XALAPA, Ver. (apro).- La música
electrónica estaba a todo volumen. Había unas 200 personas, el ambiente en el
antro Madame apenas empezaba a tomar ritmo, relata Samantha, una treintañera
presente la madrugada del domingo pasado en el lugar de los hechos.
“Recuerdo que sólo empezamos
a escuchar estruendos. Vi gente armada y conforme sucedían los disparos, varios
se empezaron a tirar al suelo y otros a correr, yo pecho tierra me alcance a
esconder en el baño”, relata.
Samantha estaba a cinco
metros de donde empezaron a abrir fuego los sicarios. Mientras se echaba al
suelo notó cómo su ropa y zapatos se mancharon de sangre en cuestión de
segundos.
“Aún tengo la mente
bloqueada. Cierro los ojos y veo sangre (…), hoy me hice un examen de azúcar,
ayer no pegué los ojos en toda la noche, sólo recuerdo cómo cada quien corría
por su vida”, relata.
Tras la balacera, Samantha
recuerda cómo vio a los heridos, tirados sobre la banqueta cuando, entre gritos
y suplicas, empezaron a salir del antro.
“Había temor de que
regresaran los sicarios y volvieran a abrir fuego. Muchos ni nos esperamos a
que arribara la policía, tuve que tirar mi ropa y mis zapatos en casa de una
amiga, pues me tiré en medio de un charco de sangre y si llegaba así mis papás
se iban a espantar”.
El Madame tenía apenas tres
meses de haber reabierto sus puertas, incluso antes tenía una sucursal en la
zona centro; gozaba de la simpatía de la comunidad lésbico-gay y era famoso por
tener barra libre de cerveza a bajo costo.
(PROCESO/ NOÉ ZAVALETA / REPORTAJE
ESPECIAL/ 23 MAYO 2016)
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