Conforme pasan los días
comienza a tomar forma y sentido lo que en un principio parecían disparates
absolutos del Presidente Donald Trump y sus asesores en la Casa Blanca. Temas
como el que los cárteles de la droga mexicanos pagarán parte del muro en la frontera
con México o el envío de tropas estadounidenses a este País para combatirlos,
empiezan a enseñar qué es lo que el nuevo gobierno en Washington está
persiguiendo: un Plan Colombia, renovado y vigorizado, para México. Esto es,
que ante la insuficiencia del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto para
hacerse cargo de la seguridad interna y enfrente con éxito a las organizaciones
criminales trasnacionales, que temen puedan ser utilizadas por terroristas que
atenten contra Estados Unidos, sea Washington quien tome las decisiones cómo
enfrentarlos, con qué fuerza, intensidad y recursos humanos extranjeros
operando en territorio mexicano.
Los dichos de Trump y sus
asesores muestran el cuerpo de lo que desea de su relación con México y el
gobierno de Peña Nieto, al que no consideran un aliado confiable en el combate
contra los cárteles, sino un enemigo, como se ha descrito en este espacio en
los últimos días. Este diseño significaría el fin de la soberanía mexicana en
cuanto a la definición de tomar decisiones independientes y autónomas en Los
Pinos, mediante un cambio cualitativo monumental en lo que ha sido la
cooperación bilateral en esa materia durante los 10 últimos años: la lucha
contra las drogas dependería estratégica y tácticamente de Estados Unidos.
El Plan Colombia fue firmado
en 1999 por los presidentes Andrés Pastrana y Bill Clinton, con el objetivo de
promover el proceso de paz, combatir la industria del narcotráfico, revivir la
economía y fortalecer “los pilares democráticos” colombianos. Detrás de todo
ello había una estrategia contrainsurgente y la sospecha que también las FARC,
la longeva guerrilla colombiana, tenía relación con grupos terroristas del
Medio Oriente. Quien se encargó de la operación en campo del Plan Colombia, fue
José Rodríguez, quien era el jefe de Estación de la CIA en Bogotá, y quien fue
enviado a México posteriormente, donde estuvo hasta septiembre de 2001, cuando
regresó rápidamente a Washington para hacerse cargo de la guerra contra el
terrorismo como número tres de esa agencia, bajo cuya dirección encontró
Estados Unidos la pista para descubrir a Osama bin Laden. Para entender las
señales que está enviando la administración Trump, hay que recordar lo que ha
sucedido sucedió desde el relevo presidencial.
El 10 de enero, en la
audiencia de confirmación como Secretario de Seguridad Territorial, se publicó
el cuestionario al General John Kelly, quien dijo que las ganancias de los
cárteles son ilimitadas y las condiciones en aquellos países que satisfacen la
demanda de drogas a Estados Unidos y que son razón importante por la que un
alto número de indocumentados son usados por los cárteles utilizan la frontera
con México como un acelerador. “Hay algunas excepciones a esta tendencia
calamitosa. Una es el milagro en Colombia, que ha dado la vuelta de ser un
Estado fallido, a uno que exporta seguridad a la región... Si me confirman,
presionaré a México por una alianza y ayudaré a otras naciones a frenar el
flujo de drogas e indocumentados”.
El 23 de enero, en la
audiencia de su confirmación como Secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo que
los intereses de Estados Unidos estaban mejor protegidos durante la
colaboración militar con el Plan Colombia. “Ha hecho una dramática diferencia y
puede ser considerado un éxito de la política exterior tanto para Estados
Unidos como para Colombia”, añadió. “Colombia es uno de nuestros aliados más
cercanos en el hemisferio y un importante socio comercial”.
El 29 de enero, el Jefe de
Gabinete de la Casa Blanca, Reince Preibus, declaró a la cadena CBS en el
programa “Face The Nation” que aunque no se había tomado una decisión final de
cómo pagaría México por el muro de Trump en la frontera de Texas, una de las
opciones era que parte del costo la asumieran los cárteles de la droga. Desde
septiembre el equipo de transición de Trump preparó una propuesta, que permite
entender eso que parecía locura. El plan se refiere a la creación de un Fondo
de Seguridad Fronterizo Conjunto donde los dineros y propiedades decomisadas a
los cárteles mexicanos, sean utilizados para la construcción y mantenimiento
del muro.
El 6 de febrero, en una
entrevista con la cadena Fox, Trump relevó que durante su conversación
telefónica con el Presidente Peña Nieto hace dos viernes le ofreció la ayuda de
Estados Unidos porque “tenía un problema” con los cárteles de la droga, aunque
no quiso confirmar ni negar que lo había amagado con enviar tropas a territorio
mexicano para combatir esas organizaciones criminales a las cuales el Ejército,
de acuerdo con versiones periodísticas matizadas pero no desmentidas, no
enfrentaba por incapacidad o miedo. Trump ha ido confirmando a pedazos detalles
de esa conversación que el Gobierno mexicano ha desmentido, y que mantiene
silencio sobre los señalamientos últimos del Presidente y sus secretarios.
Al revisar la bitácora de las
declaraciones estadounidenses, lo que se perfila es una línea de acción que
camina hacia un Plan Colombia, cuyo diseño embona con el modelo de cooperación
que busca el gobierno de Trump de México, y da coherencia a un eventual
cronograma estadounidense. Se puede argumentar la existencia de un segundo
plano a lo que parecían bravuconadas de Trump y su equipo que no se está viendo
con claridad en México, más peligroso incluso, de lo que se ha anticipado.
Cuidado, es lo que hay que tener.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 08/02/2017 | 02:07 AM)
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