El Presidente Enrique Peña
Nieto tuvo un miércoles afortunado al iniciar un proceso de restauración de los
daños ocasionados por su Gobierno en las últimas semanas. Omisiones,
ocurrencias y complacencias de él para y con su primer equipo, lo colocó en una
situación extrema. Para que se entienda de una manera gráfica, lo que llevó esa
suma fue a tener a todos los grupos de interés, los políticos y los económicos,
los políticos y la izquierda social, los maestros y los curas, en las calles.
¿Cómo fue que individuos y organizaciones muchas veces antagónicas se unieron
en su contra? Esto se llama pérdida de consenso para gobernar, y cuando esto
sucede, una nación se vuelve ingobernable.
Este miércoles se dieron
rectificaciones. En la víspera se allanó el camino para el diálogo entre el
Gobierno federal y la disidencia magisterial, cuyo enfrentamiento provocó el
domingo ocho muertos y más de 100 heridos, en el colofón de una semana donde la
economía de Oaxaca fue estrangulada y las imágenes de violencia y caos en México
volvieron a ocupar a la prensa internacional y a gobiernos aliados. Igualmente,
Peña Nieto abrió las puertas de Los Pinos a las cúpulas empresariales,
indignadas porque consideraron una vendetta de los peñistas que en la discusión
del Sistema Nacional Anticorrupción, incorporaran a los ciudadanos en la
rendición de cuentas que corresponde a quienes viven de sus impuestos.
El diálogo político regresó a
Los Pinos, y se impuso esa línea de pensamiento sobre la represiva. Quienes
estaban llevando al pozo al Presidente fueron hechos a un lado. Altamente
notorio fue el desplazamiento del Secretario de Educación, Aurelio Nuño, quien
aseguró a Peña Nieto que meter en la cárcel a los líderes de la Sección 22 de
Oaxaca, terminaría por liquidar a la disidencia magisterial. Contra la opinión
del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, los detuvieron y la
decisión incendió al sur del País. Los ánimos justicieros que han permeado en
la casa presidencial desde el inicio de la administración, siempre han
resultado contraproducentes.
Meter a las personas físicas
y morales a la Ley 3 de 3, dentro del Sistema Nacional Anticorrupción, fue una
de estas ocurrencias que deja pasar, o en algunos casos estimula, el poderoso
consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos. Como en otros
reveses presidenciales -como la formulación de la iniciativa para la
despenalización de la mariguana, o la imposición federal de la iniciativa de
los matrimonios igualitarios-, el fraseo de esa ley que revisó, equiparaba a
los grandes corporativos multinacionales mexicanos con los becarios del
Conacyt, y con quienes se encuentran en los padrones de los programas sociales,
en términos de obligaciones, y de transferencia de los controles y la rendición
de cuentas que debe haber para quienes, como servidores públicos, tienen
responsabilidades con la sociedad. No fue fortuito que desde un principio
acusaran al Gobierno de Peña Nieto de cobrarles facturas por la derrota
electoral del 5 de junio.
Las dos acciones llevaron a
empresarios y maestros a las calles, y junto con otras iniciativas
presidenciales, a los religiosos del País y a la extrema izquierda también. ¿En
qué momento el Presidente unió a enemigos históricos en su contra? Muy
probablemente en el que dejó que unos gobernaran sobre él. La realidad nacional
que descubrió el 5 de junio parece haberlo sacado del pasmo en que se
encontraba. Cuando menos es lo que demuestra con las acciones que ha tomado en
la semana, luego de que este lunes, al anunciar su renuncia como líder nacional
del PRI, Manlio Fabio Beltrones dijo en su discurso de despedida: “Es momento
de entender y atender a lo básico... Es necesaria una transformación a fondo
para servir mejor a la gente y conectarnos más con la ciudadanía, tanto en sus
causas y aspiraciones como en el rechazo hacia políticas públicas con las que
no coinciden”.
Si uno conoce la cultura
institucional de Beltrones, puede asumir que ese discurso que pronunció en el
PRI, no era desconocido por Peña Nieto. ¿Qué tanto sus pláticas con Beltrones y
esas ideas han modificado la forma como Peña Nieto ha actuado como Presidente
para encarar los dos años y medio que le quedan de Gobierno? Se irá viendo con
el tiempo, porque lo golondrina de este miércoles no hace Primavera. Es
importante su decisión y acción, pero no es suficiente.
Su administración ha sido
pletórica de ocurrencias, como ha quedado palpado a través de diversos
decálogos -una ocurrencia más: ¿por qué no puede haber una acción concreta, una
decisión única, y siempre tienen que empantanarlas sus asesores con decálogos?-
que han llegado a ninguna parte, y de complacencias, como ha sido su tolerancia
a colaboradores cuyos consejos regularmente lo han llevado por caminos
equivocados, llevándolo a pagar los costos políticos de las equivocaciones.
La rectificación, como en el
caso de restaurar los diálogos políticos por encima de la mano dura que tanto
les gusta enseñar a varios de sus colaboradores -en el área política y en la
hacendaria-, es un paso importante que ratifica su dicho de hace unos días
cuando dijo que había escuchado las demandas ciudadanas en las urnas. La
consistencia y las acciones subsecuentes probarán la profundidad de su dicho y
mostrarán si en efecto está dispuesto a tomar el control del timón y
restablecer el mando presidencial único, no compartido como hasta ahora ha
sido.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 23/06/2016 | 04:00 AM)
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