CHILPANCINGO, Gro. (apro).-
Desde hace cinco años, José Jorge Balderas Garza El JJ, detenido por sus
presuntos nexos con el narco, declaró ante la Procuraduría General de la
República (PGR) que tras la caída del capo Arturo Beltrán Leyva y la detención
de Édgar Valdez Villarreal La Barbie, los criminales de Acapulco que se
asumieron como independientes no tenían los contactos para traficar droga y los
definió como simples delincuentes sin cabeza acostumbrados al robo, secuestro y
extorsión.
Las declaraciones
ministeriales de dos testigos protegidos de la PGR, entre ellos un ex operador
financiero del cártel de los Beltrán Leyva y El JJ, refirieron que desde 2008
autoridades de los tres niveles de gobierno y el Ejército han brindado
protección a la estructura del extinto capo Arturo Beltrán Leyva El Barbas en
Acapulco.
El testigo protegido con
nombre clave Zajed –quien dijo que fue operador financiero de la extinta
estructura de los hermanos Beltrán Leyva en Quintana Roo y Guerrero de 2008 a
julio de 2009–, aseguró que durante un fin de semana en el puerto se llegaban a
recaudar hasta cuatro millones de pesos “sólo por la venta de droga”.
También afirmó que la policía
porteña recibía 500 mil pesos semanales a cambio de impunidad y que el
encargado de recibir el dinero era un comandante de apellido Frías. Agregó que
en la nómina de esa estructura criminal también había “políticos locales y
oficiales del Ejército” que forman parte de una amplia red de protección para
las operaciones de lavado de dinero, trasiego y venta de droga en la zona.
Las declaraciones
ministeriales forman parte del expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/218/2011, al cual
tuvo acceso Apro. El documento fue integrado por la Subprocuraduría
Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) contra
operadores del grupo denominado Cártel Independiente de Acapulco (CIDA)
detenidos durante diversas operaciones.
El 22 de agosto de 2011, Apro
publicó la nota titulada “Los Beltrán compraron todo Acapulco, revelan
expedientes de la SIEDO” (ahora SEIDO), en la que se advirtió el grado de
infiltración de políticos, autoridades civiles y castrenses coludidos con el
narco en el principal destino turístico y hoy el más violento del país.
Un lustro bastó para la
pudrición de Acapulco, donde los hechos han exhibido el fracaso de la
estrategia policiaco-militar que dirige el Ejército, que mantiene colapsada la
actividad económica y a una sociedad en crisis ante los niveles de impunidad y
violencia.
LA PANDILLA DEL CIDA
Un mapeo criminal realizado
en octubre pasado por la Fiscalía General del Estado (FGE) refirió que,
actualmente, la estructura de la pandilla del Cártel Independiente de Acapulco
(CIDA) abarca cinco sectores del puerto de Acapulco y mantiene una
confrontación con remanentes de los Beltrán Leyva por el control de las calles
porteñas.
A pesar de que las
autoridades tienen bien identificados a los líderes de cada sector al servicio
de ese cártel y su modus operandi, no han logrado revertir los efectos de la
narcoviolencia.
JOSÉ JORGE BALDERAS GARZA EL JJ
La violencia en Acapulco se
recrudeció a partir de que los remanentes del cártel de los Beltrán Leyva
emprendieron una confrontación contra el CIDA para recuperar lo que fue su
bastión durante la administración del exgobernador y actual senador priista René
Juárez Cisneros, uno de los principales beneficiados con posiciones clave en la
administración del actual mandatario Héctor Astudillo Flores.
El otro acaparador de cargos
en la administración estatal es el exalcalde de Acapulco Manuel Añorve Baños,
señalado por sus presuntos nexos con La Barbie.
Para entender el nivel de
contubernio entre autoridades y el narco en Acapulco es necesario revisar la
historia del origen del CIDA, narrada por personajes que formaron parte del
extinto cártel de los Beltrán Leyva.
