La estrategia: atrapar al Chapo, aun por
encima de los derechos de la población
Tamazula, Durango.- Pocos
meses después de la segunda fuga de Joaquín el Chapo Guzmán, altos mando de la
Armada de México y del Gabinete de Seguridad del gobierno federal, se reunieron
con el presidente Enrique Peña Nieto para informarle que el capo se encontraba
oculto en la sierra de Sinaloa, y que su captura, aunque factible, traería
consigo daños colaterales.
Para nadie era secreto
entonces que la segunda fuga del Chapo había puesto en ridículo al gobierno
federal, particularmente a Peña Nieto, quien durante meses fue el hazmerreir en
el mundo debido al escape del capo, y su deseo por recapturarlo era total,
además de una fuerte presión por parte de Estados Unidos.
La orden del mandatario era
capturarlo “costara lo que costara”.
El escenario parecía puesto
para que elementos de la Marina entraran a las montañas de Sinaloa y Durango en
busca del Chapo cuando ellos lo consideran pertinente, aunque ello significara
aterrorizar a sus moradores y convertir la sierra en zona de guerra, e incluso
desplazar a cientos de sus residentes.
DAÑO COLATERAL
La mañana del martes 6 de
octubre de 2015, a las 7:15 de la mañana, Amayrani Ayón hablaba por teléfono
con su mamá cuando escuchó un helicóptero que se acercó tanto a la choza donde
estaba, que desde adentro pudo ver que el aparato apenas sobrevolaba encima de
los encinos de la sierra.
Confundida cortó la llamada,
y tímidamente se asomó para que los marinos la divisaran, cuando una ráfaga de
disparos atravesó violentamente las láminas de su vivienda, localizada en El
Duraznito, una ranchería perteneciente a Tamazula Durango.
Amayrani salió entonces de la
casa para hacerse visible y gritar a los marinos que no le dispararan, cuando
sintió los proyectiles de los disparos hundirse en la tierra, a menos de un
metro de sus pies, obligando a la joven de 20 años a correr al monte, donde se
ocultó entre los troncos de los encinos.
A esa misma hora, a dos
kilómetros al oeste, José Heraclio Peña Nájera no alcanzó a escuchar los
disparos que eran detonados en el Duraznito, porque el segundo de los
helicópteros que minutos antes pasara rumbo a la sierra, sobrevolaba por encima
de su casa.
Heraclio no tuvo tiempo de
nada; de pronto una ráfaga de disparos se incrustó en techos, paredes y suelo,
en tanto él tomaba a su mujer y a su hija, de cuatro meses para meterse todos
debajo de la cama.
Según narra Heraclio, fueron
segundos de vida o muerte, por lo que en cuanto pararon los disparos salieron
corriendo al monte, donde permanecieron ocultos durante tres horas, debajo de
unas piedras que hay bajo un arroyo.
“Cuando regresé me habían
robado las cuatro ruedas de mi troca, y el parabrisas parecía que lo habían
agarrado como tiro al blanco porque estaba hecho pedazos; dentro de la casa se
habían llevado el colchón, y habían revuelto toda la casa”, explicó Heraclio,
durante una visita que hizo Ríodoce a la ranchería El Águila.
La historia parecía repetirse
en las rancherías de La Mesa, El Verano y el Río de los Barraganes, a donde los
marinos llegaron con violencia para aterrorizar a la gente, con el único
argumento de buscar al Chapo.
“Es lo que nos dijeron, que
había hombres armados y que los andaban buscando”, dijo Reyna Sánchez, de la
comunidad del Río de los Barraganes, que a diferencia del resto de los
residentes de esa zona que prefirieron abandonar sus hogares y refugiarse en
Cosalá, ella optó por quedarse en su domicilio, aunque significara ser
prisioneros en sus propias casas.
ORDEN PRESIDENCIAL
Cada que alguien se atrevía a
preguntar a los marinos porqué eran tan abusivos, la respuesta era que “ellos
no eran abusivos, sino que recibían la orden de localizar y arrestar al Chapo,
aunque ello significara afectar a la sociedad civil.
Un marino que habló con la
condición de no ser identificado, dijo a Ríodoce que ellos estaban conscientes
que se cometían ciertos abusos por parte de ellos, pero que esa era la
estrategia presentada al presidente Peña Nieto por su gabinete de seguridad, y
que ésta habría sido aprobada.
“Nosotros no sabemos quienes
viven en esas casas o si hay gente armada, por eso la orden es llegar y
disparar al aire, para que la gente se asuste, salga de sus casas y así
nosotros localizar a quienes andan en malos pasos”, dijo el Marino.
La estrategia, más que
localizar narcotraficantes o identificar a gente del Chapo, lo que provocó es
que más de mil residentes de la zona de Tamazula y Guadalupe de los Reyes,
fuera desplazada por la Marina y se refugiara con familiares en otros
municipios.
Tan sólo el DIF Cosalá
identificó a casi 250 familias de esa zona serrana que acudió a ellos para
solicitarles algún tipo de ayuda.
Lorena Peña, una joven
originaria de El Limón, el sitio donde el Chapo habría estado oculto a
principios de octubre pasado y donde se habría dado un enfrentamiento entre
marinos y gente del capo, recuerda que ese día, mujeres y niños de todas las
rancherías salieron de sus casas y durante cuatro noches caminaron por la
sierra hasta llegar a Cosalá, donde pidieron ayuda.
