viernes, 3 de octubre de 2014

COMO HACE 46 AÑOS, HOY LAS CÁRCELES ESTÁN LLENAS DE PRESOS POLÍTICOS: COMITÉ 68


Destacan en la marcha del 2 de octubre el ejemplo de lucha de Álvarez Garín

Denuncian que la lista de mexicanos perseguidos y desaparecidos es infinita

Durante la marcha por el 46 aniversario de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, la memoria de Raúl Álvarez Garín estuvo presente. En mantas, carteles, consignas y discursos, el legado del líder histórico del Comité 68 continuó como ejemplo de lucha y de congruencia.

Su figura acompañó cada paso de la movilización, que se inició en la Plaza de las Tres Culturas y concluyó con un mitin en el Zócalo. Se sumaron numerosos estudiantes e integrantes de organizaciones sociales. Treinta mil, de acuerdo con los organizadores; 9 mil, según la policía del Distrito Federal.

En recuerdo de Álvarez Garín, los manifestantes lanzaron un compromiso: acabar con la impunidad, luchar por la democratización del país y llevar ante la justicia a quienes han cometido crímenes de lesa humanidad, por lo que solicitarán que se reabra el juicio contra el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, a quien señalan como principal responsable de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968, y para que no quede en el olvido y la impunidad.

Desde un templete colocado frente a Palacio Nacional, acompañado de la banda de viento de Tlayacapan –cuyos fundadores acompañaron a Emiliano Zapata en su entrada triunfal a la ciudad de México–, Félix Hernández Gamundi, integrante del Comité 68, pidió un minuto de silencio en memoria de Álvarez Garín.

En ese instante se soltaron globos rojos y la banda tocó Dios nunca muere, de Macedonio Alcalá. Ante miles de jóvenes, Hernández Gamundi afirmó que existe un compromiso con el pueblo de México y con Raúl. Lo vamos a lograr.

Agregó que al cumplirse 46 años de la matanza de Tlatelolco, venimos a recordar a nuestros muertos. Venimos con la tristeza por la partida hace tan sólo seis días de Raúl Álvarez Garín, pero sentimos la fortaleza que nos da la presencia de los jóvenes y el legado de Raúl, que nos deja un ejemplo de lucha.

Al hablar en nombre de los líderes históricos del movimiento estudiantil, aseguró que el pliego petitorio que elaboraron en 1968, cuando salieron a las calles para exigir la democratización del país, hoy tiene vigencia nuevamente. Las cárceles están llenas de presos políticos. La lista de mexicanos perseguidos y desaparecidos es infinita. La economía va en contra del pueblo, mientras el gobierno se muestra complaciente con una nueva lista de billonarios.

La llamada marcha histórica partió minutos después de las 16 horas y fue encabezada por el Comité 68 y muchos de los sobrevivientes de aquel año.

Figuraron, además de Hernández Gamundi, personajes como Leopoldo Ramos, Jesús Martín del Campo, Montserrat Gispert y Salvador Martínez della Rocca.

Dos mantas abrían camino. La primera con el rostro de Álvarez Garín y la otra con la leyenda: Y marcharemos cuando nos dé la gana.

En ninguna parte del recorrido hubo presencia policiaca, tal como habían demandado los organizadores. La marcha transcurrió sin incidentes de gravedad, mientras cientos de ciudadanos salieron a las calles y con carteles en lo alto manifestaron su apoyo y aplaudieron el paso de los contingentes.

En el balcón de un edificio ubicado sobre Eje Central una mujer, con su pequeño hijo, colgó una bandera del Instituto Politécnico Nacional (IPN) como muestra de solidaridad a la lucha de los estudiantes de esa casa de estudios.

Detrás de los integrantes del antiguo Consejo Nacional de Huelga de 1968 marcharon representantes del pueblo yaqui de Sonora, quienes se han opuesto a la construcción del acueducto Independencia.

Asimismo, una delegación de los jóvenes del IPN, que desde hace días mantienen una lucha contra el nuevo modelo educativo en la institución; estudiantes de otras universidades públicas y privadas e integrantes de organizaciones sociales y populares como el Frente de Atenco, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y el Sindicato Mexicano de Electricistas.

En su mensaje en la Plaza de la Constitución, Hernández Gamundi afirmó: “Nos sentimos muy fortalecidos por la presencia renovada de los jóvenes del Poli”, a quienes ofreció la solidaridad del movimiento social.

Este Zócalo está lleno, es una expresión multitudinaria de civismo, orden y capacidad de autocontrol. Somos capaces de gobernarnos, expresó en referencia a la ausencia de uniformados durante todo el recorrido.

A nombre del movimiento social, demandó solución a las demandas de los estudiantes del IPN, libertad a todos los presos políticos, castigo a los represores de los normalistas de Guerrero y de los jóvenes de Tlatlaya, respeto total a los derechos de los pueblos indígenas y cese a todo acto de represión contra los movimientos sociales.

A las 18:19 horas se pidió otro minuto de silencio, esta vez por los caídos aquel 2 de octubre. Fue el momento exacto en que se lanzaron las tres bengalas con las que se dio la orden de ataque, se recordó.

Sobre el templete, donde también estaban personajes como Adolfo Gilly e Imanol Ordorika, los estudiantes de todas las instituciones académicas participantes leyeron un pronunciamiento en el que repudiaron el actual modelo económico y político y la entrega de los recursos naturales a empresas trasnacionales, que han generado un daño ambiental inconmensurable.

Demandaron además al jefe del Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, que libere de inmediato a los jóvenes detenidos durante la marcha del 2 de octubre del año pasado.

Exigieron la presentación con vida de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa que permanecen desaparecidos.

También se escuchó un mensaje grabado de Nestora Salgado, dirigente de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, quien pidió a los jóvenes no dejar de luchar, en tanto que el representante del pueblo yaqui habló en su lengua original para pedir la libertad de Mario Luna y Fernando Jiménez.

Durante el recorrido, cerca de 300 jóvenes vestidos de negro y con las insignias anarquistas en varias banderas, muchos de ellos con los rostros cubiertos, se sumaron al contingente. Pese al temor de los organizadores, no causaron destrozos y sólo se presentaron dos incidentes. El primero, frente al teatro Blanquita, donde se suscitó un altercado con reporteros gráficos, y otro en la calle 5 de Mayo, donde lanzaron piedras contra una sucursal bancaria y un restaurante.


(La Jornada/ Laura Poy, Emir Olivares y Arturo Sánchez/ Viernes 3 de octubre de 2014, p. 7)

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