Los líderes no detenidos han
tomado el control del cártel que opera en al menos 15 estados, dato reconocido
por el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a
la Delincuencia (CENAPI), de la PGR.
Se ha detectado actividad
zeta en al menos otras siete entidades en las que presta servicio de
“sicariato”. Motines en prisiones,
asesinatos y desaparición de periodistas entre sus últimas correrías. Continúa sin probarse la vinculación de ex
gobernadores y empresarios con la organización criminal
Aunque se trata de la
organización criminal más ‘golpeada’ por las autoridades federales –en las dos
últimas administraciones–, Los Zetas continúan con fuerza su actividad
delictiva tanto en México, como al otro lado de las fronteras norte y sur del
país, diversificando sus delitos que no solo se concentran en el narcotráfico.
Eduardo Mendoza Robles, “El Zeta 33”
El cártel fundado por
desertores de grupos de la milicia nacional hace casi dos décadas subsiste a la
captura de sus líderes y las constantes bajas de sus integrantes, lo que
constantemente le obliga a modificar su estructura y el fortalecimiento de sus
células. No en balde le llaman “La Compañía”.
Los Zetas son uno de los
nueve cárteles que la Procuraduría General de la República (PGR) reconoce que
operan en México, al margen de cartelitos o bandas independientes.
También la agencia antidrogas
estadounidense (DEA) afirmó en su ‘reporte anual sobre amenaza de las drogas
2015’ que este clan es uno de los nueve cárteles mexicanos que realizan el
trasiego de enervantes a su territorio.
El alto grado de violencia con el que
ejecutan sus acciones y hacen valer su poder delincuencial es el sello
característico de la organización criminal, destacando su anárquico
comportamiento en las prisiones y el ataque a periodistas en los estados del
noreste y golfo de México.
A la caída de por lo menos 40
de sus líderes o jefes de plaza que han sido capturados o abatidos por el
gobierno de Enrique Peña Nieto, entre ellos los hermanos Treviño Morales, Los
Zetas se muestran inmutables gracias a las alianzas que han tejido en algunos estados
con otros cárteles como el de los hermanos Beltrán Leyva, en Sonora.
LIDERES
Tras la detención el
4 de marzo de 2015 de Omar Treviño “El Z-42”, considerado el último gran capo
del cártel de La última letra, como también como se hacen llamar, el ex comisionado
nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, señaló ufano que la dirigencia
de la banda se había quedado sin sucesores, al menos no había ninguno visible.
Foto: Internet/Eduardo Almanza Morales,
“El Gori II”
Sin embargo los líderes
emergentes rápido asumieron el papel de cohesionar sus células, las que cuentan
con un líder, lugarteniente, contador, jefes de plaza, distribuidores,
sicarios, “halcones” y otros miembros que se distribuyen las labores
delictivas.
Contrario a lo señalado por
Rubido, a la postre depuesto del cargo, tras la fuga del narcotraficante
Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal del Altiplano, es pública y notoria la
asunción del poder de Los Zetas por parte de Maxiley Barahona Nadales “El
Contador”, por el que la Procuraduría General de la República ofrece una
recompensa de 10 millones de pesos.
También se tienen identificados como altos
mandos en la dirigencia zeta a Román Ricardo Palomo Rincones “El Coyote” y
Sergio Ricardo Basurto Peña “El Grande”, por quienes la PGR ofrece igual
recompensa que por el “El Contador”.
Eduardo Almanza Morales es
otro de los mencionados. Por su parte, desde 2014 el gobierno de los Estados
Unidos de América, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros
(OFAC) del Departamento del Tesoro, agregó a su lista de cabecillas del
narcotráfico a Eduardo Mendoza Robles “El Z-33”, quien a la fecha no ha sido
detenido.
