Un policía vigila la escena de un crimen
en Guerrero, el 25 de enero de 2018. Un informe del Center for American
Progress revela que, entre 2011 y 2016, al menos 106.000 armas fabricadas en
Estados Unidos estuvieron vinculadas con actividades delictivas perpetradas en
México. Credit Francisco Robles/Agence France-Presse -- Getty Images
CIUDAD DE MÉXICO — José
Antonio Tizapa tiene pocas certezas sobre la desaparición de su hijo. A sus 50
años lucha por continuar con su vida mientras busca respuestas, pero le cuesta
creer que después de cuarenta meses de investigaciones, marchas, reuniones,
lágrimas y desaliento todavía no se sepa qué pasó con Jorge Antonio Tizapa
Legideño, su hijo de 20 años que desapareció en Ayotzinapa el 26 de septiembre
de 2014 junto con 42 de sus compañeros.
Sin embargo, Tizapa explica
que el uso de armas estadounidenses durante ese día es uno de los hechos que
suele recordar con amargura: “Las armas usadas en la desaparición de nuestros
hijos, sobre todo las de los policías municipales, a través de la Sedena, son
fabricadas en Estados Unidos. Y es probable que las usadas por los delincuentes
también”.
Las preocupaciones de Tizapa
consiguen eco en Beyond Our Borders, el más reciente informe del Center for
American Progress, una organización estadounidense que se encarga de la
investigación y defensa de políticas públicas. En este reporte los
investigadores citan los registros de la Agencia Federal de Alcohol, Tabaco,
Armas de Fuego y Explosivos que revelan que, entre 2011 y 2016, al menos
106.000 armas fabricadas en Estados Unidos estuvieron vinculadas con
actividades delictivas en México.
De esa cifra, 74.200 fueron
compradas legalmente en territorio estadounidense, pero el informe también
señala que cada año cerca de 213.000 armas de fuego son transportadas
ilegalmente hacia territorio mexicano.
“Estados Unidos tiene la
obligación moral de mitigar su participación en el incremento de la violencia
letal en el extranjero”, comenta Chelsea Parsons, coautora del reporte. “Aunque
existen muchos factores exclusivos de cada nación que afectan las tasas de
delitos violentos, Estados Unidos podría hacer más para reducir los riesgos que
plantean las armas de fuego estadounidenses que cruzan la frontera y que se
usan para perpetrar delitos en los países cercanos”.
En 2017, México alcanzó su
nivel más alto de homicidios en los últimos veinte años, con una tasa de 20,5
homicidios por cada 100.000 personas. Los investigadores sostienen que, aunque
esa cifra en parte se debe a los altos niveles de impunidad con el
comportamiento delictivo, el acceso a las armas de fuego también ha sido un
factor clave en el aumento de los homicidios. En 1997, el 15 por ciento de los
homicidios sucedidos en México fueron cometidos con armas de fuego; sin
embargo, el año pasado ese porcentaje aumentó hasta el 66 por ciento.
Armas que fueron entregadas durante un
programa de desarme voluntario organizado por el gobierno mexicano con el apoyo
del Ejército y la Iglesia católica, en Ciudad de México, el 22 de enero de
2018. En 2017, México alcanzó su nivel más alto de homicidios en los últimos 20
años, con una tasa de 20,5 homicidios por cada 100.000 personas. Credit Carlos
Jasso/Reuters
“Las autoridades
estadounidenses siempre denuncian el flujo de drogas provenientes de México,
pero casi no se habla del flujo de armas estadounidenses que favorece la
violencia y el dominio de las estructuras delictivas en México”, explica
Eugenio Weigend, otro de los investigadores del estudio. “En el tema de las
armas la responsabilidad recae principalmente en Estados Unidos porque de ahí
vienen, ahí se producen”.
El informe también señala que
solo entre 2014 y 2016, más de 33.000 armas de fuego estadounidenses fueron
recuperadas en investigaciones criminales en México. Esa cifra excede el número
de armas recuperadas durante el mismo periodo en la mayoría de Estados Unidos,
exceptuando los estados de California, Florida y Texas. Según la investigación,
el uso de armas de fuego durante los robos violentos también ha aumentado. En
2005, el 58 por ciento de los robos se cometieron con armas de fuego pero en
2017, esa cifra aumentó a 68 por ciento.
