El show que ha montado el gobierno
de Enrique Peña Nieto sobre el encuentro entre los actores Sean Penn y Kate del Castillo con Joaquín Guzmán Loera,
el líder del Cártel de Sinaloa, ha sido un buen distractor para que la sociedad evite hacer las
preguntas de fondo respecto a esta última recaptura del capo y al verdadero
destino de éste.
Durante años mucha ha sido la
falsa información que ha dado el gobierno de México respecto a Guzmán Loera y
el Cártel de Sinaloa. Particularmente el gobierno de Enrique Peña Nieto ha
resultado más mentiroso que otros en este tema. La recaptura de 2014, la fuga
de 2015 y la recaptura de ahora.
Es mejor para Peña lavarse
las manos y ofrecer al capo en extradición y no
detener y llevar a juicio a todos los responsables que desde hace
décadas han protegido a Guzmán Loera y al Cártel de Sinaloa: miembros de su
partido político, el PRI, miembros de su gobierno, senadores, diputados,
gobernadores, empresarios que han financiado campañas políticas, miembros de la iglesia Católica, etcétera. En
pocas palabras, los otros señores del narco.
La versión de la captura
tiene tantos agujeros como un queso gruyere. Y ha habido tantas contradicciones
desde la mañana del viernes 8 de enero, hasta ahora que todo carece de sentido.
El gobierno de Peña Nieto
mintió cuando dio la versión de la recaptura del Chapo en febrero de 2014.
Mintió cuando informó sobre cómo ocurrió la fuga.
En 2014 el gobierno federal dijo que la
recaptura del Chapo en la torre Miramar en Mazatlán, Sinaloa, fue el producto de un muy inteligente e
infalible plan de la “inteligencia mexicana” planeado luego de meses de seguir
a Guzmán Loera. Al operativo le pusieron
el pintoresco nombre: “Operación
Gárgola”. Televisa y sus conductores fueron los más entusiasmados de seguir ese
guion gubernamental como pájaros que se comen las migas del suelo.
De acuerdo con esa versión
rastrearon al Chapo hasta un lujoso
fraccionamiento de Culiacán, Sinaloa, y gracias a un túnel debajo de la bañera,
el escurridizo capo logró escaparse por el sistema de alcantarillas, en una
fuga espectacular, para luego refugiarse en Mazatlán.
Según el gobierno, en esa
fuga arrestaron a personas y encontraron un teléfono que sería la clave para la
captura. Varios medios de comunicación
repitieron la versión oficial, ¡incluso se metieron debajo de la bañera!
El propio procurador General
de la República, Jesús Murillo Karam, la madrugada del 22 de febrero de 2014,
dijo que 30 marinos encabezaron la culminación de la “Operación Gárgola”.
Abrieron violentamente la puerta del departamento 401 de la torre Miramar y ahí
se encontraba un hombre de seguridad del Chapo y al propio Joaquín Guzmán
Loera. Según la versión de Televisa,
Guzmán Loera se ocultó en el baño. Pero hubo otras versiones.
La revista The New Yorker publicó en mayo de 2014 que en el operativo los marinos sorprendieron
a Guzmán Loera en la cama con su esposa Emma Coronel, quien supuestamente clamó
por la vida de su esposo y suplicó que no lo mataran.
Según la versión de este
medio norteamericano, el 21 de febrero llegaron a Mazatlán no solo los marinos
mexicanos sino también todo un equipo de
funcionarios de la DEA, del
Departamento de Seguridad Nacional (Department
of Homeland Security) y policías americanos (USA Marshals).
Ni una ni otra historia
fueron verdad. Así quedó demostrado ante un tribunal colegiado meses después de
la recaptura de febrero de 2014, en un litigio ganado por la defensa de Joaquín
Guzmán Loera.
Según la versión dada por la
PGR ante un juez a través de los testimonios de dos marinos, las cosas no
pasaron como dijo Murillo Karam ni como filtraron los gringos. Dos marinos
afirmaron al juez que ellos solos fueron quienes detuvieron al líder del Cártel
de Sinaloa la mañana del 22 de febrero, de manera casual. Dijeron que iban
pasando por ahí frente a la torre Miramar en Mazatlán cuando un desconocido en
la calle les dijo que presuntamente había personas armadas adentro, por lo
que ellos entraron solos al edificio y
que en la puerta del departamento 401 había una persona armada.
Dijeron que cuando los vio,
en vez de disparar se metió corriendo al departamento y que al entrar y gritar
enérgicamente “armada de México” éste se rindió instantáneamente. Que los dos marinos comenzaron a buscar en el
departamento si había más armas y supuestamente encontraron un arsenal. Dijeron
que el Chapo salió en ese momento de una de las habitaciones donde también se
encontraban dos mujeres y dos menores de edad.
Los dos marinos nada dijeron
de la “Operación Gárgola”, nunca mencionaron el magnífico túnel debajo de la
bañera. Ni una sola línea de lo que dijo el gobierno de México o funcionarios
de los Estados Unidos fue sostenida por los dos marinos ante el juzgado.
Por supuesto la versión de
los dos marinos tampoco es creíble. Las verdaderas condiciones en que ocurrió
la recaptura de febrero de 2014 no las sabremos seguramente jamás, tampoco las
de la recaptura del viernes 8 de enero pasado.
Lo único claro, cierto e
irrefutable es que la detención de Guzmán Loera en 2014 no cambió nada, ni un milímetro, el poder del
capo en el cártel, no disminuyó ni un ápice el poder del Cártel de Sinaloa en
el mercado mundial de las drogas, y todos los cómplices de alto perfil de la
organización criminal siguen impunes.
Ahora Peña Nieto y sus muchachos nos recetan una
nueva versión de una nueva recaptura de Guzmán Loera ahora llamada “Cisne
Negro”, para mantener los ánimos cineastas en todo esto.
Además nos distraen con el
falso debate de si Sean Penn y Kate del Castillo debieron o no reunirse con
Guzmán Loera, si debieron denunciarlo o no.
Es obvio que no es ninguno de los dos quienes han protegido a Guzmán
Loera. Honestamente de los muchos que se han reunido y reúnen con El Chapo me
preocupan más otras personas: distintos presidentes de México, sus familiares y
sus amigos; secretarios de Estado en turno, subsecretarios, generales, almirantes, gobernadores, diputados, senadores, candidatos, empresarios, etcétera.
(RIODOCE/ ANABEL HERNANDEZ/ 17 ENERO,
2016)
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