domingo, 11 de junio de 2017

SONORA: TRAGEDIA Y MEMORIA


El pasado 5 de junio se cumplieron ocho años de la mayor tragedia del Sonora contemporáneo: el incendio de la Guardería ABC en Hermosillo, que costó la vida a 49 infantes y dejó secuelas en otros tantos menores.

Ese hecho marcó la vida del estado y del país por sus repercusiones en el imaginario colectivo y porque fue producto dela irresponsabilidad de particulares y funcionarios públicos de todos los niveles.

Décadas atrás, el 23 de octubre de 1975, la policía judicial el estado al mando del teniente coronel Francisco Arellano Noblecía, arremetió a tiros en contra de un grupo de campesinos en un predio tomado en San Ignacio Río Muerto.

El movimiento campesino solicitante de tierras se enfrentaba a los dueños de latifundios encubiertos encabezados por Jaime Vargas Martínez, padre del secretario de Hacienda de Eduardo Bours, Ernesto Vargas Gaytán, líder de los agricultores y propietario de miles de hectáreas y maquinaria, quien junto con Javier Robinson Bours, tenían el dominio de los bancos en la entidad. Con ellos hacía equipo el dirigente de la pequeña propiedad de Cajeme, Adalberto Rosas López.

Al conocerse el suceso, la destitución del gobernador Carlos Armando Biebrich, fue ordenada directamente por el presidente Luis Echeverría.

En 1967, otro movimiento, pero de origen estudiantil y popular, con eje en la UNISON, dio de que hablar. Su oposición al autoritarismo gubernamental se hizo eco de las inquietudes que entonces corrían por el mundo, principalmente los centros intelectuales de Europa y Estados Unidos. La toma de la máxima casa de estudios por el ejército fue el colofón de esa historia, un año antes de Tlatelolco.

La expulsión de los chinos en los 30´s y el despojo de las cooperativas pesqueras en Guaymas, en los 80´s, forman parte de esa agenda no reconocida de represión en contra de los grupos vulnerables.

LOS SONORENSES ANTE SUS MIEDOS

Los macheteros, además de exponer públicamente el verdadero rostro excluyente de la sociedad sonorense, pusieron al descubierto la carencia de una política criminal para realidad delincuencial en un país en virtual guerra civil no declarada, que ya cobró más 100 mil muertos y 30 mil desaparecidos.

Ordenada sin una estrategia que la sostuviera por Felipe Calderón, al inicio de su mandato la “guerra contra el narco”, ha tenido una secuela trágica para el país y sus comunidades, a pesar de los millones de pesos invertidos para sostenerla.

Para Wright Mills, autor del libro “La imaginación sociológica”, el hombre moderno la guerra –muy real en el caso de México—representa un peligro de perder su destino. Y lo estamos viendo, con su saldo de sangre, odio e inseguridad que amenaza la cohesión social. La lucha electoral, es igual de perniciosa.

A la prensa, le ha tocado aportar su cuota de vidas por su labor en este ambiente de terror.

El asunto no es menor, cuando las quejas por el incremento de la inseguridad en plazas como Hermosillo, Cajeme y Guaymas, ha evidenciado la existencia de corporaciones policiacas ineficientes o disfuncionales y el pasado 9 de abril el Congreso del Estado aprobó por unanimidad la Ley que Regula el uso de la Fuerza Pública de las Instituciones Policiacas del estado de Sonora, misma que aún no ha sido publicada en el Boletín del Estado y por ende no ha entrado en vigor.

Dicho protocolo policíaco fue aprobado a raíz de eventos como el acecido en la carreta a Bahía Kino ante un paro de transportistas, en donde salió a relucir la violencia y el uso excesivo de fuerza para su desalojo.

El Yaqui Power, en voz del diputado Abel Murrieta, procurador con Eduardo Bours y un tramo con Guillermo Padrés, “el único procurador policía que ha existido”, según Wenceslao Cota Montoya, delegado de la Segob en el estado y su jefe cuando fungió como procurador con Manlio Fabio Beltrones, arreció la crítica ante la inseguridad galopante, entre cuyas causas enumeró ineficiencia policíaca, resistencias al llenado del Informe Policial Homologado, el 98% de impunidad en los delitos, el nuevo sistema penal haciendo agua, los mps están rebasados, no hay de un 80 a un 90% en los lugares en que imparte justicia Unidades de Medición de Riegos, para determinar si un individuo es un peligro o no para la sociedad, entre otras lindezas.