El 22 de agosto de 2011, la
agencia Apro informó que el testigo Némesis –sobrenombre que le dio la PGR a El
JJ–, afirmó que después de la detención del capo Édgar Valdez Villarreal La
Barbie, en ese mismo mes, la estructura que dejó en manos de su suegro Carlos
Montemayor El Charro se fracturó, debido a que los operadores de Acapulco
decidieron no asumir el mando y conformaron el CIDA.
El CIDA, agregó el testigo,
asumió el control “de toda la delincuencia” en Acapulco y los principales
operadores eran Benjamín Flores Reyes El Padrino y Moisés Montero Álvarez El
Koreano, ambos detenidos por la Policía Federal, el 1 de marzo y 1 de agosto
del 2011, respectivamente.
También operaba Víctor
Aguirre Garzón, señalado como sobrino del exgobernador Ángel Aguirre y detenido
en marzo de 2015, así como Carlos Antonio Barragán Hernández El Melón. Este
último es el único de los fundadores del CIDA que sigue libre y opera en este
destino de playa.
Los cuatro líderes del CIDA
fueron definidos por el testigo Némesis como “delincuentes sin cabeza” que se
dedicaron a robar, extorsionar y secuestrar porque “no tienen los mismos
contactos” de La Barbie para el tráfico de drogas. De hecho, dijo que durante
la época de esplendor del cártel de los Beltrán Leyva, ellos “simplemente eran
sicarios”.
Posteriormente, el CIDA
sufrió una escisión de la que surgió el grupo denominado La Barredora, que
dirige Cristian Hernández Tarín, el hijo de El Chaky, y Heber Jair Sosa El
Cremas. El primero fue detenido en octubre de 2011 y el segundo lidera la
pandilla denominada ahora La Mochomera, que mantiene confrontación con las
células del CIDA.
EL OPERADOR FINANCIERO DE LOS BELTRÁN LEYVA
Con estudios de ingeniería
con especialidad en redes bancarias y “experiencia laboral” en instituciones
bancarias, el testigo Zajed declaró ante un Ministerio Público federal el
pasado 1 de junio de 2011 en la Ciudad de México. Ahí aseguró que durante el
año que se desempeñó como operador financiero del cártel de los Beltrán Leyva
manejaba los fondos de la organización criminal que generaban los secuestros,
extorsiones, narcomenudeo y tráfico de cocaína a escala.
“Mi función principal era el
pago de la nómina a funcionarios del ámbito municipal, estatal y federal que
fueron cooptados por la organización para dar protección y dar las facilidades
a las operaciones del cártel en los estados de Guerrero, Nuevo león y Quintana
Roo”, dijo Zajed en su declaración ministerial.
Semanalmente, refirió el
testigo, asistía a reuniones denominadas “Juntas de Jefes de Plaza”, que se
realizaban en propiedades del capo Arturo Beltrán en Acapulco: una residencia
ubicada “en el fraccionamiento Las Brisas y un rancho que se ubica por Puerto
Marqués”.
Zajed señaló que a estas
reuniones que presidía El Barbas asistían los servidores públicos, policías y
militares que estaban al servicio de la organización. Ahí se discutían “su
participación y responsabilidad” en operativos federales o locales con el
objetivo de no afectar las actividades del grupo criminal y mantener la plaza tranquila,
según el expediente consultado por Apro.
Edgar Valdez Villarreal, La Barbie.
Foto: Miguel Dimayuga.
El ex operador financiero de
los Beltrán señaló que la zona conurbada de Acapulco, específicamente la
colonia Ciudad Renacimiento, es uno de los principales centros de distribución
de droga al menudeo, ya que fue convertido por autoridades locales en la “zona
de tolerancia” del puerto, así como “la aduana o filtro” de acceso al
balneario, donde sicarios permanecen para vigilar la zona.
A El Melón, el testigo Zajed
lo ubica como uno de los sicarios que estaba bajo las órdenes directas del capo
Arturo Beltrán. De Moisés Montero Álvarez El Koreano, dijo que era uno de los
consentidos de El Barbas y de La Barbie porque su función era distribuir todo
tipo de armas para abastecer a la estructura criminal que operaba en Guerrero,
Morelos y el Estado de México.
