El pasado 5 de junio se
cumplieron ocho años de la mayor tragedia del Sonora contemporáneo: el incendio
de la Guardería ABC en Hermosillo, que costó la vida a 49 infantes y dejó
secuelas en otros tantos menores.
Ese hecho marcó la vida del
estado y del país por sus repercusiones en el imaginario colectivo y porque fue
producto dela irresponsabilidad de particulares y funcionarios públicos de
todos los niveles.
Décadas atrás, el 23 de
octubre de 1975, la policía judicial el estado al mando del teniente coronel
Francisco Arellano Noblecía, arremetió a tiros en contra de un grupo de
campesinos en un predio tomado en San Ignacio Río Muerto.
El movimiento campesino
solicitante de tierras se enfrentaba a los dueños de latifundios encubiertos
encabezados por Jaime Vargas Martínez, padre del secretario de Hacienda de
Eduardo Bours, Ernesto Vargas Gaytán, líder de los agricultores y propietario
de miles de hectáreas y maquinaria, quien junto con Javier Robinson Bours,
tenían el dominio de los bancos en la entidad. Con ellos hacía equipo el
dirigente de la pequeña propiedad de Cajeme, Adalberto Rosas López.
Al conocerse el suceso, la
destitución del gobernador Carlos Armando Biebrich, fue ordenada directamente
por el presidente Luis Echeverría.
En 1967, otro movimiento,
pero de origen estudiantil y popular, con eje en la UNISON, dio de que hablar.
Su oposición al autoritarismo gubernamental se hizo eco de las inquietudes que
entonces corrían por el mundo, principalmente los centros intelectuales de
Europa y Estados Unidos. La toma de la máxima casa de estudios por el ejército
fue el colofón de esa historia, un año antes de Tlatelolco.
La expulsión de los chinos en
los 30´s y el despojo de las cooperativas pesqueras en Guaymas, en los 80´s,
forman parte de esa agenda no reconocida de represión en contra de los grupos
vulnerables.
LOS SONORENSES ANTE SUS MIEDOS
Los macheteros, además de
exponer públicamente el verdadero rostro excluyente de la sociedad sonorense,
pusieron al descubierto la carencia de una política criminal para realidad
delincuencial en un país en virtual guerra civil no declarada, que ya cobró más
100 mil muertos y 30 mil desaparecidos.
Ordenada sin una estrategia
que la sostuviera por Felipe Calderón, al inicio de su mandato la “guerra
contra el narco”, ha tenido una secuela trágica para el país y sus comunidades,
a pesar de los millones de pesos invertidos para sostenerla.
Para Wright Mills, autor del
libro “La imaginación sociológica”, el hombre moderno la guerra –muy real en el
caso de México—representa un peligro de perder su destino. Y lo estamos viendo,
con su saldo de sangre, odio e inseguridad que amenaza la cohesión social. La
lucha electoral, es igual de perniciosa.
A la prensa, le ha tocado
aportar su cuota de vidas por su labor en este ambiente de terror.
El asunto no es menor, cuando
las quejas por el incremento de la inseguridad en plazas como Hermosillo,
Cajeme y Guaymas, ha evidenciado la existencia de corporaciones policiacas
ineficientes o disfuncionales y el pasado 9 de abril el Congreso del Estado
aprobó por unanimidad la Ley que Regula el uso de la Fuerza Pública de las
Instituciones Policiacas del estado de Sonora, misma que aún no ha sido
publicada en el Boletín del Estado y por ende no ha entrado en vigor.
Dicho protocolo policíaco fue
aprobado a raíz de eventos como el acecido en la carreta a Bahía Kino ante un
paro de transportistas, en donde salió a relucir la violencia y el uso excesivo
de fuerza para su desalojo.
El Yaqui Power, en voz del
diputado Abel Murrieta, procurador con Eduardo Bours y un tramo con Guillermo
Padrés, “el único procurador policía que ha existido”, según Wenceslao Cota
Montoya, delegado de la Segob en el estado y su jefe cuando fungió como
procurador con Manlio Fabio Beltrones, arreció la crítica ante la inseguridad
galopante, entre cuyas causas enumeró ineficiencia policíaca, resistencias al
llenado del Informe Policial Homologado, el 98% de impunidad en los delitos, el
nuevo sistema penal haciendo agua, los mps están rebasados, no hay de un 80 a
un 90% en los lugares en que imparte justicia Unidades de Medición de Riegos,
para determinar si un individuo es un peligro o no para la sociedad, entre
otras lindezas.