Nada nuevo, pero que dicho por un vocero de un grupo de poder alcanza una connotación diferente.

ACABAR CON EL PECADO, SALVANDO AL PECADOR

La orden del fiscal general Rodolfo Montes de Oca, a la AMIC, antes PEI y más antes Policía Judicial, de tirar a matar a quien se les enfrente a sus muchachos machete en mano, en legítima defensa, aunque fue vista con aprobación por un sector al que la delincuencia trae Lázaro, no convenció como parte de una política criminal adecuada para frenar el fenómeno, cuando en Sonora, por la composición religiosa de su población habría de imperar la moral cristiana que habla de acabar con el pecado, pero, salvando al pecador.

Durante el Primer Foro sobre Criminología, organizado por la Universidad Vizcaya de las Américas, en el auditorio Fray Ivo Tonek, el criminólogo del INACIPE Martín Gabriel Barrón, autor del libro “Análisis criminológico de la investigación ministerial”, fue enfático en afirmar que la rehabilitación de los delincuentes no es posible. La duda quedó en el aire.  
   
Michel Foucault, en su libro “Los anormales”, acertadamente sostiene que en un tiempo y lugar determinado el grupo dominante define a cierto tipo social considerado como un peligro y por ende indeseable. Hitler lo hizo con los judíos y Donald Trump, con los mexicanos.

A los macheteros de hoy bien puede considerárseles como una manifestación de la anomia social que se padece, la cual según el sociólogo alemán Emile Durkheim, se presenta cuando las normas sociales dejan de funcionar y provocan el aislamiento del individuo.

CASTIGO A LA POBREZA

En el Palacio Negro de Lecumberri, a donde fueron a parar los líderes del movimiento del 68, existía una leyenda por demás explicativa: “En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza”.

A estas alturas, pocos dudan, como decía el sociólogo Wright Mills, de que la naturaleza humana se revela en los comportamientos que se observan en la sociedad.

Y la violencia en todos sus grados, con toda su carga trágica, lamentablemente es parte de nuestro ser profundo…

SONORA: TRAGEDIA Y MEMORIA

El pasado 5 de junio se cumplieron ocho años de la mayor tragedia del Sonora contemporáneo: el incendio de la Guardería ABC en Hermosillo, que costó la vida a 49 infantes y dejó secuelas en otros tantos menores.

Ese hecho marcó la vida del estado y del país por sus repercusiones en el imaginario colectivo y porque fue producto dela irresponsabilidad de particulares y funcionarios públicos de todos los niveles.

Décadas atrás, el 23 de octubre de 1975, la policía judicial el estado al mando del teniente coronel Francisco Arellano Noblecía, arremetió a tiros en contra de un grupo de campesinos en un predio tomado en San Ignacio Río Muerto.

El movimiento campesino solicitante de tierras se enfrentaba a los dueños de latifundios encubiertos encabezados por Jaime Vargas Martínez, padre del secretario de Hacienda de Eduardo Bours, Ernesto Vargas Gaytán, líder de los agricultores y propietario de miles de hectáreas y maquinaria, quien junto con Javier Robinson Bours, tenían el dominio de los bancos en la entidad. Con ellos hacía equipo el dirigente de la pequeña propiedad de Cajeme, Adalberto Rosas López.

Al conocerse el suceso, la destitución del gobernador Carlos Armando Biebrich, fue ordenada directamente por el presidente Luis Echeverría.

En 1967, otro movimiento, pero de origen estudiantil y popular, con eje en la UNISON, dio de que hablar. Su oposición al autoritarismo gubernamental se hizo eco de las inquietudes que entonces corrían por el mundo, principalmente los centros intelectuales de Europa y Estados Unidos. La toma de la máxima casa de estudios por el ejército fue el colofón de esa historia, un año antes de Tlatelolco.

La expulsión de los chinos en los 30´s y el despojo de las cooperativas pesqueras en Guaymas, en los 80´s, forman parte de esa agenda no reconocida de represión en contra de los grupos vulnerables.

LOS SONORENSES ANTE SUS MIEDOS

Los macheteros, además de exponer públicamente el verdadero rostro excluyente de la sociedad sonorense, pusieron al descubierto la carencia de una política criminal para realidad delincuencial en un país en virtual guerra civil no declarada, que ya cobró más 100 mil muertos y 30 mil desaparecidos.

