FRANCISCO FRÍAS CASTRO. De priista a
independiente.
Cuando parecía que en México
se daban pasos importantes para instaurar la transparencia en los manejos de la
cosa pública y que con ello se combatiría con éxito la corrupción, vemos con
impotencia que ha ocurrido exactamente lo contrario. México sigue siendo, según
todos los estudios y reportes en la materia, uno de los países más corruptos
del orbe.
No es poca cosa. Como no se
trata de una maldición o fatalidad, debe tener una solución, pero hasta ahora
no la hemos encontrado. Todas las esferas de la vida pública en México están
corrompidas hasta el tuétano y, en los hechos, no solo no se ha avanzado, sino
que se observa un retroceso.
Hace muchos años,
refiriéndome al señor Abraham Velázquez, entonces secretario de Obras Públicas
del gobierno estatal, encabezado por Juan Millán Lizárraga, escribí una columna
bajo el título Mr. Ten per cent, porque así le llamaban al funcionario los
constructores, debido a que cobraba el diez por ciento por las obras asignadas
a las compañías. Años después se publicó en Ríodoce un reportaje sobre sus
propiedades, varias residencias adquiridas para él y su familia, que no pudo
haber comprado solo con sus ingresos salariales. Así, su riqueza abrupta y
sospechosa quedó registrada.
Pero comparado con lo que
ocurre ahora, lo que Abraham y su patrón hacían es un juego de niños. Con Juan
Millán se instauró la Ley de Transparencia en Sinaloa y se crearon los
mecanismos para operarla, pero, el sistema en el que se mueven los gobiernos es
un entramado de intereses que siempre en algún punto convergen y se cobijan
entre sí.
A nivel federal se creó la
Auditoría Superior de la Federación (ASF), pero hasta ahora el organismo no ha
sido un verdadero custodio del buen manejo de los recursos públicos. Sus
recursos económicos son limitados y sus alcances legales más aún, de tal forma
que la auscultación de las cuentas públicas es parcial, muestreada apenas, con
observaciones que en la mayoría de los casos se quedan ahí. Hay demandas penales,
sí, pero en la mayoría de los casos son sorteadas con miles de artimañas y,
solo cuando hay una línea política de por medio, se actúa con rigor, como en el
caso del ex gobernador tabasqueño Andrés Granier.
(No está ocurriendo lo mismo
con el ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, que mejor lo detienen en el
extranjero que en México, pese a que el atraco al erario fue tan descomunal
como el que hizo Granier).
¿Qué hará, por ejemplo, la
ASF para castigar el mal uso de los recursos que por más de 800 millones
de pesos observó en la administración
estatal, solo en 2014? ¿Y qué más pudo haber encontrado si no hubiera revisado
solo una muestra? La ASF se echó un clavado en 4 mil 838 millones, pero ese año
se le asignaron al gobierno estatal 50 mil millones, lo cual significa que el
agravio a los recursos de los contribuyentes es mucho mayor. Y de nuevo la
pregunta ¿Qué hará la federación y a quién o a quiénes se castigará?
A nadie, no se castigará a
nadie. Las auditorías han servido más que para castigar a un funcionario
corrupto, para negociar posiciones, dinero, “tajadas”, “moches”… desde el
auditor que revisa las cuentas hasta los jefes de los poderes.
En Sinaloa se perdió la
esperanza de que el atraco que se ha estado haciendo a las finanzas fuera castigado
hasta hace poco, cuando se definieron las posiciones políticas en pos de la
próxima gubernatura. El PRI y el gobierno federal, encabezados por el mismísimo
presidente de la República, llegaron a un acuerdo con el gobernador Mario López
Valdez, para sacar adelante la candidatura de Quirino Ordaz Coppel a cambio de
impunidad.
Y fue todo lo que el
gobernador pudo negociar, impunidad para él y para los suyos, porque búsquele y
verá. Una o dos diputaciones, y una o dos alcaldías, no es para presumir. Y les
fue fantástico si se considera que tenían la guadaña sobre sus cabezas.
Pero así es el sistema. Por
eso funciona. Por eso somos uno de los países más corruptos del mundo.
BOLA Y CADENA
CONSIDERANDO QUE PODRÍAN ser
hasta nueve los candidatos que se disputen la gubernatura en estas elecciones,
podría pensarse que el candidato del PRI, Quirino Ordaz Coppel, va en caballo
de hacienda, pues el voto opositor se va a pulverizar. El problema del
mazatleco sería, entonces, no solo ganar la elección, sino hacerlo de tal forma
que pueda legitimarse después de haber sido criticado porque nadie lo hacía en
este mundo. Para eso, ocupará muchos más votos de los que representa el sólido
de su partido.
SENTIDO CONTRARIO
EN REALIDAD, LO QUE PARECE
anticiparse es una elección desairada, pues no hay fuerzas que polaricen y que
es, en muchos casos, lo que empuja a los electores a las urnas. Con un Quirino
que apenas empieza a muestrearse, con un candidato del PAN —sea quien fuere—
que se anticipa débil, con un PAN dividido y golpeado, y con partidos de
utilería que llevan solo candidatos de paja, será difícil que tengamos una
participación alta en estas elecciones.
HUMO NEGRO
AUNQUE NO HAY QUE DESDEÑAR
dos factores: uno es Frías Castro, que tuvo la osadía, “haiga sido como haiga
sido”, de juntar más de 90 mil firmas de apoyo a su candidatura independiente.
Pudo tener bases de datos que no debía, lo que no pudo hacer es obligar a la
gente a firmar en su favor a menos que haya sido engañada. Si esta cantidad se
tradujera en votos, Frías estaría pasando a la historia. Y la pregunta, en todo
caso, es a quién le va a socavar apoyos. El otro factor emergente es Héctor
Melesio Cuen, que finalmente decidió ir por su partido, el Sinaloense, y cuya
estructura, basada en la Universidad Autónoma de Sinaloa, puede redituarle
muchos votos. Estos dos factores tal vez no incrementen el porcentaje de
votación y lo único seguro es que lo van a dispersar.
(RIODOCE/ COLUMNA “ALTARES Y SÓTANOS” de
Ismael Bojórquez/ 13 marzo, 2016)
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