Fotos:
Agustín Reyes.- “Nunca hay que decir que no”, sobre candidatura.
Por
primera vez, en cuatro años, Fernando Castro Trenti habla a ZOOM POLÍTICO de su
designación como embajador. Si no se sintió exiliado por el gobierno emanado de
su partido, si sigue pensando en ser candidato, si se involucra en los temas
del PRI; si su grupo político sigue organizado, si es que tuvo que ver con el
nombramiento de su hermano en la Dirección de Seguridad Pública en Tecate o si
su relación con René Mendívil, en verdad es irreconciliable.
Luego
de su carrera a la gubernatura por Baja California, Fernando Castro Trenti
sigue en el cuerpo diplomado del gobierno mexicano. Primero, enviado a la
República de Argentina, con aprobación polémica, pues su designación se dio
justo después de que los resultados electorales no le favorecieran. Su
ratificación en la Cámara de Senadores generó polémica y resultó en votos
encontrados. El cuestionamiento era respecto a su preparación para tal cargo.
“Yo
me sentía preparado para la oportunidad. Era un cargo que era una aspiración
personal”, responde a ZOOM.
“Pasado
el proceso electoral local en 2013, había de tomar decisiones personales y
profesionales. Decidí no quedarme atado a 2013, sino propiciar mi cambio para
mi desarrollo profesional y político. Eso implicaba cambiar del estatus en el
que me estaba desenvolviendo. No quise formar parte de un proceso en el que mi
actitud no fuera la positiva. Cuando invitaron a incorporarme a la embajada, me
gustó mucho la idea porque era uno de mis caminos”.
–
¿Nunca lo sintió, tal como se manejó en la opinión pública, que era una forma
de exiliarlo como candidato del PRI?
Cambió
el tango por los libros.
“El
que tomó la decisión de moverse del estado fui yo. Se acomodó un deseo y un
planteamiento”.
Pero
su relación con el Senado cambió a finales de abril, cuando concluyó su periodo
en Argentina y fue nombrado por Enrique Peña Nieto como embajador en Suiza.
Esta vez, los senadores lo votaron por unanimidad: “recibí el apoyo de todas
las fuerzas políticas cuando estaba en disputa las elecciones de junio. El
proceso más importante para mí fue el escrutinio que me hizo el Senado y salir
aprobado, eso me encantó”.
Sin
embargo, Castro defiende esa aprobación en la Cámara alta. En Argentina, dice:
“cambié el tango por los libros”. Se dedicó a estudiar. Ya concluida la carrera
de Política Económica Internacional y de Relaciones Exteriores, “ambas las
asumí como una responsabilidad, cuando cuestionaban mi formación o
experiencia”.
Además
presume sus logros: “Cuando fui designado Embajador, eran 48 los acuerdos
bilaterales entre Argentina y México, desde 1966 hasta 2013. Esos 48, el último
había sido firmado en 2011. Asumo la Embajada en enero de 2014 y a junio
existen 73 acuerdos, es decir, 25 acuerdos comerciales, de intercambio, de
cooperación en materia educativa y académica”.
Pero
qué hay de su carrera política partidista, a la cual le ha dedicado la mayor
parte de su vida. Dice, “en este momento, está en suspensión”.
Aun
así tiene un análisis propio para las próximas elecciones presidenciales: “en
el fondo, veo un debate en el modelo económico, hay una gran insatisfacción
general en el mundo, en la sociedad, respecto a la falta de progreso. Hay
élites de la sociedad que han logrado progresar y otras que han quedado enormemente
rezagadas”.
Por
ello, en 2018, se discutirá el plan de nación, a diferencia de otras
elecciones. El embajador agrega: “En 2006, fue una elección de contraste de
modelo; en 2012, no llegó al contraste del modelo porque la candidatura
emergente (de Peña), un personaje atrayente para la sociedad, sobrepasó la
discusión del modelo. Viene nuevamente un debate del modelo, ya venían vientos
del Norte, la discusión de modelo se da en territorio norteamericano”.
Y
en ese debate, el tema de la violencia sale por sí solo: “Tenemos un problema
muy serio con la delincuencia organizada, es obvio. Es hora de discutir”.
Horas
antes de la entrevista, una cabeza humana cercenada fue arrojada a metros del
domicilio de su hermano Francisco, junto con un mensaje firmado por el Cártel
de Jalisco, en Tecate, donde se desempeña como director de Seguridad Pública,
en el gobierno priista de Nereida Fuentes.
Se
le enfrenta al embajador con el hecho y sonríe: “Una de las únicas diferencias
que llegaban a la mesa de mi mamá, ella murió en enero de 2016, era mi
contradicción con la profesión de mi hermano. Nunca me gustó su vocación.
Supongo que a él no le gusta mi vocación política. Me da pena que haya
aparecido eso frente a casa de mi hermano. Estoy convencido de que hay que
apoyar al gobernador, a directores de policía y a todos los alcaldes”.
Al
contrario, resulta que es una idea casi generalizada que Francisco está en
Seguridad Pública, en el gobierno de Fuentes, gracias a la amistad que ésta
mantiene con el embajador. Él lo niega: “No intenté ponerlo, qué bueno que la
aceptó, no pudiera opinar mal de que haya aceptado. Nunca le he pedido a los
presidentes municipales, que han sido mis amigos, ningún cargo, mucho menos el
de Seguridad Pública”.
Nereida
Fuentes resultó alcaldesa en 2016. La suerte que no corrió René Mendivil,
otrora cercanísimo de Castro. Se le pregunta si su relación es irreconciliable:
“cuando concluyó mi etapa activa, me siguieron expresando y relacionándome con
personas que en la época pasada, colaboraron conmigo, lo seguían haciendo. Yo
dejé claro que nadie me representa en Baja California”.
“En
el caso del licenciado Mendívil, como en cualquier otro caso, no me representa.
No tenemos ningún punto conectividad en la actividad política, puesto que él
tiene una y otra”, remata.
A
días de terminar su tercera maestría y un doctorado en Marketing Político,
Gestión de Gobierno y especialista en campañas electorales, se le pregunta:
– ¿Qué responde cuando le preguntan si
quiere ser candidato?
“Lo
que sí quiero es que nos vaya bien en el país. No obstante, de que vivo muy
feliz, sé el nivel de responsabilidad y compromisos y nunca hay que decir no”.
(SEMANARIO
ZETA/ Zoom Político / Isaí Lara Bermúdez /Lunes, 19 Junio, 2017 12:00 PM)
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