Militarizar
las funciones de seguridad pública fue una estrategia del gobierno
calderonista, y el fallido resultado está a la vista: México es ahora uno de
los países más violentos e inseguros del mundo. Pese a ello, el gobierno de
Enrique Peña Nieto aplica exactamente la misma receta y el resultado es el
obvio: más violencia, más inseguridad.
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- Pese al fracaso de su antecesor para contener violencia e
inseguridad en el país, el presidente Enrique Peña Nieto mantiene la misma
estrategia de seguridad de Felipe Calderón: Militares en las calles, cacería de
capos del narcotráfico, creación de nuevos cuerpos policiales y un incremento
permanente del presupuesto para el aparato de fuerza del Estado.
El resultado, según
distintas mediciones internacionales: Entre el sexenio pasado y el actual
México se ha convertido en uno de los países más violentos del mundo. El
Instituto para la Economía y la Paz (IEP), ONG internacional que ha
desarrollado el Índice de Paz Global (IPG), asegura que la nuestra está entre
las 10 naciones con mayor retroceso en cuanto a seguridad de sus habitantes.
Ante la imparable
violencia, la respuesta de Peña Nieto ha sido la idéntica que la de Calderón:
Sacar a los militares de sus cuarteles para cumplir funciones de seguridad
pública, ya sea en operativos castrenses o con efectivos vestidos de civil en
funciones de secretarios de Seguridad Pública de estados y municipios.
Como Calderón con
sus operativos conjuntos de Ejército, Marina y Policía Federal en los estados
que en su momento tenían los niveles más altos de violencia, como Chihuahua y
Michoacán, Peña Nieto ha hecho lo mismo en Tamaulipas y el Estado de México. Lo
único que ha cambiado es el nombre: Ahora son operativos de seguridad.
Lo mismo ha pasado
con la detención de cabezas del narcotráfico. En sus casi dos años de gobierno
Peña Nieto ha detenido a Joaquín El Chapo Guzmán; a Vicente Carrillo Fuentes,
El Viceroy; a Héctor Beltrán Leyva, El H; y a Miguel Ángel Treviño Morales, El
Z-40, y ha desmantelado a Los Caballeros Templarios, aun sin haber capturado a
su líder Servando Gómez, La Tuta.
Pero la violencia no
cesa.
GENDARMERÍA SIN OBJETIVOS
“El actual gobierno
prácticamente ha mantenido la misma política de seguridad que el sexenio
pasado”, asegura María Elena Morera, presidenta de la ONG Causa en Común. “El
principal error del actual presidente ha sido creer que con no hablar del tema
y con más coordinación institucional se iba a avanzar en la seguridad”.
En Guerrero,
ejemplifica, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública (SNSP, dependiente de la Secretaría de Gobernación), apostó a la
coordinación pese a todas las muestras en contrario.
“En varias ocasiones
expresamos en el SNSP que no se podía trabajar con el ahora gobernador con
licencia, Ángel Aguirre, porque no se tomaba en serio el tema de la inseguridad
en su estado. Pero ellos nos insistían en que sí se podía trabajar con él”,
dice.
En entrevista el
jueves 13, añade que la propuesta de Peña Nieto de crear una Gendarmería
Nacional no tenía sustento ni objetivos claros respecto a lo que iba a hacer
frente a las funciones de la Policía Federal y de las Fuerzas Armadas. “No
estaba claro qué se buscaba, por eso quedó como una división más de la Policía
Federal”.
Con la Gendarmería
Nacional a Peña Nieto le pasó lo mismo que a Calderón con su proyecto de Cuerpo
de Fuerzas de Apoyo Federal que quería tener dentro del Ejército. Contrario a
la Constitución, Calderón pretendía el manejo directo de esa nueva fuerza.
Peña Nieto también
vio frustrada su idea original respecto a la Gendarmería Nacional, pues nunca
dejó en claro qué pasaría con la Policía Federal, la principal apuesta de
Calderón para la seguridad pública, aunque con el expresidente, dice Morera,
“el problema con la Policía Federal fue crear una corporación muy grande y sin
controles, tanto internos como externos”.
La propuesta inicial
de Peña Nieto de crear un nuevo cuerpo con 50 mil hombres para sustituir a los
militares en labores policiacas devino en una mera división más de la Policía
Federal (PF) con cinco mil efectivos.