Nada nuevo, pero que dicho
por un vocero de un grupo de poder alcanza una connotación diferente.
ACABAR CON EL PECADO, SALVANDO AL PECADOR
La orden del fiscal general
Rodolfo Montes de Oca, a la AMIC, antes PEI y más antes Policía Judicial, de
tirar a matar a quien se les enfrente a sus muchachos machete en mano, en
legítima defensa, aunque fue vista con aprobación por un sector al que la
delincuencia trae Lázaro, no convenció como parte de una política criminal
adecuada para frenar el fenómeno, cuando en Sonora, por la composición
religiosa de su población habría de imperar la moral cristiana que habla de
acabar con el pecado, pero, salvando al pecador.
Durante el Primer Foro sobre
Criminología, organizado por la Universidad Vizcaya de las Américas, en el
auditorio Fray Ivo Tonek, el criminólogo del INACIPE Martín Gabriel Barrón,
autor del libro “Análisis criminológico de la investigación ministerial”, fue
enfático en afirmar que la rehabilitación de los delincuentes no es posible. La
duda quedó en el aire.
Michel Foucault, en su libro
“Los anormales”, acertadamente sostiene que en un tiempo y lugar determinado el
grupo dominante define a cierto tipo social considerado como un peligro y por
ende indeseable. Hitler lo hizo con los judíos y Donald Trump, con los
mexicanos.
A los macheteros de hoy bien
puede considerárseles como una manifestación de la anomia social que se padece,
la cual según el sociólogo alemán Emile Durkheim, se presenta cuando las normas
sociales dejan de funcionar y provocan el aislamiento del individuo.
CASTIGO A LA POBREZA
En el Palacio Negro de
Lecumberri, a donde fueron a parar los líderes del movimiento del 68, existía
una leyenda por demás explicativa: “En este lugar maldito, donde reina la
tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza”.
A estas alturas, pocos dudan,
como decía el sociólogo Wright Mills, de que la naturaleza humana se revela en
los comportamientos que se observan en la sociedad.
Y la violencia en todos sus
grados, con toda su carga trágica, lamentablemente es parte de nuestro ser
profundo…
SONORA: TRAGEDIA Y MEMORIA
El pasado 5 de junio se
cumplieron ocho años de la mayor tragedia del Sonora contemporáneo: el incendio
de la Guardería ABC en Hermosillo, que costó la vida a 49 infantes y dejó
secuelas en otros tantos menores.
Ese hecho marcó la vida del
estado y del país por sus repercusiones en el imaginario colectivo y porque fue
producto dela irresponsabilidad de particulares y funcionarios públicos de
todos los niveles.
Décadas atrás, el 23 de
octubre de 1975, la policía judicial el estado al mando del teniente coronel
Francisco Arellano Noblecía, arremetió a tiros en contra de un grupo de
campesinos en un predio tomado en San Ignacio Río Muerto.
El movimiento campesino
solicitante de tierras se enfrentaba a los dueños de latifundios encubiertos
encabezados por Jaime Vargas Martínez, padre del secretario de Hacienda de
Eduardo Bours, Ernesto Vargas Gaytán, líder de los agricultores y propietario
de miles de hectáreas y maquinaria, quien junto con Javier Robinson Bours,
tenían el dominio de los bancos en la entidad. Con ellos hacía equipo el
dirigente de la pequeña propiedad de Cajeme, Adalberto Rosas López.
Al conocerse el suceso, la
destitución del gobernador Carlos Armando Biebrich, fue ordenada directamente
por el presidente Luis Echeverría.
En 1967, otro movimiento,
pero de origen estudiantil y popular, con eje en la UNISON, dio de que hablar.
Su oposición al autoritarismo gubernamental se hizo eco de las inquietudes que
entonces corrían por el mundo, principalmente los centros intelectuales de
Europa y Estados Unidos. La toma de la máxima casa de estudios por el ejército
fue el colofón de esa historia, un año antes de Tlatelolco.
La expulsión de los chinos en
los 30´s y el despojo de las cooperativas pesqueras en Guaymas, en los 80´s,
forman parte de esa agenda no reconocida de represión en contra de los grupos
vulnerables.
LOS SONORENSES ANTE SUS MIEDOS
Los macheteros, además de
exponer públicamente el verdadero rostro excluyente de la sociedad sonorense,
pusieron al descubierto la carencia de una política criminal para realidad
delincuencial en un país en virtual guerra civil no declarada, que ya cobró más
100 mil muertos y 30 mil desaparecidos.
