiere
implícitamente a un conflicto de interés. Si se tienen dos nacionalidades, ¿a
qué país le será leal? ¿Cuáles son los intereses que prioritariamente
defenderá? En una entrevista el viernes pasado en Foro TV, Juan Pablo Castañón,
presidente del Consejo Coordinador Empresarial, señaló que los intereses de
Gómez Urrutia son trasnacionales. Ha gozado de protección de sindicatos mineros
en Estados Unidos y en Canadá, así como del sindicato de la industria
automotriz en Estados Unidos, dijo Castañón, como parte de una coalición internacional
en contra de la industria mexicana.
“Los sindicatos
estadounidenses y canadienses de la industria automotriz se quieren meter en
los sindicatos mexicanos”, agregó. “Por eso apoyan que desde foros
internacionales, ese señor opine sobre los contratos colectivos. Ha ido a
hablar en foros internacionales y ha promovido una corriente en contra de la
paz laboral mexicana”.
Los intereses explícitos de
Gómez Urrutia son trasnacionales. La nominación a una senaduría plurinominal
generó reacciones de apoyo del Sindicato de Trabajadores del Acero en Estados
Unidos y Canadá, así como de la organización Trabajadores Unidos, que aglutina
a los sindicatos más poderosos de
Inglaterra, Irlanda y Escocia. El líder minero también se ha relacionado con el
Nuevo Partido Democrático canadiense, a través de contribuciones registradas a
ese instituto entre 2009 y 2017.
En México, la reacción ha
sido negativa, y es uno de los temas de mayor longevidad pública contra López
Obrador de los últimos años. El candidato presidencial lo ha estado defendiendo
y señalando que el líder minero fue víctima de una persecución política, sin
explicar cómo su postura nacionalista puede cohabitar con un personaje que en
los últimos años ha defendido intereses extranjeros. Este tema puede debatirse,
pero no elimina la inelegibilidad para aspirar al cargo que le ofrecieron.
No está claro si López
Obrador estaba al tanto de la ciudadanía canadiense de Gómez Urrutia, o si el
líder minero lo advirtió y aun así corrió el riesgo de postularlo. Pero la
Constitución se lo impide, lo cual obligará a López Obrador a retirarle la
nominación y, con ello, eliminar el fuero que estaba buscando Gómez Urrutia
para regresar a México con la gloria que sueña, o como en otras ocasiones, se
aferre a su decisión y la defienda hasta la ignominia.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 26/02/2018 | 04:09 AM)
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