“Una de las razones que
explican el aumento de la violencia en México es el incremento de la letalidad
del crimen organizado gracias a las pocas barreras institucionales, en ambos
lados de la frontera, para conseguir armamento proveniente de Estados Unidos”,
explica David Ramírez de Garay, investigador de México Evalúa, un centro de
análisis de políticas públicas. “Por ello, esperamos que el tráfico de armas
sea un tema rector de la agenda binacional y demandamos que los aspirantes a la
presidencia incorporen de manera seria y responsable una política de desarme en
sus propuestas de seguridad”.
Miembros de la policía forense
salvadoreña en la escena de un crimen en San Salvador, el 19 de enero de 2017.
De 2014 a 2016, el 49 por ciento de las armas de fuego recuperadas en El
Salvador fueron compradas originalmente en Estados Unidos, reseña un reporte
del Center for American Progress. Credit Marvin Recinos/Agence France-Presse --
Getty Images
LOS EFECTOS EN AMÉRICA CENTRAL
El reporte también muestra
que las armas estadounidenses atizan la violencia letal en varios países
centroamericanos como El Salvador, Honduras y Guatemala. Aunque los
investigadores advierten que gran parte de esa problemática es una consecuencia
del tráfico de drogas relacionado con las pandillas, también sostienen que
otros factores como la corrupción en las instituciones gubernamentales, la
desigualdad de ingresos, la impunidad de los delincuentes y la herencia de los
conflictos bélicos, han desestabilizado a toda esa región.
“Armas que originalmente se
compran en Estados Unidos, luego son utilizadas en países vecinos para cometer
un delito al menos cada 31 minutos. Para sacar las armas, los traficantes
explotan las mismas lagunas en las leyes estadounidenses que facilitan el
tráfico ilegal de armas domésticas”, afirma Parsons.
De 2014 a 2016, el 49 por
ciento de las armas de fuego recuperadas en El Salvador fueron compradas
originalmente en Estados Unidos, reseña el reporte. De manera similar sucedió con
el 45 por ciento de las armas incautadas en Honduras y el 29 por ciento de
Guatemala.
Una manifestante pega un billete
hondureño junto a las cruces que representan a las personas fallecidas en los
recientes episodios de violencia sucedidos después de las elecciones
presidenciales, en enero de 2018. Credit Fernando Antonio/Associated Press
Otros países centroamericanos
también sufren las consecuencias del uso de las armas de fuego estadounidenses
en los delitos. El informe detalla que de 2014 a 2015, el 57 por ciento de las
armas recuperadas y rastreadas en Costa Rica fueron fabricadas en Estados
Unidos, de 2014 a 2016 se detectó la misma situación con el 51 por ciento del
armamento conseguido en Belice y el 47 por ciento de las armas incautadas en
Panamá.
De 2014 a 2016, 50.133 armas
que se produjeron en los Estados Unidos fueron recuperadas como parte de
investigaciones criminales en quince países de América del Norte, América
Central y el Caribe. “Las personas adquieren legalmente ese armamento en
Estados Unidos y luego se importa con mucha facilidad a México y otros países,
lo que permite el incremento de la violencia”, explica Francisco Rivas
Rodríguez, director del Observatorio Nacional Ciudadano, una organización de la
sociedad civil que analiza las condiciones de seguridad, justicia y legalidad
del país. “Estados Unidos debería implementar medidas para prevenir que no
salgan tantas armas de ese país, eso implicaría el establecimiento de una
regulación sobre la exportación de armas a otros países”.
Tizapa, el padre de uno de
los 43 estudiantes de Ayotzinapa, vive en Estados Unidos y dice que siempre
recuerda los mensajes que todas las mañanas le mandaba a su hijo, las
conversaciones telefónicas y todos los sueños compartidos que fueron truncados
desde el día de la desaparición.
Con aplomo explica que se ha
convertido en un observador distante de lo que pasa en su país: “México no está
en guerra, pero el gobierno parece que se está preparando para eso y la mayoría
de los mexicanos no lo sabemos. Hay muchas armas, tanto legales como ilegales,
y ambas nos están desapareciendo”.
(THE NEW YORK TIME EN ESPAÑOL/ ALBINSON LINARES/ 5 DE FEBRERO DE 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario