Después del cruento enfrentamiento,
ninguna corporación policiaca o militar está presente en Villa Juárez; en
ausencia de policías, jóvenes en motocicletas recorren las calles
Villa Juárez. Sin lugar para la
autoridadFoto: Noroeste
Las ventanas y las paredes de
los inmuebles muestran los impactos de grueso calibre de la refiega.
Un joven de poco más de 20
años señala las huellas que la balacera del día anterior ha dejado en la
fachada de un expendio de cerveza en Villa Juárez.
Luego se agacha; esculca con
la mano y con la mirada: en el lugar aún hay pedacería de plomo de las balas
que machacaron la aparente tranquilidad de este pueblo agrícola, ubicado al
sureste del municipio de Navolato.
El joven sonríe con un gesto
de resignación; luego contempla y se asombra cuando halla en la cortina
extendida de acero hoyos que parecen puntear un zigzag, un efecto que le dio el
balazo que atravesó la cortina enrollada.
"Estuvo bueno el agarre...
y dicen que se va a poner peor", dice casi en voz baja.
Son casi las 10 de la mañana,
y casi 16 horas de que se grabaran, a unos metros de ahí, las escenas
impactantes del ataque que perpetró un grupo armado a otro, que muestran cómo
personas se resguardan y que son testigos directos del infierno desatado en su
propio pueblo.
Casi 16 horas desde que se
han llevado los cuerpos y los vehículos de ese lugar, que se ha limpiado la
mayor cantidad de sangre de los cadáveres.
Han pasado casi 16 horas, y nadie
de la autoridad conocida, las policías Municipal, Estatal, Ministerial,
Federal, el Ejército Mexicano o la Marina, está para resguardar el pueblo. Ni
siquiera hay rastros de las cintas que colocan los peritos de la Procuraduría
General de la República para resguardar las escenas del crimen.
LA SICOSIS EN LA VILLA DE BENITO JUÁREZ
Además de ser un pueblo
pequeño, después de lo ocurrido el martes, es difícil pasar inadvertido por
Villa Juárez; la mayoría mira de pies a cabeza, de ida y de vuelta, y hay
decenas de jóvenes que atentamente observan desde sus motocicletas. Pasan,
vuelven a pasar, se detienen, observan más.
Cualquiera que sea la
dirección en que llegas a Villa Juárez, desde San Pedro por la carretera a
Navolato, o desde Culiacán por la carretera la 20, luego de acceder desde la
autopista a Mazatlán, la entrada forma una confluencia de dos curvas, una
"ye" natural, cuya cola atraviesa el pueblo hacia el sur, es la
avenida principal que marcha en medio de una veintena de calles horizontales.
Al paso, la sensación de
sicosis invade, ese miedo a que el terror se vuelva a desatar en cuestión de
minutos, abraza a todos.
"Yo no estaba
aquí", es el inicio de cualquier charla, sobre todo si tiene que ver con
la jornada sangrienta de un día antes, si tiene que ver sobre el video, el
estruendo, el plomo, los peligros y las imágenes impactantes.
"Yo llegué en la mañana
y no había nada", señala un despachador de combustible para explicar que
retiraron los vehículos, los cadáveres y las cintas que deberían resguardar la
escena del crimen la noche anterior muy tarde o desde ayer muy temprano.
A unos metros, alguien ha
abandonado otro de los vehículos que se puede ver en el video, uno del que se
aprecia que la puerta del conductor se abre y se empareja. Movimientos para
evidencia de que a pesar del estruendo y la lluvia de plomo, hay sobrevivientes.
"Tiene tres balazos el
carro y un tanque de gas allá adentro tiene unos hoyotes", señala otro de
los trabajadores.
"Lo traía el carrito en
la cajuela".
"Ya no caminó (el
carro), le pegaron un balazo en el motor, como que tiró el aceite, alguna manguera
se rompió, yo creo...".
Luego repitió "no estaba
yo, ellos sí estaban".
En la puerta se ven más
huellas de balazos, pedazos de concreto que fueron arrancados con el choque del
plomo. Quien los busca para mostrarlos se emociona por momentos.
Luego toca el tema, cual
clímax de historia, del cilindro de gas que no estalló.
"Ese venía en el carrito
ahí, venía en la cajuela; iba al gas la señora; pero el carrito ese lo atravesó
de un balazo el cofre, ese (el cilindro) lo traía atrás en la cajuela, venía un
señor, una señora y una niña", repite incrédulo.
Recuerda que cuando llegaron
las camionetas y comenzaron a disparar, había empleados, pocos lugares
disponibles en las bombas; muchos clientes y todos se metieron.
"Les hicimos un 'paro',
para que se metieran. Una señora estaba bien espantada, estaba llorando y allá
la senté", dice y señala la puerta de una pequeña bodega de la gasolinera.
"Luego venían un señor y
una niña, que ellos venían con el cilindro de gas en la cajuela, porque iban al
gas, porque ya se les había acabado", agrega.
TESTIMONIOS DE ESTRUENDO Y TERROR
A unos metros también hay un
restaurante y los testimonios son los mismos: estruendo, cristales, polvo y
terror.
Era la hora en que estaba
medio solo, dice su propietario; sin embargo, sólo alcanzaron a bajar la cabeza
y a echarse al piso.
Nos fuimos para allá, otros
para acá, agachados, temblorosos, temerosos, esperanzados y con la petición de
que terminara rápido.
¿Cómo cuánto duró?, le
preguntan, cómo media hora, responde.
El terror, señalan los que
aseguran saber sobre estos casos, hace que los segundos y los minutos se
alarguen, y que se maximicen los "hubiera": mi carro, por ejemplo, lo
cambié para que no le diera el sol y resultó todo balaceado.
"Mi hijo tuvo tanto
miedo que le dolió el estómago", platica su experiencia una de las
empleadas del restaurante mientras prepara un platillo; luego señala a su hijo.
Según confirmó la Secretaría
de Educación Pública y Cultura del Gobierno del Estado, no hubo pretextos para
faltar a clases, pese a los intentos de quienes devoraron noticias, fotografías
y videos falsos en redes sociales.
Pero en Villa Juárez hubo una
excepción.
"Se suspendieron las
clases en jardines de niños, primarias, secundarias y secundarias técnicas,
desde ayer, por la tarde, a raiz de los acontecimientos los directores con los
maestros, el grupo de profesores, acordaron que por tranquilidad y seguridad de
los alumnos hoy suspendían las clases, el día de hoy (ayer) nada más",
señaló la vocera de la SEPyC, Marissa Pineda.
En total, especificó, fueron
nueve primarias, dos secundarias técnicas, una secundaria estatal y tres
escuelas de Educación Especial en la zona.
La charla como otras, siguió
y se interrumpió, como un par de veces: "tengo un primo que sabe de esos
asuntos y me está diciendo que ya se está juntando el grupo armado otra vez...
que ya viene para acá", señala.
"Ay, muchachos, ustedes
saben si se quieren llevarse esa nota", lo replica alguien más.
Al final, todo, suena a
"váyanse".
Y el tono parece venir
acompañado de una melodía, un ruido constante de las decenas y decenas de
motocicletas que pasan por el lugar que pisan los visitantes. Hay quienes de
manera sutil comienzan a tomar fotos abiertas de los escenarios de sus propias
fechadas o los que estacionan sus vehículos, algunos sin placas, para no
perderse momento en primera o segunda fila.
NI POLICÍAS, NI SOLDADOS, NI NADA
Dentro del pueblo, más cerca
de la vivienda donde Rossy, la madre de familia que fue alcanzada por las balas
mientras esperaba el camión para ir a su trabajo en un campo agrícola, el
edificio de la sindicatura está cerrado.
Y lo mismo ocurrió ayer con
lo que sería el equivalente al mercado municipal.
La oficina de atención a
medios del Ayuntamiento de Navolato negó que haya existido una orden de la
autoridad, sin embargo dejaron a la libre decisión de los trabajadores por la
circunstancia de sicosis que prevalecía hasta ayer.
En el lugar, los vecinos han
salido a las calles para ver con novedad que hay cámaras de video o
fotográficas, y con ello se deja venir otra decena de jóvenes en motocicletas
que pasan casi en movimiento coreográfico.
"Dicen que ahorita hubo
otro agarre en la mañana", suena la frase para hacer tragar saliva.
"Que encontraron otro
(cuerpo) acá, que lo acababan de levantar", dice un trabajador de una
funeraria local, sin sustento de lo que decía.
"Está una suburban toda
baleada, llena de armas, y ahí iban a levantar el cadáver. Si quieren ir,
váyanse por ahí, derecho".
-- ¿Ahí hay policías?
--No.
-- ¿Alguien ha visto policías?
--Yo no.
-- Desde la entrada, ni hasta
acá, ¿verdad?
--No, ni policía, ni
Ejército, ni nada.
(NOROESTE/REDACCIÓN/ 09/02/2017 | 04:00
AM)
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