JAVIER VALDEZ. Bandera dolorosa.
Fue un acuerdo de Ríodoce: no
solo seguiríamos haciendo periodismo, sino que también nos incorporaríamos a
las actividades cívicas para exigir justicia por el asesinato de Javier Valdez
Cárdenas. Nunca como periódico lo habíamos hecho. Muchos de los compañeros han
asistido a marchas cuando se trata de protestar por algo, casi siempre en temas
relacionados con la violencia. Pero en todos los casos, como periódico, alguien
debía cubrir la nota. Y procurábamos que fuera un reportero más, despojado
hasta donde se pudiera de los humores del acto.
Ahora no. Todos escribimos,
todos protestamos; todos investigamos, todos publicamos, todos salimos a las
calles a gritar nuestra rabia, a exigir castigo para los asesinos de Javier, a
pegar con engrudo carteles en las paredes, a colocar calcomanías en los autos,
a firmar espectaculares, a colgar pendones, a encender veladoras en los altares
que improvisa la gente en las esquinas, a rezar los creyentes, a llorar los
inconsolables, a marchar, a leer a muchas voces los libros de Javier en las
plazas, a fumar y rolar sus Malayerba, a pedirle a la gente que se junte, que
no olvide, que abrace esta causa por las libertades y la justicia en que se ha
convertido el reportero asesinado.
No esperaremos a que las
fiscalías nos den resultados. De hecho no creemos en la justicia, menos en la
PGR, que se ha ganado a pulso el descrédito mundial. Ahí están los
desaparecidos de Iguala, las lágrimas de Ayotzinapa, su “verdad histórica”
hecha polvo.
Han pasado quince días y, sea
por la secrecía obligada o porque no hay muchos avances en las investigaciones,
lo único que vemos enfrente es un cuarto oscuro lleno de interrogantes. La
Fiscalía estatal fue desplazada de las indagatorias pues, aunque fue la primera
en abrir una carpeta de investigación, quien está llevando a cabo todas las
pesquisas, las de calle y las “científicas”, es la PGR a través de la Fiscalía
Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión
(Feadle).
Según nos han explicado, el
grupo técnico y de investigación que está a cargo del caso es compacto y sin
ninguna relación con las policías locales. Eso que les valga. No es que en la
PGR no haya corrupción —siempre hemos pensado y dicho todo lo contrario—, pero
es obvio que estarían más penetradas por el hampa —y por lo mismo por los
probables autores materiales e intelectuales del crimen— las estructuras
estatales de investigación. (Agréguese que el Fiscal Juan José Ríos Estavillo
va llegando al cargo y ni él sabe todavía en quiénes se puede confiar).
Pero no hay cheques en blanco
para nadie y no tienen mucho tiempo para saciar la demanda de justicia.No hay
un crimen en México que haya suscitado tanto repudio en el mundo como el de
Javier Valdez. Y eso tiene que marcar una diferencia. No porque los otros
periodistas asesinados hayan sido menos importantes. O los maestros de
Concordia, o el abogado de Mazatlán, o el director de la clínica del Issste. O
los asesinados de Guerrero, de Puebla, de Tamaulipas, de Chihuahua…Todos
importan. Todos importamos. Pero el impacto que ha causado su muerte tiene que
sacudir las instituciones de justicia del país. Y a las conciencias:Ni uno más.
Y convertir esa ira y ese miedo y esa pesadumbre en acciones colectivas.
Si los grandes medios de los
Estados Unidos se unen para condenar el crimen, tenemos que mantener su alerta
en vivo; si la prensa nacional propone un ¡Ya basta! y foros para buscar
garantías a la libertad de expresión, debemos ser los primeros en estar ahí; si
organizaciones europeas toman las plazas, debemos hacer eco desde acá; si se
hacen cadenas de oración, también.
Nunca nuestro México había
sido tan inseguro como ahora; nunca las libertades habían estado tan
amenazadas; nunca los gobiernos habían sido tan impotentes ante las embestidas
delasorganizaciones criminales. Pero tampoco nunca un asesinato había concitado
un ¡hasta aquí! tan inequívoco.
Es ahora de pie, o nos
sentamos a esperar quién sigue.
BOLA Y CADENA
UNA COSA NOS INQUIETA EN EL
CRIMEN de Javier Valdez. Los que lo asesinaron no son gatilleros profesionales.
La forma en que lo atacaron habla de un desparpajo descomunal: tiros en sedal,
en la mano, en los brazos, un impacto en la frente cuando iba cayendo; ya
tirado, balazos en una nalga, en una pierna, en la espalda y, al final, uno en
la nuca. Doce en total. Luego se llevan el auto para dejarlo abandonado ocho
cuadras más adelante. ¿Cuántos días para despejar las dudas? ¿Cuánto tiempo?
SENTIDO CONTRARIO
HABLANDO CON EL FISCAL
ESTATAL, Juan José Ríos Estavillo, le preguntamos qué está pasando con tanto
crimen y su respuesta lo dice todo. Nosotros llegamos cuando los hechos ya han
sido consumados. Hasta ahí, quiere decir que el problema, en principio, está en
la prevención, que los esquemas de seguridad son un fracaso. Pero no hay que olvidar
que una buena forma de prevenir es castigar. Y eso es lo que no ha hecho la
extinta procuraduría de justicia en décadas. Por eso se mata con tanta
facilidad. Y esa será, es ya, tarea de la fiscalía.
HUMO NEGRO
¿DÓNDO ESTÁ EL GOBERNADOR
Quirino Ordaz ante tanto crimen? ¿Dónde los alcaldes? ¿Qué están haciendo para
prevenir los delitos, no solo los homicidios? Los robos y asaltos se han
multiplicado, nadie está seguro ya ni en sus casas. ¿Y los militares qué están
haciendo? ¿A qué vinieron? ¿Y las estrategias?
(RIODOCE/COLUMNA “ALTARES Y SÓTANOS DE
ISMAEL BOJÓRQUEZ/29 MAYO, 2017)
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