“Caminábamos de noche por el
monte, porque de día los helicópteros andaban buscando a no sé que, y cada que
veían algo allá iban, por eso dormíamos bajo las piedras de día, y de noche
caminábamos”, relata Lorena, de 20 años.
OJALÁ SE MUERA
Como los marinos dijeron que
la orden de atrapar al Chapo era presidencial, aunque ello significara
desterrar a los residentes de la sierra, la figura de Peña Nieto se convirtió
en los últimos meses en sinónimo que mejor describía el odio.
“Nosotros que daño le hicimos
(al presidente para que ordene que vengan a desplazarnos; como no encuentra a
los 43 estudiantes desaparecidos); al menos hubiera ordenado que entren a
nuestras casas, pero que no nos saquen de ellas, ni que nos disparen”, dijo una
mujer originaria de El Limoncito, cuya casa aún sigue tomada por elementos de
la Marina.
En Los Pinos nadie pudo
responder respecto a esa orden presidencial, mientras que el Departamento de
Comunicación de la Marina dijo que sólo comentaban los boletines de prensa que
eran publicados en la página de Internet de esa dependencia.
Lo cierto fue que, en esa
zona serrana donde colindan los municipios de Tamazula y Cosalá, aparte de Peña
Nieto hay otro personaje que sus residentes han aprendido a no querer, y éste
es el Chapo Guzmán.
“Y no es que nos haya hecho
algo, sino que trae puros atrasos; pues si es por él que nos cae la Marina,
porque se viene a esconder a esta parte, y es cuando viene el gobierno y nos
atrasa a todos por acá”, comentó un residente de esa zona serrana.
TAMBIÉN EN BADIRAGUATO
Pero no sólo en Cosalá y
Tamazula se han visto afectados por la Marina; también Badiraguato ha salido
afectado por elementos de la Armada.
Apenas el pasado 6 de
diciembre, decenas de elementos de la Armada de México llegaron al rancho La
Lagunita para confiscárselo a doña Consuelo Loera, mamá del capo, además de
golpear a varios de sus trabajadores.
Uno de ellos, identificado
únicamente con el nombre de Luis, dijo que durante seis horas fue torturado por
los marinos, que le pedían información que les permitiera ubicar al Chapo,
cuando éste aún no era arrestado.
“Me golpearon tanto, que yo
sentía como me salía líquido de los oídos; al principio pensaba que era agua,
pero después me di cuanta que era sangre”, recuerda Luis.
En Santiago los Caballeros
también se reportaron abusos, lo mismo que en San José del Llano, y en Cosalá,
incluso se habla de al menos una persona desaparecida.
Un marino que estaba a cargo
del aseguramiento de La Lagunita, dijo durante un encuentro con Ríodoce que
ellos no torturaban a nadie, sino que hacían todo operativo con apego a
derecho.
Los residentes de la sierra
sin embargo, se ríen de esa observación: “apego a derecho, y usted les cree. Si
son unos ladrones que nos robaron las poquitas cosas que tenemos y que
compramos con tanto sacrificio, para después venderlas quien sabe donde”,
exclamó una mujer de El Limón, también desplazada.
EL CHAPO EN LA TUNA
La Tuna, Badiraguato.- En al
menos dos ocasiones, Joaquín el Chapo Guzmán habría ido a La Tuna a visitar a
su mamá luego de escaparse de la cárcel El Altiplano, en el Estado de México,
confirmaron fuentes de esa región a Ríodoce.
“Mientras el gobierno lo buscaba
quien sabe dónde, el venía para La Tuna, y se dejaba ver por la gente; pues
porque la gente aquí lo quiere y lo protege”, observó la fuente.
Habría sido el Chapo quien en
corto comentó con sus amigos más cercanos, que gracias a que estaba libre, las
cosas se habían calmado en esa región de Badiraguato, pues había diferencias
entre algunas familias y grupos que dominaban esa región, y que de no haber
intervenido él tras su fuga del 11 de julio pasado, “hubiera corrido sangre”.
Tal vez por ello es que
residentes de las comunidades de Huixiopa, El Barranco, Arroyo Seco, y La Tuna
señalan que tras la captura del Chapo habrá consecuencias negativas en esa
parte de la sierra, “porque de alguna manera, el capo controlaba esa región, y
tras su arresto esa región será disputada a balazos”.
“Aquí la gente lo quiere
porque ayuda, y porque controla para que todo esté bien”, señala don Pedro
Burgos, residente de Huixiopa, y pariente lejano de Pedro Avilés.
Otra persona de Arroyo Seco
dijo que el Chapo había llevado electricidad, drenaje, y había ayudado a poner
pavimento en La Tuna, además de la iglesia que había mandado construir en ese
mismo poblado.
“Yo no sé si en otros lugares
ha ayudado, pero aquí sí lo ha hecho, y si no vea como están otros pueblos, donde
ni siquiera energía eléctrica hay”, observó la persona, quien solicitó no ser
identificado.
El alcalde de Badiraguato,
Mario Valenzuela, señaló en alguna ocasión que ningún capo había ayudado a las
comunidades, y que el único que él tenía conocimiento de haber hecho algo por
su gente, era Rafael Caro Quintero, quien habría aportado dinero para que
hubiera electricidad en La Noria, de donde es originario.
Sobre el arresto del capo,
sólo hay lamentos en esa zona de Badiraguato. Y aunque Ríodoce llegó hasta La
Tuna una vez arrestado el Chapo, esta vez no fue posible hablar con doña
Consuelo.
“Esta cansada”, dijo la joven
que la cuida.
(RIODOCE/ Miguel Ángel Vega/ 17 enero,
2016)
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