Zajed manifestó que el
arsenal era conseguido en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México, y El
Koreano se encargaba de llevar las armas a Acapulco, Cuernavaca y a territorio
mexiquense.
Todas estas operaciones eran
coordinadas por Miguel Ángel Moreno Araujo El Buche, considerado como “el hijo
adoptivo” de Arturo Beltrán y el más violento de los pistoleros de la
organización criminal. Sin embargo, fue abatido junto a El Barbas en diciembre
de 2009 en Cuernavaca, según Zajed.
‘EL JJ’, TESTIGO PROTEGIDO
El testigo protegido Némesis
rindió su declaración ministerial el 7 de marzo de 2011 en el municipio de
Almoloya de Juárez, Estado de México, con el propósito de aportar información
relacionada con actividades del narcotráfico realizados en los puertos de Acapulco
y Zihuatanejo. El detenido dijo que perteneció al cártel de los Beltrán Leyva,
según el expediente oficial.
El testimonio se enfocó en
detalles sobre los hechos ocurridos después de la captura de La Barbie el 30 de
agosto de 2010 y la confrontación entre su suegro Carlos Montemayor El Charro,
detenido en noviembre pasado y los operadores de Acapulco que decidieron
conformar el CIDA.
Al respecto, Némesis refirió
que tras la detención de La Barbie, su suegro se comunicó con El Padrino y El
Koreano para decirles que él se iba a hacer cargo de la organización, de los
sueldos y el pago de las autoridades locales para que todo siguiera igual “con
cero mamadas”.
Pero los operadores de La
Barbie no le hicieron caso y decidieron actuar por su cuenta. Junto al operador
de La Barbie en el Estado de México, identificado como El Compayito o La mano
con ojos –recientemente detenido– pretendieron formar un cártel regional, dijo.
Sin embargo, el caso de los
20 michoacanos que fueron levantados en Acapulco durante septiembre de 2011 y
el posterior hallazgo de 18 de ellos en una narcofosa en la zona rural de este
destino de playa, prácticamente marcó la debacle del grupo de La Barbie.
Al respecto, Némesis contó
que tuvo una plática con El Charro, quien le dijo que el grupo de El Melón, El
Padrino y El Koreano levantaron a unos michoacanos porque aseguraban que
formaban parte del cártel de La Familia Michoacana: “Ya les dije que no se
pasen de madre y que los suelten, pero los culeros no me quieren hacer caso”,
expresó el suegro de La Barbie.
El testigo relató otra
conversación con El Charro, en la que éste le informó que los líderes del CIDA
ya habían matado a los michoacanos y que lo responsabilizaron de esta masacre,
a través de mantas que fueron colocadas en sitios públicos de Acapulco, donde
anunciaban la separación de la estructura de La Barbie.
Enseguida, El Charro le pidió
a Némesis que le prestara “gente” para “ponerles en la madre” a los líderes del
CIDA. En respuesta, Némesis soltó: “pero le dije que iba a platicar con la raza
para ver quién se quería ir con él, es decir, le di la vuelta porque yo tenía
mis propios problemas, porque muy seguido salía mi nombre en la televisión
relacionándome con el atentado de Salvador Cabañas”.
A principios de enero de ese
año, José Jorge Balderas Garza, El JJ –señalado como el responsable del
atentado contra el futbolista paraguayo Salvador Cabañas–, fue detenido por la
Policía Federal en una zona residencial de la Ciudad de México y posteriormente
traslado al penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México.
Las autoridades federales
vincularon a El JJ con el cártel de los Beltrán Leyva y posteriormente con la
estructura de La Barbie, situación por la que el testimonio Némesis se
convirtió en una prueba de que Balderas Garza se apegó al polémico programa de la
PGR y fue utilizado por la SEIDO contra uno de los grupos que mantienen una
cruenta guerra en Acapulco por el control de esta plaza donde las autoridades
han sido cómplices de este baño de sangre.
(PROCESO / REPORTAJE ESPECIAL / EZEQUIEL
FLORES CONTRERAS/ 9 MAYO, 2016)
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