Hasta el último momento,
Miguel Ángel Osorio Chong, el poderoso Secretario de Gobernación, intentó
desbarrancar a quien veía como su único adversario real para quedarse con la
candidatura presidencial del PRI. Fue el jueves. Un video donde el Secretario
de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, llenó de lisonjas al entonces
responsable de Hacienda, José Antonio Meade, llegó a los medios de comunicación
que lo tradujeron como el destape del candidato a la Presidencia, lo aprovechó
el equipo de Osorio Chong para quemar esa posibilidad. Se hicieron llamadas a
periodistas para que dieran gran difusión al video con énfasis en que el exceso
de Videgaray había cancelado la oportunidad de Meade. La difusión del video
molestó al Presidente Enrique Peña Nieto, pero no suficiente para cambiar su
decisión. El viernes por la noche, comunicó a los cuatro rivales de Meade que
la nominación no caería en ellos.
Osorio Chong le informó a su
equipo que él tendría la candidatura, que había visto como suya la noche del 7
de septiembre del año pasado, cuando festejó con sus cercanos la caída de
Videgaray, que había renunciado como Secretario de Hacienda tras el escándalo
por la visita de Donald Trump a Los Pinos, que él organizó. Sin Videgaray y con
el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, golpeado por la oposición magisterial
a la reforma educativa, parecía que el camino hacia la candidatura presidencial
estaba allanado. La tríada de poder que todas las noches definía con el
Presidente la agenda, se había desarticulado.
Videgaray estaba fuera del
gobierno y Nuño había sido marginado en forma humillante por Osorio Chong en
las negociaciones con la disidencia magisterial de una forma tan abierta. El
golpeteo contra Nuño provocó un enfriamiento en la relación con el Presidente,
que le había tolerado que se le escapara Joaquín “El Chapo” Guzmán, permitiendo
que organizara la distribución de armas a los paramilitares en Michoacán
disfrazados como grupos de autodefensa civil. Pero sobre todo, que no rindiera
cuentas por el colapso de la estrategia de seguridad, que planeó desde los días
de la transición en 2012.
El inicio de la pesadilla de
Peña Nieto fue permitir la fusión de las secretarías de Gobernación y Seguridad
Pública. Era un error, le dijo a Osorio Chong el entonces Secretario de
Seguridad, Genaro García Luna, porque el cargo demolía carreras políticas.
Osorio Chong lo ignoró. A mes y medio de entrar el nuevo gobierno, se cuestionó
a Osorio Chong sobre ese movimiento. Dijo que era una recomendación de Santiago
Creel, quien le dijo que cuando fue Secretario de Gobernación tuvo problemas
permanentes con el Secretario de Seguridad Pública, por carecer de las
herramientas para reforzar la gobernabilidad con una fuerza pública. La
propuesta de Creel era otra, la creación de una Secretaría del Interior en
Bucareli, encargada de la seguridad pública, y una Secretaría de la Presidencia
dedicada a la política, como la tuvo el Presidente Luis Echeverría.
Amasar poder en menoscabo de
la gobernabilidad, le costó a Osorio Chong, quien quedó atrapado en menesteres
policiales con una estrategia de seguridad que estalló en pedazos a mitad del
sexenio. Su limitada capacidad lo hizo decidir el cargo de comisionado de
Seguridad Nacional por encuesta, y nombró a Manuel Mondragón, que desmanteló el
sistema de inteligencia criminal construido por años. Pero aún así, el
Presidente cerró los ojos, y le mantuvo una confianza, pese al recelo por el
maltrato a Nuño.
Osorio Chong mantenía sus
expectativas presidenciales, y por razones de trabajo tenía una estrecha
relación con los gobernadores, que le fueron benéficos durante las elecciones
para gobernadores en 2016, donde jugó contra el PRI de Manlio Fabio Beltrones, Videgaray
y el propio Peña Nieto en Veracruz, Tamaulipas y Puebla, donde la dirigencia
del partido se quejó de él, acusándolo de traición. El siguiente episodio que
orilló más a Osorio Chong fuera de la contienda, fue el 4 de junio, cuando el
Presidente convocó a muchos de sus colaboradores a seguir desde Los Pinos los
resultados en el Estado de México.
La cita era a las nueve de la
noche, pero el Secretario llegó cerca de la una de la mañana del lunes con
bastantes copas encima. En un momento dado se hizo un círculo, donde Osorio
Chong, a quien le encantan los caballitos de tequila, retó a varios
secretarios. José Narro, el Secretario de Salud, fue el primero. Videgaray vino
después y luego Nuño. Meade, que no bebe, se abstuvo. Después, tomó la palabra
y dijo frente al Presidente que le daba gusto verlo sonreír, porque hacía mucho
tiempo que no lo hacía. La frase no cayó bien. Muchas de las críticas al
Presidente habían sido por el fracaso de las políticas bajo responsabilidad del
Secretario de Gobernación, quien sistemáticamente dejó que todos los negativos
por sus fallas le cayeran al Presidente, sin casi nunca protegerlo.
Aún así, tras los sismos de
septiembre insistió en privado que sus posibilidades se habían fortalecido, y
continuó trabajando su cuarto de guerra, creado desde 2013 para acompañar sus
aspiraciones presidenciales. Al cierre de la semana pasada, la instrucción era
estar atentos porque el destape era inminente. No esperaba en ese momento que
el desenlace tendría otro derrotero. Pero muy él, aprovechó las lisonjas de
Videgaray a Meade para dar un tiro de gracia al equipo enfrentado con él
durante casi todo el sexenio. Frente a los resultados, su fracaso se escribe en
piedra: Meade derrotó al Secretario de Gobernación, y a quien mejor representaba
la nomenklatura del partido. Punto.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 30/11/2017 | 04:05 AM)
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