Desde diciembre Manuel
Mondragón está en campaña de relaciones públicas. Director actual de la
Comisión Nacional Contra las Adicciones, no ha hablado sobre su tema, sino
sobre su vida, sus debilidades, sus fortalezas y, sobre todo, como presume, que
bajo su supervisión jamás se hubiera escapado Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Mondragón ha tenido un día de campo con la prensa, y sus afirmaciones no tienen
desperdicio. La joya, sin embargo, está en una entrevista con Milenio el 27 de
diciembre, donde habla tanto de lo que habría hecho de haber seguido en la
Comisión Nacional de Seguridad durante ese periodo, que parece sólo sudar las
culpas por las que debería responder.
¿Qué dice Mondragón de
Guzmán? “Alguien me preguntó”, le dijo a la reportera que lo entrevistó, “¿a ti
se te hubiera escapado “El Chapo”? A mí no, porque yo sabía lo que tenía que
hacer, los cambios de celdas. “El Chapo” estaba en un lugar sin contacto con
ningún preso. No había ruidos. No había televisión. Lo tenía yo a observación
por segundo, 24 horas al día. Diario le mandaba
al secretario de Gobernación un informe detallado desde que el señor se
levantaba, qué hacía, si iba al baño, si iba a la regadera, si comía y qué
comía, cómo se dormía”.
Mondragón prosiguió su
alegoría y cuando le preguntaron sobre las obras del Cutzamala que en un
principio se especuló habían ocasionado ruidos que impedían que se escuchara la
construcción del túnel, respondió con contundencia: “A mí me llegan con ruido y
les digo que ésta es una área de seguridad nacional. Y Cutzamala la pueden
meter por la casa de sus tíos, pero por aquí
no entran. Esa es la mano firme”. La contundencia de Mondragón esconde la
culpabilidad indirecta primaria por haber sido el responsable del
desmantelamiento de todo el sistema de seguridad en los penales federales.
Pero Mondragón no puede
seguir engañando, ni el Gobierno federal, que conoce sus descuidos y errores,
seguir tolerando al primer arquitecto de su descrédito. Todo lo que le dijo a
Milenio es una perorata que oculta la verdad. Lo menos importante, aunque lo
muestra tal como es, es al hablar del Cutzamala. No es cierto que el ruido de
las obras ocultó la construcción del túnel,
que por lo demás, durante dos años él autorizó que se hicieran. La obra
no estaba del lado de la celda de Guzmán, sino al otro extremo del penal del
Altiplano, donde cada año, en la misma fecha, se realiza el mantenimiento.
Tampoco dijo que el Cutzamala fue construido años antes del Penal, que cuando
fue ampliado hace poco más de 10 años, le pasó por encima sin tomar en cuenta la seguridad del reclusorio.
Aunque muestra clara de su
ignorancia, no dejan de ser sutilezas. Lo importante que dejó de hacer y que
creó las condiciones para la fuga, se dieron en 2013, tiempo antes incluso que
se evadiera Guzmán. Mondragón decidió relajar las condiciones penitenciarias
desde que llegó al cargo de comisionado Nacional de Seguridad, al iniciar el
gobierno peñista. En forma verbal le dijo
a su subalterno y responsable de prisiones, Patricio Patiño, que
relajara las medidas porque, fue su argumento, quienes las establecieron en la
administración anterior, habían sido “muy exagerados”. Patiño pidió la orden
por escrito, pero cuando Mondragón se negó, renunció. A su relevo, Eduardo
Gómez, se lo volvió a pedir verbalmente, por lo que duró apenas unos días en
el cargo. El comisionado finalmente
logró su cometido y cerró la academia de formación de funcionarios
penitenciarios, acabó con el reclutamiento de personal para el Sistema Federal
Penitenciario y distendió la disciplina al interior de los penales de máxima
seguridad. Una de las claves en la fuga de Guzmán la construyó Mondragón:
empezó a aceptar todos los amparos de los
narcotraficantes, que antes se rechazaban sistemáticamente. La
televisión que dice que él se la habría quitado, la ganó “El Chapo” mediante
uno de esos amparos.
Los cambios de celda, que
asegura habría hecho, tampoco. El Penal se regía bajo una clasificación de
celdas por tipo de interno y su capacidad financiera, de tal forma que no se
juntaran, por ejemplo, operadores y matones, con quienes podrían pagar por sus
servicios. Mondragón eliminó ese sistema y mezcló a todos. Tampoco estableció
el cambio de celda. Cuando llegó Guzmán,
estaba vigente el status quo que dejó Mondragón. Fue él quien coartó al área de
Inteligencia de la Policía Federal su trabajo de contrainteligencia al ordenar
que se apagara el audio del sistema de videograbación. También fue quien dejó
de pagar el mantenimiento de los distintos sistemas de monitoreo subterráneo y
perimetral. Igualmente no renovó el contrato de los brazaletes con GPS.
Como se ha escrito en este
espacio y en el libro La Segunda Fuga de “El Chapo”, si Guzmán no se escapó
antes fue porque no lo habían capturado. Mondragón oculta la verdad para
protegerse. Sus declaraciones lo debilitan dentro del Gobierno como cuando
apareció junto a Guzmán ante las cámaras de televisión tras ser reaprehendido
en febrero de 2014 para trasladarlo al Altiplano, contra la instrucción del
secretario de Gobernación que había ordenado que ningún funcionario caminara
con él. Aquél protagonismo fue una paradoja. Acompañó a Guzmán a la cárcel que
él, en forma inopinada, tenía lista para que se escapara. El presidente Peña
Nieto tendría ahora que cobrarle el total de la factura.
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL”
DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 07 DE ENERO 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario