La
violencia en México obligó a sacar a los militares a la calle y enfrentar al
crimen organizado, en medio de un sistema penal que no ha podido afrontar la
nueva realidad. Sin embargo, un caso en Nuevo León podría aclarar el panorama
"Cuando
la militarización se hace de manera instintiva, sin tener una protección legal
para la sociedad, pasan casos como este (el homicidio en Anáhuac)"
Carlos
Treviño Vives
abogado
de Cadhac
La
realidad violenta del país ha traído un reto importante para el procedimiento
penal en México.
La
ola de violencia obligó a sacar a los militares de los cuarteles para que
realicen labores de vigilancia y seguridad en las ciudades azotadas por el
crimen organizado.
Pero
al parecer el sistema de justicia en el país no estaba preparado para un
fenómeno que cada vez es más común: las denuncias de abusos por parte de las
fuerzas castrenses.
Esta
semana un caso en Nuevo León puso sobre la mesa el debate sobre cómo se deben
seguir este tipo de incidentes.
Se
reveló en los mismos días en que, en el pueblo de Aquila, Michoacán, se ha
acusado a los militares de disparar a civiles desarmados y provocar la muerte
de un niño.
En
Nuevo León, en el 2010 militares participaron en el homicidio de una pareja
inocente formada por Rocío Elías Garza y Juan Carlos Peña Chavarría, en el
municipio de Anáhuac.
Desde
entonces sus familiares emprendieron una batalla legal asesorados por abogados
de la asociación Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac).
Tras
cinco años de lucha, Cadhac dio a conocer que un soldado fue encontrado
culpable y recibió sentencia por 18 años de prisión por un juez que no es
militar.
La
decisión fue celebrada por muchos activistas, quienes aseguran que sienta un
precedente para que se juzguen más casos que involucran a militares en el
homicidio de civiles inocentes.
Carlos
Treviño Vives, abogado de Cadhac, explicó que la resolución contra el militar,
podría ser ejemplo para otros casos de muertes de inocentes perpetradas por
militares.
“Me
gustaría que este caso sirviera para que la sociedad vaya cambiando su punto de
vista, es cierto que el militar genera cierta confianza que va a mejorar la
seguridad pública. Pero cuando la militarización se hace de manera instintiva,
sin tener una protección legal para la sociedad, pasa este tipo de casos como
este (la pareja de Anáhuac)”, señala el litigante.
“Me
ha dado sorpresa que la sociedad cada vez se está cuestionado cuál debe ser el
papel de los militares en la seguridad pública, porque hay que recordar que nos
van a meter la Policía Militar dentro de la estructura de la Sedena”.
Sin
embargo, el abogado consideró que falta mucho por hacer para lograr una
justicia plena hacia las familias de las víctimas inocentes abatidas por
miembros del Ejército Mexicano.
“La
repercusión de este caso a nivel social se va a ver en cambiar el pensamiento
de la gente y que la sociedad misma
reflexione acerca de cuál debe ser el papel de los militares en la seguridad y
en Nuevo León”, explicó Treviño Vives.
Hoy
en el municipio de Aquila, la justicia está bajo la lupa por la muerte de un
menor y cuatro lesionados el pasado 20 de junio en la comunidad de Ixtapilla.
Jaime
Rodríguez, procurador general de justicia de Michoacán, señaló públicamente que
se abrió una investigación de lo que calificó como homicidio.
“Alguien
evidentemente accionó un arma de fuego, y como resultado de la acción de esta
arma de fuego, es obvio que muere este chiquito”, dijo el procurador.
Pero
no es el primer caso.
El
Ejército Mexicano reconoció haber privado de la vida a 40 civiles inocentes
entre enero de 2007 y agosto de 2012, por supuestos ataques a personal militar.
PGR FALLA EN APLICAR JUSTICIA
Carlos
Treviño Vives, abogado de Cadhac, explicó que el rezago para esclarecer los
crímenes de civiles por militares, se debe a que la PGR no tiene voluntad de
aplicar la justicia.