La Comisión Nacional
de Seguridad (CNS), de la cual depende la PF, ha asegurado que se trata sólo de
sus primeros efectivos, cuyo número podría duplicarse en los próximos años.
Imposibilitado de
crear esa nueva fuerza, Peña Nieto ha buscado otra salida: Una policía militar
y de “fuerzas civiles” con formación castrense en los estados. Contrariamente
al dicho de Peña Nieto de que los militares regresarían poco a poco a sus cuarteles,
el Ejército y la Marina van ocupando cada vez más espacios en las funciones de
seguridad pública.
El anuncio más
reciente es la creación de una Policía Militar en el noreste de México. El
pasado lunes 10 se inició en la VII Zona Militar –en el municipio nuevoleonés
de Escobedo– la construcción de lo que será la sede de la Policía Militar que
se desplegará en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y San Luis Potosí para
vigilar la explotación de hidrocarburos, pero también para mantener el orden
público.
El secretario de la
Defensa, general Salvador Cienfuegos Zepeda, aseguró que ese nuevo cuerpo,
integrado por tres mil 200 soldados, será “para la defensa sectorial, para
adecuar una división territorial de acuerdo a prioridades de orden, para
reforzar fronteras y apoyar la función de cuerpos policiales en lo que se
realiza su reestructuración”.
Se dividirán en
cuatro batallones de 800 soldados cada uno y en un año empezarán su despliegue
por los municipios de los cuatro estados. Se trata de una iniciativa federal
que estima un gasto de 420 millones de pesos, aportados por la Secretaría de la
Defensa Nacional, los gobiernos de los cuatro estados y algunos municipios y
empresarios de la región.
Morera asegura que
Peña ha repetido el mismo error de Calderón: “No por ser militares van a ser
mejores policías, sobre todo porque no están preparados para funciones de
seguridad pública, sino de defensa nacional”.
LA SUPERSECRETARÍA
En otra coincidencia
con su antecesor en materia de seguridad, Peña Nieto recurrió a Monte Alejandro
Rubido García, uno de los principales colaboradores del secretario de Seguridad
Pública del sexenio pasado, Genaro García Luna.
En su primer año de
gestión, Peña Nieto lo hizo secretario ejecutivo del SNSP, instancia creada por
el gobierno de Ernesto Zedillo en 1995, en busca de una política pública
coordinada en los tres niveles de gobierno. En marzo de este año lo puso al
frente de la CNS, sustituta de la Secretaría de Seguridad Pública que operó
sólo durante los gobiernos del PAN.
La diferencia con
Calderón es que Peña Nieto decidió centralizar las funciones de seguridad
pública en la Secretaría de Gobernación (Segob), en un esquema similar al que
tuvieron los anteriores gobiernos del PRI.
Rodrigo Elizarrarás,
politólogo y coordinador del Programa de Seguridad y Justicia de la ONG México
Evalúa, aseguró que la centralización no es el mejor camino para atacar la
inseguridad, la violencia y la delincuencia.
El espacio local
urbano es el ideal para identificar los problemas de seguridad, pero en México
es donde existen las mayores carencias, desde la disponibilidad de información
hasta una presencia institucional adecuada, señaló.
“Parece que los
esfuerzos actuales van en el sentido equivocado, hacia una mayor centralización
de la política de lucha contra la inseguridad”, escribió en el artículo
“Ciudades: hacia un nuevo enfoque en seguridad” publicado el jueves 13 en la
página electrónica de México Evalúa.
REPARTO PRESUPUESTAL
La centralización se
refleja en cómo el gobierno de Peña Nieto ha dispuesto de los recursos
federales en materia de seguridad. La más beneficiada ha sido la Segob por la
concentración de funciones en seguridad, incluida la de atención a víctimas de
la violencia.
En el Presupuesto de
Egresos para 2015, la Cámara de Diputados aprobó la noche del jueves 13 un
gasto de 188 mil millones de pesos bajo el rubro presupuestal “México en Paz”,
seis mil millones de pesos más que los programados para este año.
Una evaluación del
gasto en seguridad proyectado por el gobierno de Peña Nieto para el próximo
año, realizada por Juan Carlos Solís y Victoria Unzueta, asesores del grupo
parlamentario del PRD, destaca la continuidad de la política de seguridad
iniciada por Calderón. “El proyecto fiscal de 2015 privilegia, de manera
contundente, las áreas que implementan acciones de coerción, las cuales han
duplicado su gasto desde el año 2010 y hasta el 2015”.