A la recomposición de Los
Zetas se suma como factor importante el egreso de prisión de algunos de sus
viejos líderes, como Rogelio González Pizaña “El Kelin” o “El Z-2” (30 de
agosto de 2014) y del ex militar Luis Reyes Enríquez “El Rex” o “Z-12” (15 de
abril de 2015), de quienes se investiga su posible reincorporación o la
creación de nuevos grupos criminales.
PRESENCIA
De acuerdo con un
informe del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el
Combate a la Delincuencia (CENAPI), de la PGR, la agrupación de la delincuencia
organizada en cuestión tiene como sus principales lugares de operación:
Chiapas, Coahuila, Durango,
Estado de México, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, San Luis
Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas.
El mismo reporte señala que
Los Zetas tienen presencia en otras entidades del país, más no como una
organización independiente, sino de manera “sicarial” trabajando para otros
cárteles de la droga en contra de los grupos antagónicos o para el control de
la plaza.
Foto: Internet/Ramón Ricardo Palomo
Rincones, “El Coyote”
Misteriosamente el informe no
señala los estados de Puebla, Campeche y Quintana Roo, donde se han registrado
acciones criminales, principalmente secuestros y ejecuciones, por parte de este
cártel.
También se tienen
averiguaciones previas de su operación en entidades como Aguascalientes,
Guanajuato, Distrito Federal y Sonora. Destacando en el plano internacional sus
actividades en el trasiego de drogas y dirigencia de pandillas en Guatemala,
Honduras, El Salvador y el sur de Texas, en Estados Unidos.
El CENAPI, que continuamente
remite informes a la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y a diversos
jueces de distrito para acreditar la existencia de la organización criminal de
Los Zetas para comprobar a procesados la comisión de delito de delincuencia
organizada, hace una breve descripción de las conductas para-sociales adoptadas
por las varias células delictivas.
“Esta organización se
encuentra vinculada a actividades relacionadas con el narcotráfico y otras
conductas ilícitas; entre las principales destacan la distribución y venta de
enervantes, cobro de derecho de piso, secuestro, extorsión, robo de vehículos,
robo de hidrocarburo, robo de ganado, tráfico y trata de personas, tráfico de
armas, ajuste de cuentas hacia organizaciones antagónicas (levantamientos y
ejecuciones), agresiones y ejecuciones a autoridades estatales, federales,
locales y centros nocturnos, blanqueo de recursos y control de piratería”,
detalla el oficio CENAPI/C1/C3/DGAIDCSR/DIADCS/13981/13.
Y remata:
“Cabe mencionar que no se
cuenta con datos que refieran una estructura definida, debido a que las
organizaciones criminales constantemente se ven modificadas por las detenciones
o bajas de sus integrantes, lo cual dificulta que la organización mantenga una
estructura sin cambios’.
Antecedentes Así como el
cártel de Los Zetas ha establecido nexos con los hermanos Beltrán Leyva, en su
corta historia también ha tenido alianzas efímeras con el Cártel de Juárez de
los hermanos Carrillo Fuentes y el Cártel Arellano Félix en su fallido intento
de frenar la embestida e invasión territorial del Cártel de Sinaloa en la
década pasada. El informe del CENAPI resume el desarrollo del grupo criminal:
“A principios del año de
1997, el Gobierno Federal comisionó efectivos militares de los grupos
Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFE) de la Secretaría de la Defensa
Nacional a la Procuraduría General de la República, como elementos activos de
la entonces Policía Judicial Federal con la finalidad de apoyar en el combate a
las organizaciones criminales.
Foto: Internet/Sergio Ricardo
Basurto Peña, “El Grande”
“A los elementos asignados al
Estado de Tamaulipas les fue asignada la clave Zeta, distintivo que utilizaron
para operar sin ser identificados.
El desarrollo de sus
funciones les permitió inicialmente conocer la forma de operar de las
organizaciones delictivas de la entidad y posteriormente insertarse en la
estructura de la organización del Golfo a través del reclutamiento promovido
por Osiel Cárdenas Guillén, con la finalidad de hacer frente a las acciones
implementadas en su contra por parte de las autoridades federales y
contrarrestar a los grupos antagónicos.