“Nosotros desde Cadhac vemos que hay una falta
de voluntad política de la PGR. Si bien es cierto que hay investigaciones
ministeriales federales, la investigación se va empantanando y va ocasionado un
desgaste en los familiares de la víctimas.
“Y
si no tiene un apoyo de una asociación civil se le va complicando a los
familiares de las víctimas, porque tienen que contratar un abogado, que cuesta
dinero, además del tiempo que pierden y va ocasionado un desgaste natural de
las personas”, explicó el litigante.
Asegura
que muchas familias se van decepcionando de la justicia mexicana, por lo que
desisten en su petición.
“Y las personas se van olvidando del
expediente, y bueno el caso se va quedando archivado, por lo que no avanza el
expediente”, consideró el abogado.
Otro
caso que llamó mucho la atención, y cuya resolución aún está pendiente, es el
del asesinato de Jorge Otilio Cantú Cantú.
Y
lejos de resolverse, cada vez se aleja el castigo para los siete militares que
por error victimaron al joven, mientras realizaban acciones de policías
estatales en Nuevo León.
El
caso se turnó a los tribunales de León, Guanajuato, donde continúa el juicio.
En
los terrenos de la justicia, el expediente del crimen de Cantú ha rebotado
siete veces de juzgados civiles a castrenses como una “papa caliente”.
El
caso se mantuvo estancado por unos dos años en el Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Penal en Monterrey.
Y
de manera repentina cambió a los tribunales en León.
El
crimen ocurrió el 18 de abril del 2011 cuando los militares abatieron a balazos a Cantú por
presuntamente haberlo confundido con un sicario, en la avenida Lázaro Cárdenas,
al sur de Monterrey.
BUSCAN INCRIMINAR AL INOCENTE
La
investigación del crimen de Jorge Otilio Cantú
Cantú arrojó que los militares le “sembraron” un arma para hacerlo pasar
como delincuente.
Este
patrón de incriminar cuando se asesina a un inocente se establece en muchos
casos, aseguró el abogado Carlos Treviño Vives, de Cahdac.
“El
patrón de los casos de homicidios de inocentes en manos de militares, a las
víctimas se les siembran armas, incluso en los cadáveres se les pone el arma
para accionarla para que den positivo en el uso de armas.
“Es
decir, ya cuando el militar se da cuenta que la víctima no tiene nada que ver
con la delincuencia, además de ponerle el arma, hace que accione el gatillo
para dar positivo en la prueba de balística. Y se les presenta como miembro del
crimen organizado”, dijo el abogado.
Sin
embargo, la PGR, cuando tiene un caso polémico ante la sociedad, en la
utilización de sus facultades legales traslada el caso del estado en donde
ocurrió el delito hacia otra entidad federativa.
Y
esto, dice Treviño Vives, es muy común
que suceda.
“Muchas
veces por cuestión de la PGR, las investigaciones se van a otra entidad
federativa; tal es el caso de los estudiantes del TEC, que está siendo
investigado por el Ministerio Público que está en Distrito Federal, y es
recurrente que pase que un hecho que pasó en Nuevo León se va a otros lugares,
o al DF.
“Y
eso va generando desgaste en los familiares, porque no están cerca de la
investigación y el Ministerio Público está alejado, y al final de cuentas
algunos familiares no saben el número de expediente”, aseguró Treviño.
Añadió
que en el caso de la pareja del municipio de Anáhuac, Nuevo León, abatida por
militares en 2010, fue distinto por la cercanía que se tenía con el juzgado que
llevaba el caso.
“En
el caso de la pareja de Anáhuac, de cierta manera fue mejor, porque se tuvo al
juez cerca y se pudo dar seguimiento al expediente, junto con el Ministerio
Público que también le daba seguimiento al caso.
“Y
en este tema, la búsqueda de la sanción era por el Ministerio Público y que
también nosotros estuvimos muy cerca para atender a la familia”, concluyó el
abogado.
(REPORTE
INDIGO/ JESÚS PADILLA / Jueves 23 de julio de 2015)
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