CHILPANCINGO. Gro. (Apro).-
El profesor universitario Fernando Pineda Ochoa calificó como grave el hecho de
que aún persista la política gubernamental de reprimir movimientos sociales y
encarcelar líderes sociales, que provocó el surgimiento de movimientos
guerrilleros en la década de los 60 y 70 en el país y dio paso a la estrategia
de tortura y desaparición forzada de personas que se inauguró en esa época en
Guerrero para aniquilar a disidentes.
El ex guerrillero guerrerense
formado ideológicamente en Moscú y Corea del Norte, quien estuvo preso de 1971
a 1976, consideró necesario “saldar cuentas” con el pasado inmediato como
elemental derecho de justicia y credibilidad en las instituciones para
construir una sociedad menos desigual y transitar a la democracia
participativa.
Ello debido a que los casos
de masacre y barbarie orquestados por el gobierno como Aguas Blancas, El Charco
y Ayotzinapa siguen impunes y eso los hace estar presentes en el consciente colectivo,
expresó el académico conocido como “El Gallo”.
Lo anterior, durante la
segunda jornada del “estudiante desaparecido”, organizada por estudiantes del
colectivo Revueltas en la escuela de Filosofía y Letras de la Universidad
Autónoma de Guerrero (UAGro), al sur de esta capital.
Al respecto, Pineda Ochoa, ex
integrante del grupo guerrillero denominado Movimiento Armado Revolucionario
(MAR), hizo un repaso de las condiciones político-sociales que generaron
diferentes focos insurgentes en el país hace 30 años y señaló que las mismas
condiciones prevalecen a la fecha.
Es decir, explicó, hasta el
momento persiste la tortura, la desaparición forzada de personas y la represión
contra movimientos sociales y organizaciones.
Esta situación fue calificada
por el académico como “grave y delicada” argumentando que la herencia histórica
de los surianos y las condiciones político-sociales que se viven en la entidad,
“los convierte en enemigos potenciales del staus quo”.
El postulado del profesor
universitario y ex guerrillero está plasmado en sus libros “En las
profundidades del MAR (El oro no llegó de Moscú)”, y “Balada Marina y otras
historias”, ambos retratan episodios claves de la organización político-armada
a la que perteneció.
Al respecto, dijo que el MAR,
fue formado por un grupo de estudiantes mexicanos, en su mayoría de Michoacán,
cuando se encontraban en Moscú como reacción a la represión contra el
movimiento estudiantil-popular encabezado por jóvenes de la Universidad de San
Nicolás de Morelia en 1963 y 1966.
Por ello, dijo que la lucha
armada de las década de los sesentas y setentas fue producto directo de las
condiciones económicas y político sociales que prevalecían en la época donde el
PRI, se asumía como partido hegemónico, autoritario y represivo frente a los
movimientos sociales disidentes y paternalistas con los sectores sociales
sometidos a través de la prebenda.
“La persecución, la cárcel o
la muerte era el destino de quienes se atrevían a alterar el orden establecido”,
indicó.
Enseguida recordó que en ese
entonces el marxismo-leninismo era el blindaje teórico de la revolución
socialista que pretendía terminar con la explotación del hombre por el hombre y
junto a escritos como “Revolución en la revolución”, del francés Régis Debray,
con los esbozos de Ernesto “El Che” Guevara, completaron el estándar
revolucionario.
Mientras los grupos
guerrilleros empezaron a surgir como “vanguardia del movimiento emancipador” en
Cuba, Centro y Sudamérica, en México los actos de represión gubernamental
contra movimientos estudiantiles y sociales se volvían sistemáticos en
diferentes entidades.
En Chihuahua, después de
varias movilizaciones para exigir un reparto agrario equitativo que se
estrellaron en el muro policiaco militar, surgió el Grupo Popular Guerrillero
formado por Arturo Gámiz y Pablo Gómez, movimiento considerado como el primer
movimiento armado socialista en el país. El próximo 23 de septiembre se cumplen
51 años del asalto al cuartel militar de Ciudad Madera.
En 1960, en Chilpancingo,
Guerrero el Ejército reprimió el movimiento popular en contra del gobernador en
ese entonces Raúl Caballero Aburto que dejó una decena de muertos y la
posterior caída del general cacique.
Fue entonces que el profesor
Genaro Vázquez Rojas formó la Asociación Cívica Guerrerense que después se
transformó en el movimiento guerrillero denominado Asociación Cívica Nacional
Revolucionaria (ACNR).
El 18 de mayo de 1967, fue
reprimida una protesta pacífica en el zócalo de Atoyac de Álvarez, el saldo
seis personas muertas y en respuesta, el también profesor normalista Lucio
Cabañas Barrientos se refugió en la Sierra y creó la Brigada campesina de
ajusticiamiento, hecho que marcó la peor campaña militar contra la sociedad.
La fuerza del núcleo
guerrillero de Lucio Cabañas, señaló Pineda Ochoa, no se debía al número de
campesinos combatientes, ni tampoco el armamento que portaban sino en el apoyo
incondicional de la sociedad.
Por eso, los mandos
castrenses cambiaron la estrategia de confrontación directa contra los
campesinos guerrilleros y aplicaron la táctica denominada “Tierra arrasada”, es
decir, de cerco y aniquilamiento conocido como “genocidio necesario”.
Así, el Ejército, avalado por
el gobierno en sus tres niveles, implementó en la Sierra de Guerrero una brutal
política de represión, tortura y desaparición forzada que dejó una estela de
muerte, terror y desolación.
Los soldados y la terrible
policía judicial de la época de Rubén Figueroa inauguraron la
“detención-desaparición”, y surgieron los soplones, delatores, así como el
secuestro individual y masivo.
“Muchos compañeros, mujeres y
hombres, fueron desaparecidos en mazmorras clandestinas, otros fueron
asesinados por la tortura. Aparecieron los helicópteros de la muerte desde
donde lanzaban personas vivas al mar”, recordó el exguerrillero.
Familias completas de Atoyac,
como los Iturio, Radilla, Barrientos, Cabañas, Flores, Fierro y muchas más
fueron prácticamente aniquiladas por el Ejército en complicidad con el gobierno
en sus tres niveles.
Diferentes organismos
defensores de derechos humanos y familiares de las víctimas han documentado 600
desparecidos en Guerrero en ese entonces, pero muchos no fueron contabilizados
por temor de los sobrevivientes.
Hasta el momento, esta
barbarie institucional contra la sociedad no ha sido esclarecida y tampoco han
castigado a los responsables de este genocidio.
Ante este contexto, Pineda
Ochoa dijo que las libertades conquistadas por la sociedad que tuvo que pagar
con sangre y la vida, siguen siendo muy limitadas en la actualidad.
Lo más grave, indicó, es que
persiste el mismo esquema de represión, tortura y desaparición forzada de
personas de hace 30 años, ahora implementado por autoridades civiles y
militares coludidas con el narcotráfico, situación que se debe analizar ante la
historia de brotes insurgentes que han marcado al país.
El profesor Fernando Pineda
“El Gallo”, recordó el momento cuando fue encarcelado durante cinco años y las
autoridades lo acusaron de “traición a la patria” por haber recibido
entrenamiento ideológico-militar en Moscú y Corea del norte.
“Los apátridas son los
políticos y caciques que han reprimido, torturado y desaparecido a miles de
personas impunemente en el país”, sentenció.
(PROCESO/ EZEQUIEL FLORES CONTRERAS , 25 MAYO, 2016)
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