“Las principales actividades a las que se
dedicaba este grupo de sicarios en la estructura de la organización bajo las
órdenes de su líder Arturo Guzmán Dezena “Z-1”, era la de hacer labores de inteligencia
(intervención de líneas privadas de sus antagónicos y oficinas
gubernamentales), la custodia de su líder y lugartenientes, principalmente.
“Posterior a la detención de
Osiel Cárdenas Guillén, el 14 de marzo de 2003, el grupo entró en un ciclo de transición,
en el cual su condición operativa y el desconocimiento de la administración y
logística de una organización delictiva los obligó a ‘rentar sus servicios’,
para lo cual adoptaron la estrategia de dispersarse en pequeñas células.
“Hasta 2009, el grupo armado
Los Zetas continuó operando para la organización Golfo, sin embargo en febrero
de 2010, como producto de diferencias gerenciales entre los líderes de ambos
bandos, Los Zetas deciden abandonar a la organización Golfo y erigirse como
organización autónoma, quedando al frente de la misma Heriberto Lazcano Lazcano
“El Lazca” (presuntamente abatido por SEMAR el 7 de octubre de 2012 en
Progreso, Coahuila) y Miguel Ángel Treviño Morales “Z-40” (detenido por SEMAR
el 15 de julio de 2013 en los límites de Anáhuac, Nuevo León y Nuevo Laredo,
Tamaulipas)”.
Terror y corrupción Desde
luego el informe no hace referencia a los sucesos de terror en los que se
involucra a la organización delictiva ni que sus miembros fueron los primeros
en grabar videosara difundir decapitaciones y crueles asesinatos de rivales o
bien de sus propios elementos señalados como traidores.
Tampoco se mencionan la
matanza en 2008 en Morelia, Michoacán, durante la celebración del grito de
Independencia; la ejecución sumaria de 72 migrantes centroamericanos en 2010,
en San Fernando, Tamaulipas; el secuestro de otros 145 indocumentados a
principios de abril de 2010 en la misma entidad; o el atentado terrorista en
agosto de 2011 al incendiar el Casino Royale, en Monterrey, con saldo de 52
muertos.
Foto: Internet/Mexilay
Barahona Nadales, “El Contador”.
Parte del crecimiento de Los
Zetas es atribuido a su poder corruptor, pues no son pocos los señalamientos
sobre empresarios y políticos coludidos con esta asociación delictiva, aunque
solo en un caso –juzgado en Texas– se pudo sentenciar al industrial Francisco
“Pancho” Colorado, acusado de conspiración para lavar dinero de la organización
a través de subastas de caballos de carreras.
La condena de 20 años de
prisión impuesta a Colorado fue revocada. Sin embargo, no se ha probado la
relación de los ex gobernadores de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba y
Eugenio Hernández Flores con el cártel de ex militares.
Tampoco los señalamientos
hacia el ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés y el ex mandatario
de Veracruz, Fidel Herrera.
Los hechos más recientes que
muestran el desprecio a la vida y la convivencia social por parte de Los Zetas
son las masacres ocurridas en los penales de Apodaca en 2012 con saldo de 44
muertos y de Topo Chico hace unas semanas con la muerte de 49 reclusos. Ambos
establecimientos carcelarios ubicados en Nuevo León.
También destacan los
asesinatos y desaparición de periodistas en Veracruz y el Distrito Federal
durante el último año, como fueron los casos del fotógrafo de la revista
Proceso, Rubén Espinosa (1 de agosto de 2015) y de la reportera Anabel Flores
Salazar, del periódico El Sol de Orizaba (8 de febrero de 2016).
(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ / LUIS
CARLOS SAINZ /LUNES, 14 MARZO, 2016 12:00 PM)
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