Publicamos
una información que teníamos confirmada desde octubre. No lo habíamos hecho
antes por prudencia. El tema de suyo es delicado y el contexto lo hacía
sumamente riesgoso. Con esos cuidados hemos navegado este barquito de papel
desde que le pusimos las primeras tablas, en 2003.
Los
indicios nos llegaron la segunda semana de octubre. El Chapo Guzmán se había
reunido con Kate del Castillo en la reserva de la UAS. La fuente era muy seria
y la historia verosímil debido a los antecedentes: los mensajes de la actriz al
capo y cierto coqueteo de parte de ella.
No
lo pensamos dos veces, había que ir al lugar y fuimos dos reporteros. Con los
datos que llevábamos y una cámara, no ocupamos ni libreta. Las cosas
importantes no se olvidan. Charlamos con gente de la reserva y obtuvimos los
detalles. Gente de la cabecera municipal que había estado al tanto, contó el
resto.
Como
sabíamos que Kate del Castillo vivía en los Estados Unidos, debíamos documentar
su presencia en nuestro país en esas fechas. Por eso solicitamos información en
el Instituto Nacional de Migración, donde nos dijeron que no había registro
reciente de su ingreso a México.
Pero
era indudable que ella había estado aquí, porque el 3 de octubre por la noche
posteó una fotografía desde un hotel de Guadalajara donde presentó su tequila
“Honor”. La acompaña Sean Penn y los ameniza un mariachi. Buscamos una
entrevista con ella y nos mandó al carajo.
Pero
días después de que detuvieron al Chapo el propio Sean Penn nos hizo un regalo,
pues publicó una crónica-entrevista en la revista Rolling Stone, donde narra
los pormenores del encuentro y hace la misma descripción que nosotros podemos
hacer del lugar donde estuvieron.
Nosotros
pisamos el césped donde once días antes ellos habían estado, subimos las mismas
escaleras, caminamos por los mismos pasillos, entramos a las cabañas,
fotografiamos las camas, los comedores, las cocinas y hasta los biombos que
Penn describe en su crónica cuando dice que la cama donde descansa Kate solo
está separada de ellos por un “divisor de privacidad”.
Las
terrazas de las cabañas que Penn dibuja, también. La comida es la misma… y el
hecho de que no se vieran por ningún lado las armas largas, lo cual nos fue
contado por nuestras fuentes. Las paredes blancas están por todas partes y una
de ellas sirvió de fondo para las fotografías que el actor y el capo se
tomaron.
Incluso
los trayectos que Sean Penn describe. No se llega a la Reserva, desde la
cabecera municipal, sin pasar varios pueblos y vados.
La
salida intempestiva de los visitantes fue registrada en nuestros apuntes aunque
no por la razón que cuenta Penn, cuando habla que se vino una tormenta, sino
porque recibieron el “pitazo” de que había peligro.
¿Qué
quiere el rector de la UAS que se documente? ¿Imágenes de la reunión? No dude,
doctor Guerra, que un día salgan a la luz. Una actitud más sobria le hubiera
dado la estatura de un líder rosalino como los ha tenido sin duda la UAS en
otros tiempos. Decir que si hubiera sido cierto se habría hecho presente para
pedirle un autógrafo a la actriz, es una frivolidad que lo empequeñece. Y
emplazar, como lo ha hecho, a Ríodoce a que documente lo dicho o presente
disculpas, es no tener idea de la madera con que está hecho este esfuerzo
periodístico.
Hemos
cometido errores y los hemos asumido. No hace mucho retiramos de la circulación,
el mismo domingo que salimos, todos los ejemplares de Ríodoce porque publicamos
una fotografía equivocada con la cual causábamos daños a terceros.
Pero
si publicamos esta historia que pone en entredicho la solvencia moral y ética
de una institución, es porque estamos convencidos de su veracidad. Ya será
tarea de las autoridades federales
investigar los hechos. Y ahí estaremos, si es el caso, para asumir las
consecuencias.
BOLA Y CADENA
EL
27 DE NOVIEMBRE PASADO, dos funcionarios de la UAS fueron levantados. Venían de
la facultad de Agricultura. Uno de ellos fue un exdirector de la facultad,
Jacobo Enrique Cruz Ortega y el otro, Alfredo Leal, administrador de la Reserva
de la UAS en Cosalá. A éste lo soltaron después de darle unos golpes y al otro
se lo llevaron. Después de golpearlo le quitaron el vehículo. La UAS interpuso
denuncia por robo de vehículos pero se sospechó entre los mismos funcionarios
que quienes perpetraron el ataque fueron agentes de la Marina vestidos de civil
y que iban no por el carro, sino por información.
SENTIDO CONTRARIO
Fue
un golpe demoledor al Chapo. No al cártel, sino a él. La mirada perdida en esa
fotografía donde aparece junto a Orso Iván Gastélum, el Cholo, lo dice todo.
Joaquín Guzmán Loera, quien llegó a sentirse en los cuernos de la luna después
de su segunda fuga, había perdido el piso. Rompió las reglas que han permitido
que hombres como Ismael Zambada García, con más de 40 años en el negocio de las
drogas, no haya sido detenido nunca. Lejos de pretensiones exhibicionistas,
cuando el Mayo salió a la luz pública en una entrevista que le concedió a Julio
Scherer García, en abril de 2010, lo hizo como estratega. Con ella les dijo a
los gringos ustedes tienen a mi hijo (Vicente Zambada García) y yo tengo
información. Y estoy ante el periodista más prestigiado del país. Y fue un
éxito, porque al final ganó la batalla legal.
HUMO NEGRO
Al
Chapo lo mataron la fama y su afán exacerbado con las mujeres, combinación
fatal para un hombre de su estatura en el mundo del narcotráfico, uno de los
negocios ilícitos más rentables hoy día, y cuyo éxito depende, ente muchas
otras cosas, de una cualidad: la disciplina. Y fue esta cualidad la que Guzmán
Loera transgredió. Y la que lo regresó a prisión.
(RIODOCE/COLUMNA “ALTARES Y SÓTANOS” DE ISMAEL
BOJORQUEZ / 17 enero, 2016)
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