Ordenada sin una estrategia que la sostuviera por Felipe Calderón, al inicio de su mandato la “guerra contra el narco”, ha tenido una secuela trágica para el país y sus comunidades, a pesar de los millones de pesos invertidos para sostenerla.

Para Wright Mills, autor del libro “La imaginación sociológica”, el hombre moderno la guerra –muy real en el caso de México—representa un peligro de perder su destino. Y lo estamos viendo, con su saldo de sangre, odio e inseguridad que amenaza la cohesión social. La lucha electoral, es igual de perniciosa.

A la prensa, le ha tocado aportar su cuota de vidas por su labor en este ambiente de terror.

El asunto no es menor, cuando las quejas por el incremento de la inseguridad en plazas como Hermosillo, Cajeme y Guaymas, ha evidenciado la existencia de corporaciones policiacas ineficientes o disfuncionales y el pasado 9 de abril el Congreso del Estado aprobó por unanimidad la Ley que Regula el uso de la Fuerza Pública de las Instituciones Policiacas del estado de Sonora, misma que aún no ha sido publicada en el Boletín del Estado y por ende no ha entrado en vigor.

Dicho protocolo policíaco fue aprobado a raíz de eventos como el acecido en la carreta a Bahía Kino ante un paro de transportistas, en donde salió a relucir la violencia y el uso excesivo de fuerza para su desalojo.

El Yaqui Power, en voz del diputado Abel Murrieta, procurador con Eduardo Bours y un tramo con Guillermo Padrés, “el único procurador policía que ha existido”, según Wenceslao Cota Montoya, delegado de la Segob en el estado y su jefe cuando fungió como procurador con Manlio Fabio Beltrones, arreció la crítica ante la inseguridad galopante, entre cuyas causas enumeró ineficiencia policíaca, resistencias al llenado del Informe Policial Homologado, el 98% de impunidad en los delitos, el nuevo sistema penal haciendo agua, los mps están rebasados, no hay de un 80 a un 90% en los lugares en que imparte justicia Unidades de Medición de Riegos, para determinar si un individuo es un peligro o no para la sociedad, entre otras lindezas.

Nada nuevo, pero que dicho por un vocero de un grupo de poder alcanza una connotación diferente.

ACABAR CON EL PECADO, SALVANDO AL PECADOR

La orden del fiscal general Rodolfo Montes de Oca, a la AMIC, antes PEI y más antes Policía Judicial, de tirar a matar a quien se les enfrente a sus muchachos machete en mano, en legítima defensa, aunque fue vista con aprobación por un sector al que la delincuencia trae Lázaro, no convenció como parte de una política criminal adecuada para frenar el fenómeno, cuando en Sonora, por la composición religiosa de su población habría de imperar la moral cristiana que habla de acabar con el pecado, pero, salvando al pecador.

Durante el Primer Foro sobre Criminología, organizado por la Universidad Vizcaya de las Américas, en el auditorio Fray Ivo Tonek, el criminólogo del INACIPE Martín Gabriel Barrón, autor del libro “Análisis criminológico de la investigación ministerial”, fue enfático en afirmar que la rehabilitación de los delincuentes no es posible. La duda quedó en el aire.  
   
Michel Foucault, en su libro “Los anormales”, acertadamente sostiene que en un tiempo y lugar determinado el grupo dominante define a cierto tipo social considerado como un peligro y por ende indeseable. Hitler lo hizo con los judíos y Donald Trump, con los mexicanos.

A los macheteros de hoy bien puede considerárseles como una manifestación de la anomia social que se padece, la cual según el sociólogo alemán Emile Durkheim, se presenta cuando las normas sociales dejan de funcionar y provocan el aislamiento del individuo.

CASTIGO A LA POBREZA

En el Palacio Negro de Lecumberri, a donde fueron a parar los líderes del movimiento del 68, existía una leyenda por demás explicativa: “En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se castiga el delito, se castiga la pobreza”.

A estas alturas, pocos dudan, como decía el sociólogo Wright Mills, de que la naturaleza humana se revela en los comportamientos que se observan en la sociedad.

Y la violencia en todos sus grados, con toda su carga trágica, lamentablemente es parte de nuestro ser profundo…


(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ LA VIÑA DEL SEÑOR/ 08 DE JUNIO 2017)





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