Ordenada sin una estrategia
que la sostuviera por Felipe Calderón, al inicio de su mandato la “guerra
contra el narco”, ha tenido una secuela trágica para el país y sus comunidades,
a pesar de los millones de pesos invertidos para sostenerla.
Para Wright Mills, autor del
libro “La imaginación sociológica”, el hombre moderno la guerra –muy real en el
caso de México—representa un peligro de perder su destino. Y lo estamos viendo,
con su saldo de sangre, odio e inseguridad que amenaza la cohesión social. La
lucha electoral, es igual de perniciosa.
A la prensa, le ha tocado
aportar su cuota de vidas por su labor en este ambiente de terror.
El asunto no es menor, cuando
las quejas por el incremento de la inseguridad en plazas como Hermosillo,
Cajeme y Guaymas, ha evidenciado la existencia de corporaciones policiacas
ineficientes o disfuncionales y el pasado 9 de abril el Congreso del Estado
aprobó por unanimidad la Ley que Regula el uso de la Fuerza Pública de las
Instituciones Policiacas del estado de Sonora, misma que aún no ha sido
publicada en el Boletín del Estado y por ende no ha entrado en vigor.
Dicho protocolo policíaco fue
aprobado a raíz de eventos como el acecido en la carreta a Bahía Kino ante un
paro de transportistas, en donde salió a relucir la violencia y el uso excesivo
de fuerza para su desalojo.
El Yaqui Power, en voz del
diputado Abel Murrieta, procurador con Eduardo Bours y un tramo con Guillermo
Padrés, “el único procurador policía que ha existido”, según Wenceslao Cota
Montoya, delegado de la Segob en el estado y su jefe cuando fungió como
procurador con Manlio Fabio Beltrones, arreció la crítica ante la inseguridad
galopante, entre cuyas causas enumeró ineficiencia policíaca, resistencias al
llenado del Informe Policial Homologado, el 98% de impunidad en los delitos, el
nuevo sistema penal haciendo agua, los mps están rebasados, no hay de un 80 a
un 90% en los lugares en que imparte justicia Unidades de Medición de Riegos,
para determinar si un individuo es un peligro o no para la sociedad, entre
otras lindezas.
Nada nuevo, pero que dicho
por un vocero de un grupo de poder alcanza una connotación diferente.
ACABAR CON EL PECADO, SALVANDO AL PECADOR
La orden del fiscal general
Rodolfo Montes de Oca, a la AMIC, antes PEI y más antes Policía Judicial, de
tirar a matar a quien se les enfrente a sus muchachos machete en mano, en
legítima defensa, aunque fue vista con aprobación por un sector al que la
delincuencia trae Lázaro, no convenció como parte de una política criminal
adecuada para frenar el fenómeno, cuando en Sonora, por la composición
religiosa de su población habría de imperar la moral cristiana que habla de
acabar con el pecado, pero, salvando al pecador.
Durante el Primer Foro sobre
Criminología, organizado por la Universidad Vizcaya de las Américas, en el
auditorio Fray Ivo Tonek, el criminólogo del INACIPE Martín Gabriel Barrón,
autor del libro “Análisis criminológico de la investigación ministerial”, fue
enfático en afirmar que la rehabilitación de los delincuentes no es posible. La
duda quedó en el aire.
Michel Foucault, en su libro
“Los anormales”, acertadamente sostiene que en un tiempo y lugar determinado el
grupo dominante define a cierto tipo social considerado como un peligro y por
ende indeseable. Hitler lo hizo con los judíos y Donald Trump, con los
mexicanos.
A los macheteros de hoy bien
puede considerárseles como una manifestación de la anomia social que se padece,
la cual según el sociólogo alemán Emile Durkheim, se presenta cuando las normas
sociales dejan de funcionar y provocan el aislamiento del individuo.
CASTIGO A LA POBREZA
En el Palacio Negro de
Lecumberri, a donde fueron a parar los líderes del movimiento del 68, existía
una leyenda por demás explicativa: “En este lugar maldito, donde reina la
tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza”.
A estas alturas, pocos dudan,
como decía el sociólogo Wright Mills, de que la naturaleza humana se revela en
los comportamientos que se observan en la sociedad.
Y la violencia en todos sus
grados, con toda su carga trágica, lamentablemente es parte de nuestro ser
profundo…
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ LA VIÑA DEL SEÑOR/ 08 DE JUNIO 2017)
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