Así como Calderón le
dio prioridad a la PF, que pasó de seis mil a 35 mil integrantes en su sexenio,
Peña Nieto lo ha hecho con la Gendarmería. En proporción, el Ejército, que
tiene 90 mil efectivos para el combate al narcotráfico, no es la institución
más favorecida con el presupuesto de seguridad, sino la Gendarmería y la
Policía Federal, incluido su Servicio de Protección Federal.
Los asesores del PRD
observan que mientras las áreas operativas del Ejército incrementan su
presupuesto entre 3 y 4%, la Marina lo hace en 10%. En el caso de la
Gendarmería, que este año tuvo un presupuesto superior a los seis mil millones
de pesos, aseguran que se trata del cuerpo de policía más caro de México.
“Estamos invirtiendo por cada gendarme más de un millón de pesos para el
próximo ejercicio fiscal, cuando en cada soldado invertimos más de tres mil
pesos año”.
En el caso de la
Segob señalan que ejercerá 70% de los más de 77 mil millones de pesos en
acciones de seguridad –pública y nacional– y sólo 0.87% en la defensa y
promoción de los derechos humanos. En este pequeño porcentaje está incluida la
Coordinación Nacional Antisecuestro, cuya asignación presupuestal es apenas de
poco más de 79 millones de pesos. Para la atención a víctimas dispondrá de 186.
6 millones de pesos.
Como su antecesor,
Peña Nieto tampoco le da importancia presupuestal a la prevención del delito. A
pesar de que anunció que sería una prioridad, colocándola incluso en el
organigrama de la Segob como una subsecretaría, para el próximo año sólo
ejercerá 3.76% del presupuesto de la Segob, según la estimación de Solís y
Unzueta.
De los más de 77 mil
millones de pesos proyectados, la Subsecretaría de Prevención y Participación
Ciudadana, a cargo de Roberto Campa Cifrián, no dispondrá ni de tres mil
millones para sus programas de prevención del delito, combate a las adicciones
y promoción de proyectos productivos, según esos cálculos.
Con tales
prioridades de gasto y pese a que no deja de crecer el presupuesto para
operaciones contra la delincuencia, México está ya considerado uno de los
países más peligrosos del mundo.
Según el IEP, entre
los gobiernos de Calderón y Peña Nieto México ha tenido un retroceso de 18% en
el IPG, considerando diferentes variables, entre ellas el número de muertos por
conflictos internos, el nivel del crimen violento, el número de homicidios, el
número de policías, el número de desplazados, el presupuesto militar, el gasto
policial y el número de fuerzas de seguridad privada. Sólo de un año a otro,
México se ubicó en el lugar 138 de 162 países, según el índice dado a conocer
en junio pasado (Proceso 1964).
El ÍPG fue retomado
por el investigador Gabriel Fernández Espejel, del Centro de Estudios Sociales
y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, en un texto que publicó en la
página electrónica del centro, En Contexto, el 29 de octubre pasado.
Titulado “Índice
sobre la paz global y en México”, el reporte refiere también que según la
Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, las tasas de
criminalidad en las zonas de conflicto en el país se triplicaron desde el
comienzo de la llamada “guerra contra las drogas” de Calderón.
El IEP desarrolló un
indicador particular para México y encontró que en los últimos diez años el
país ha tenido un retroceso de 27% en su propio índice, debido sobre todo a los
incrementos en la tasa de homicidios, de cerca de 40% entre 2007 y 2013; la
ineficiencia del sistema judicial, donde 90% de los homicidios quedan impunes;
el tráfico de armas y la corrupción de las fuerzas policiales y los servidores
públicos.
Publicado cuando aún
no entraba en operación la Gendarmería como una nueva división de la PF, el IPG
señaló que no obstante la creación de ese nuevo cuerpo, se anticipan pocos
avances en favor de la paz en México debido a que la estrategia central de
seguridad es la misma que la del gobierno pasado.
Peor: Apuntó que el
actual gobierno aún carece de una estrategia para enfrentar al narcotráfico,
por lo que difícilmente se verá una reducción de los índices de criminalidad en
el corto plazo.
(PROCESO/
REPORTAJE ESPECIAL/ JORGE CARRASCO ARAIZAGA/ 21 DE NOVIEMBRE DE 2014)
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