México,
DF.- El pozole es uno de los platillos más representativos de la comida
mexicana y es, quizá, el plato por excelencia para celebrar las Fiestas
Patrias.
La
historia del pozole se remonta a la época prehispánica y tiene un origen que
resulta fascinante.
Un
texto del doctor Alfonso de Jesús Jiménez Martínez, profesor de la Universidad
del Caribe, publicado en la revista Teoría y Praxis, recupera parte de la
historia de este plato.
El
pozole era un platillo ceremonial para los aztecas, y sólo podía ser consumido
por los sacerdotes de más alto rango y el emperador en ocasiones muy
especiales, como algunos festejos religiosos.
Los
aztecas consumían el pozole preparado con carne humana y es ahí donde radicaba
principalmente el carácter ceremonial de este platillo.
La
carne humana provenía posiblemente de los guerreros que eran sacrificados en
ritos de adoración al sol.
“Fray
Bernardino de Sahagún consigna la práctica antropofágica en su Historia general
de las cosas de la Nueva España, aunque refiere un significado acorde con su
visión y percepción, modelada por los usos y costumbres de su tiempo y de su
tierra. El horror que seguramente le produjo y sus propias concepciones
religiosas atribuyeron al hecho un significado salvaje y anticristiano”,
explica el doctor Alfonso de Jesús Jiménez Martínez en su texto.
Tras
la Conquista, los españoles sustituyeron la carne humana del pozole por carne
de cerdo, “que aparentemente tiene un sabor similar”, narra el académico de la
Universidad del Caribe.
A
pesar del cambio de ingredientes y el significado inicial que tenía el pozole,
el consumo de este platillo se mantuvo entre los indígenas.
El
pozole, al igual que otros muchos elementos culturas prehispánicas, sufrió una
adaptación y permaneció, aunque dejó de ser un platillo exclusivo de altos
mandos religiosos y políticos.
“La
percepción de aberración que la antropofagia causaba entre la cultura española,
y la importancia del platillo en los ritos y ceremonias solares, parecen haber
hallado en la sustitución de ingredientes el mejor mecanismo de esa adaptación,
subyaciendo entre los pobladores, esto es, todos nosotros, la ingestión
ceremonial del pozole. Fue así que la carne humana fue sustituida por la de
cerdo, animal que, domesticado, fue introducido por los españoles al Nuevo
Mundo. Con la utilización del cerdo se abrieron posibilidades diferentes,
aunque el significado primigenio quedó soterrado. Con esa transición de
ingredientes se le despojó al platillo del significado simbólico, y desde
entonces se propició y extendió su consumo a todos los sectores de la población
dejando de ser exclusivo para sacerdotes”, detalla el texto de Teoría y Praxis.
Una
de las cosas que se mantiene del pozole original es el maíz cacahuazintle, el
cual tenía un significado dentro de la cosmovisión de los aztecas por su color
blanco.
Para
los aztecas, el color blanco se asociaba con personajes septentrionales como
Iztacmizcóatl, la Blanca Serpiente de Nubes.
“Este
anciano personaje se representaba de cabello y barba blanca siendo, al mismo
tiempo, el antepasado de las tribus errantes del desierto; simboliza también la
Vía Láctea y destaca sobre el fondo del cielo nocturno. El blanco está cargado
de significados adicionales, pero es interesante y sugerente el hecho de que
para los mexicanos este sea el color de las primeras luces del día, antes de
que surja el rojo Sol levante y por lo tanto, sea el primer paso del alma
resucitada, el vuelo del guerrero sacrificado hacia las alturas. De esta
manera, todas las víctimas de los sacrificios humanos iban adornadas con el
plumón blanco, símbolo de su dichoso destino”, detalla el texto.
El
pozole antiguo que combinaba maíz, base de la cultura mesoamericana, y carne
humana tenía un profundo significado para los aztecas, “significaban el rito
donde se verificaba la dualidad permanente de la visión mística del nahua:
origen y fin, cielo y tierra, día y noche, simbolizado de muchas maneras en sus
artes, en su filosofía y en sus ritos: Quetzalcóatl que repta- vuela con la
serpiente-águila, en su condición terrenal-divina”, explica el texto.
El
pozole tenía una función ritual para los aztecas; los hacía participar del rito
de la creación.
“Comiendo
el alimento sagrado, místico, el sacerdote participa directamente en ese rito.
En ese sentido no es muy diferente a la liturgia sagrada de los católicos en la
comunión: la hostia y el vino representan, simbólicamente, la sangre y el
cuerpo de Cristo”, señala el académico.
(ZOCALO/
Agencias / 03/09/2014 - 05:36 PM)
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