El caso contra el Guzmán: 10.000
documentos, 1500 grabaciones y decenas de testigos
El Chapo en la corte.
NUEVA YORK – Durante meses,
se ha dado por hecho que el proceso contra el capo narco Joaquín Guzmán Loera,
el Chapo, sería una empresa de proporciones épicas.
En enero, durante una conferencia
de prensa en la que anunciaron las acusaciones en su contra, los fiscales
federales estadounidenses describieron un elenco casi shakespeariano de más de
40 testigos dispuestos a testificar que Guzmán construyó a lo largo de tres
décadas el imperio de la droga más grande el mundo; que empleaba a un ejército
de asesinos, y que ganaba miles de millones de dólares del narcotráfico con una
flotilla de camiones, aviones, barcos, submarinos y yates.
El viernes 5 de mayo pudo
vislumbrarse el alcance real del caso y la información sugiere que va a ser
enorme.
En una audiencia en la Corte
Federal de Distrito en Brooklyn, los fiscales dijeron que el juicio de Guzmán
podría durar tres meses e incluir hasta 1500 grabaciones de audio del acusado y
de sus cómplices, así como unas 10.000 páginas de documentos. El juez que
preside la causa, Brian Cogan, fijó una fecha en la que “tentativamente” podría
empezar el juicio: abril de 2018.
Michelle Gelernt es una de
las defensoras que representa a Guzmán; habló con la prensa el 5 de mayo
después de una audiencia sobre el caso.
El gran alcance del caso, que
hará un recorrido del ascenso de Guzmán desde ser un productor adolescente de
marihuana a convertirse en el capo internacional que portaba un revólver con
incrustaciones de diamante, es representativo de la enorme reputación del
Chapo.
La fiscalía de Estados Unidos
en Brooklyn lo ha descrito no solo como el narcotraficante más sofisticado a
nivel mundial, sino como un asesino a sangre fría que mandó matar a miles de
personas durante la guerra contra el narcotráfico en México.
Guzmán sigue siendo
considerado algo así como un héroe popular; en especial por haberse escapado
dos veces de prisiones de máxima seguridad en México.
La primera vez lo hizo dentro
de un carrito de lavandería y la segunda a través de un túnel de 1,6 kilómetros
que hizo cavar hasta la ducha de su celda.
Fue difícil conciliar esa
imagen del Chapo con la figura poco impresionante de Guzmán en la corte el
viernes pasado. Se trata de un hombre de baja estatura que pasó la mayor parte
de la hora que duró su audiencia mirando hacia el infinito, mientras escuchaba
la traducción del procedimiento a través de audífonos.
Solo dos cosas parecieron
atraer su atención dispersa: su esposa, Emma Coronel Aispuro, una exreina de
belleza que llevaba un saco de color blanco, y la cantidad de guardias de
seguridad, a los cuales lanzaba miradas fugaces de vez en cuando.
Emma Coronel Aispuro, la
esposa de Joaquím Guzmán Loera, al dejar un tribunal en Manhattan.
El primer tema de la
audiencia fue una discusión sobre si los abogados de Guzmán, los defensores
federales Michelle Gelernt y Michael Schneider, podían seguir representándolo.
El gobierno ha dicho que los dos abogados tienen un conflicto de intereses debido
a que otros abogados de su oficina habían representado anteriormente, durante
un corto tiempo, a dos testigos de cargo que se estaban preparando para
testificar en el juicio.
El juez Cogan, quien calificó
el asunto como “un problema sin importancia”, determinó que los abogados podían
seguir en su función.
Gelernt y Schneider han
argumentado durante varias semanas que Guzmán padece los efectos nocivos de que
se le mantenga en confinamiento solitario en lo que se conoce como 10 South, el
ala más segura del Centro Correccional Metropolitano, una prisión federal en la
zona baja de Manhattan ubicada del otro lado del río desde Brooklyn, donde está
la corte.
El 4 de mayo, el juez Cogan
emitió una orden con la cual rechazó casi todas las solicitudes de la defensa
para relajar las restricciones que se le han impuesto a Guzmán. Las medidas son
necesarias, escribió el juez, para evitar que el acusado continúe con sus
operaciones del Cartel de Sinaloa mientras está en prisión.
La decisión del juez no evitó
que Gelernt se quejara de nuevo el viernes de que los términos del
confinamiento de Guzmán habían hecho que fuera casi imposible prepararlo para
el juicio. La abogada le dijo al juez Cogan que ni a ella ni a Schneider se les
permitía estar en la misma habitación que su cliente en el centro
penitenciario. Si querían mostrarle un documento, dijo, tenían que sostenerlo
contra un ventanal de vidrio acrílico que los separaba.
Esto pareció molestar al juez
Cogan, quien dijo que ese proceso era “engorroso”. Mirando hacia abajo desde su
estrado, preguntó a los fiscales: “¿Cómo vamos a preparar este caso para el
juicio si tienen que hacer eso?”
Al ver que los fiscales eran
incapaces de contestar, el juez Cogan respondió por ellos: se va a enviar a un
juez subalterno a 10 South para investigar opciones más eficaces. Y añadió que
eso sucedería a la brevedad, para que el caso pudiera avanzar.
(EL DEBATE/ New York Times/ 11 DE MAYO
2017)
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