El
debate público en México sobre la política de migración del Presidente Donald
Trump y su intención por construir un muro en la frontera de Texas, no deja de
ser bastante parroquial y limitado. La defensa colectiva se centra en la
protección legal de los mexicanos indocumentados, donde el único plano
analizado es la migración per se. Esa discusión es reduccionista y equivocada.
Desde la campaña presidencial, el tema de la migración ha sido encajonado por
Trump en la seguridad y el temor, arrastrado desde la administración Obama, que
células de Al Qaeda y el Estado Islámico entren por México para realizar
ataques terroristas.
La
paranoia no es exclusiva de Trump, y el temor que sean utilizadas las redes de
contrabando humano por los grupos terroristas musulmanes ha sido una
preocupación constante. Desde hace 20 años ha habido intentos de financieros
árabes de financiar mezquitas en México, y desde 2015 las autoridades
estadounidenses registraron transferencias de dinero de ese país a Tapachula,
Chiapas, para pago de “coyotes”. Un informe de la procuraduría de Arizona,
encontró que Tapachula, frontera con Guatemala, es número uno en recepción de
fondos procedentes del Medio Oriente, y Nogales, Sonora -hay un Nogales en
Arizona-, la segunda a donde más envíos de fondos procedentes del Medio Oriente
llegan.
El
informe encontró que ese año, un solo “coyote” en Tapachula recibió 70
transferencias de dinero de 69 distintos remitentes, cuyos nombres parecían
tener un origen de Medio Oriente. Quince de esas transferencias, concluyó, se
originaron o en esa región, o en África. La investigación en Arizona surgió de
las detenciones en noviembre y diciembre de 2014 de un “árabe” en Amado, un
pueblo de 300 personas cerca de la frontera con México, y cinco paquistaníes y
un afgano en Patagonia, un pueblo ranchero a 35 kilómetros de los límites
internacionales, que habían entrado sin documentos a Estados Unidos.
Las
autoridades estadounidenses no encontraron vínculos terroristas, aunque un
seguimiento realizado por el FBI encontró que la familia del afgano tenía
relación con los talibanes, que son cercanos a Al Qaeda. Las capturas provocaron
un seguimiento más meticuloso sobre posible actividad terrorista en la frontera
con México, que coincidió con la publicación meses después en un sitio en
internet asociado con el Estado Islámico, de un escenario para desatar el
terror en la Unión Americana.
Ese
escenario, describió un reportaje publicado por The Christian Science Monitor
hace dos semanas, era la compra por parte de terroristas de un dispositivo
nuclear en Pakistán, y enviado a través de las rutas de narcotráfico de África
Occidental a América del Sur, y enviada a Estados Unidos a través de la
frontera con México. “De ahí -decía la información en ese portal-, una rápida
carga a través de un túnel de contrabando y, listo, ya estaba mezclado con 12
millones de ilegales en Estados Unidos, con una bomba nuclear en la cajuela de
sus autos”.<
Según
The Christian Science Monitor, lo que sucedió en Arizona y con el portal
asociado al Estado Islámico, fue seguido con atención por los órganos de
inteligencia civil y militares en Estados Unidos, y algunos funcionarios en la
administración Obama los tomaron con más preocupación que otros. Uno de quienes
más interesado estuvo fue el General retirado Michael Flynn, quien era el
director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, nombrado por Trump como
director del Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, y uno de los
miembros de alto nivel del nuevo gobierno que han estado en pláticas con la
delegación mexicana en Washington para la renegociación de la agenda bilateral.
Flynn
ha expresado su creencia que las rutas de contrabando humano desde México,
algunas de ellas manejadas por los cárteles de la droga, ofrecen un método
establecido y seguro para una eventual entrada de terroristas. En una
entrevista en agosto del año pasado con Breitbart News -donde notó Trump su
existencia-, Flynn aseguró que había grupos terroristas que estaban negociando
con los cárteles mexicanos el acceso a sus rutas de contrabando, citando en
particular a Hezbollah, una organización con base en Líbano y vinculada a Irán.
Breitbart News es propiedad de Stephen Bannon, el supremacista en la Casa
Blanca a quien The New York Times identificó esta semana como el poder real
detrás del Presidente de Estados Unidos.
Las
preocupaciones en Washington, sin embargo, tienen sustento. Entre noviembre de
2013 y julio de 2014, 143 personas incluidas en la lista de terroristas del
Departamento de Estado, intentaron entrar sin documentos a través de la
frontera de Texas con México, según publicó el diario Houston Chronicle. Como
resultado, hace 12 días el Gobierno texano elevó su alerta contra el
terrorismo, por el temor de la concreción de un acuerdo entre el Estado
Islámico y los cárteles mexicanos. Paralelamente, su Embajada en México
apresuró la contratación de empresas de seguridad -se venció el actual contrato
con INTER-CON- para proteger a su personal en esa misión y otros nueve
consulados, ante el temor de acciones terroristas, según de documentos
gubernamentales publicados por el portal TMZ, especializado en espectáculos.
El
temor a un ataque terrorista domina la conversación sobre la política
migratoria en Estados Unidos. Los mexicanos no deben confundir la naturaleza
del problema que tienen enfrente y caer bajo el peso de los ladrillos con los
que amenaza Trump. El problema es mucho más profundo y, paradójicamente,
benéfico para México en una negociación integral con el nuevo Presidente, lo
que se abordará un siguiente texto.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter:
@rivapa
(NOROESTE/
Estrictamente Personal/Raymundo Riva Palacio/02/02/2017 | 04:07 AM)
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