Las precampañas
presidenciales arrancan este jueves con un escenario de altas expectativas para
un solo candidato, Andrés Manuel López Obrador. Ciertamente en 2006 y en 2012
arrancó con amplias posibilidades de victoria, e incluso hace 12 años, tenía
una ventaja de 20 puntos sobre el segundo lugar. El contrargumento es que si
bien en aquellas dos elecciones presidenciales López Obrador representaba la
posibilidad de cambio, en esta ocasión esa esperanza ya está asimilada por el
electorado, que no la ve como un atributo suficiente para marcar una
diferencia. Pero ante ello, sostienen expertos en opinión pública que han
trabajado para el PRI y el PAN, a partir de los análisis realizados en las
redes sociales, el hábitat de cerca del 30 por ciento del electorado que votará
por primera vez, lo que esperan en 2018 no es una elección competida, como
sugiere la última encuesta pública de preferencias electorales divulgada por
Consulta MItofsky, sino que se abra tanto, que el tres veces candidato
presidencial podría ganar por una diferencia de 10 puntos -aproximadamente
cinco millones de votos.
Según la encuesta, si bien la
coalición Por México al Frente supera por cinco décimas de punto a Morena y por
1.7 por ciento al PRI en preferencia por partido, en inclinación por candidato
López Obrador alcanzó el 23 por ciento de las preferencias, seguido de Ricardo
Anaya, por la alianza, con 20 por ciento, y José Antonio Meade del PRI, con
19.4 por ciento. El estudio de Consulta MItofsky muestra una competencia muy
cerrada, con empate técnico, que no es como la ven otras casas encuestadoras.
Buendía y Laredo difundió la semana pasada su propia medición, donde Morena
empata con la coalición en 27 por ciento, quienes relegan al PRI ocho puntos
abajo. A nivel de candidatos, López Obrador supera por nueve puntos a Anaya y
está arriba de Meade por 15. Una tercera encuesta, publicada por Reforma el 30
de noviembre, le dio al morenista una ventaja de 14 puntos porcentuales sobre
sus adversarios, que los mostró empatados con 16 por ciento del voto.
Las mediciones han mantenido
prácticamente la misma metodología en los tres últimos procesos presidenciales,
pero no deben ser analizadas analógicamente. En 2006 y 2012 el impacto de las
redes sociales en el ánimo y humor del electorado o no existía, o estaba
limitado. Es verdad que hasta ahora, el malestar de un electorado beligerante e
inconforme que se aprecia en las redes sociales, no ha podido trasladarse al voto,
aunque lo más cercano a lograr ese objetivo lo hizo Morena en la reciente
elección para Gobernador en el Estado de México. Los asesores de la candidata
Delfina Gómez confiaban en que la irritación política en las redes anticipaba
una ventaja de 10 puntos sobre el candidato del PRI, Alfredo del Mazo, lo que
no se concretó.
Habría que revisar con datos
y evidencia empírica lo que provocaron, o dejaron de provocar, las campañas
sucias contra Gómez, para poder alcanzar conclusiones preliminares. Filtraciones
del Gobierno federal a la prensa de videos de Eva Cadena, candidata a un
municipio veracruzano, cuando recibía medio millón de pesos para las campañas
de Morena, restaron legitimidad a López Obrador. Paralelamente se difundieron
señalamientos sobre un presunto mal uso de recursos públicos en contra de los
trabajadores de Texcoco, cuando Gómez era Presidenta Municipal. Las dos
campañas frenaron el crecimiento de Gómez, suficiente para que Del Mazo, con la
ayuda de los partidos que respaldaron al PRI, ganara la elección. Sin embargo,
en el tú-a-tú, cayó ante Gómez por 56 mil votos. Es decir, perdió el partido en
el poder, pero ganó su candidato, con casi un millón y medio de votos menos de
los que obtuvo Eruviel Ávila seis años antes.
La pradera incendiada en las
redes sociales contra el PRI no alcanzó a darle la vuelta a la elección en las
urnas, pero el resultado permite argumentar sobre un cambio tangible en los
procesos electorales directamente relacionados con el mundo virtual. Las altas
expectativas que le dan los expertos en opinión pública a López Obrador,
retoman los análisis de comportamiento político en las redes sociales donde se
ve la discusión incendiaria, tumultuosa y descalificadora en Twitter, pero
también el enfado en Facebook con lo establecido y la exigencia de un cambio.
Facebook es el microcosmos del electorado switcher, que puede ir hacia un lado
o hacia otro, mientras que Twitter permite trabajar sobre la hipótesis que ese
switcher está definido, en este momento, por López Obrador.
El llamado al cambio sí se ha
venido reflejando en las encuestas, donde la mayoría de los mexicanos -entre 55
y 85 por ciento- dicen que nunca votarían por el PRI. Los ataques del Gobierno
contra Anaya han radicalizado su discurso y lo ha acercado, en beligerancia, a
López Obrador. Sin embargo, no es antisistémico como el tabasqueño. Anaya es
visto por estrategas del PRI como el candidato más vulnerable, lo que está por
verse. Pero aún si así fuera, la mayor parte de quien votaría por él prefiere,
como segunda opción, a López Obrador. Igual pasa con los independientes. Si no
es por El Bronco o Margarita Zavala, la alternativa mayoritaria es por López
Obrador.
Lo que se plantea en este
texto está lejos de ser una verdad absoluta o un pronóstico de lo que sucederá
el próximo verano en las urnas. Son meramente las condiciones objetivas con las
que arranca las precampañas presidenciales, en vísperas de un año que sí se
anticipa muy caliente.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 14/12/2017 | 03:00 AM)
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