Ismael Lumbreras
Rodríguez, acusado de homicidio en grado de tentativa, robo de vehículo con
violencia y lesiones en perjuicio de una mujer, recuperó ayer su libertad tras
declarar que durante las primeras horas de su arresto fue sometido a actos de
tortura.
Cuarenta y ocho
horas después de que elementos de la Policía Estatal Única (PEU) detuvieron a
Lumbreras, éste quedó libre por las supuestas agresiones que le propinaron los
agentes en las instalaciones de la corporación, ubicadas enEje Vial Juan Gabriel.
Sin embargo, Julio
Castañeda, vocero de la Fiscalía General de Estado (FGE) en la Zona Norte, dijo
que Ismael Lumbreras salió libre porque la ofendida declinó denunciar y el
Ministerio Público sólo cuenta con 48 horas para integrar la carpeta de
investigación, que para este tipo de delitos se realiza por querella y al no
existir ésta, no pueden proceder contra el detenido.
Ayer se buscó la
versión oficial de la PEU, sin embargo no fue atendida la solicitud de
información realizada al vocero Alejandro Ruvalcaba.
Pese a que el fiscal
en la Zona Norte, Enrique Villarreal Macías, rechazó en días pasados que la
tortura sea una práctica común que suplanta la investigación, el coordinador
operativo de la Unidad de Investigación contra el Narcomenudeo es investigado
por este tipo de actos ilícitos.
EL ARRESTO
La versión oficial
establece que este martes los agentes de la Policía Estatal Única (PEU)
detuvieron a Ismael Lumbreras Ramírez (así lo identificó la PEU), de 27 años de
edad, como probable responsable del delito de homicidio en grado de tentativa,
robo con violencia y lesiones, en agravio de una persona de sexo femenino, en
hechos ocurridos en el cruce de las calles Marfil y Galenita en la colonia
Libertad. El hecho fue denunciado el martes a las 05:30 horas al 066.
“Ella no quería
culpar a un inocente”, interviene Laura Rodríguez, madre de Ismael.
El joven padre de
familia, quien radicó muchos años en Estados Unidos donde tatuó los nombres de
su esposa, sus hijos y su hermano en diferentes partes del cuerpo, narra que el
martes 10 de junio se le hizo tarde para ir a su trabajo en una maquila y salió
corriendo para alcanzar la rutera.
Eso bastó para que
los agentes estatales lo interceptaran, lo sometieran a una revisión corporal y
luego lo subieran a una patrulla, asegura Lumbreras.
“Yo les dije que iba
al trabajo, que iba tarde y estaba a prueba porque no me dan mi planta y si
faltaba me iban a correr”, dice.
Aun así lo
arrestaron y lo llevaron al lugar de los hechos, agrega.
“Cuando llegó ya
estaban ahí los medios de comunicación y varios policías me tomaron fotos con
sus teléfonos celulares. Ahí me dijeron que la señora afectada me había
reconocido por mis tatuajes”, dice.
“Yo les decía que no
podía ser, que no me podía reconocer porque yo no era, pero ellos me decían que
por mis tatuajes yo era malandro y coincidía con las características de la
señora”, cuenta Ismael.
A su lado derecho
estaba su esposa que lo tomó de la mano, mientras que a su lado izquierdo
estaba su hijo, quien lo abraza, lo besa y juega con su pierna derecha.
Los agentes
trasladaron a Ismael a las instalaciones ubicadas en el Eje Vial Juan Gabriel.
“Me llevaron a un
cuarto y ahí empezó la tortura, primero sicológica porque me decían que iban a
ir a mi casa a sembrar a mis padres con droga si no decía dónde estaban mi
cómplice y la pistola, también me dijeron que iban a mandar a mi esposa al
Cereso y se iban a llevar a mis hijos al DIF”, asegura.
LUEGO VINO LA TORTURA FÍSICA
Ismael recuerda que
estaba sentado en su silla y esposado con las manos a su espalda.
Un agente le dio
“unos bachones”, y lo golpeó en el estómago.
“Me dijo ‘por aquí
(el cuarto) han pasado aztecas, zetas, mexicles, doblados y ahorita te voy a
hacer hablar y me vas a decir lo que quiero oír’ y me empezaron a golpear”,
dice.
“Me golpearon, me
pusieron una toalla en la cara y luego me echaron agua para ahogarme, me
dejaron respirar y cuando recuperé el aliento les dije que no tenía nada que
decirle”, agrega.
Después empezaron a
utilizar las bolsas de plástico en color negro, recuerda Ismael.
“Me estaba
retorciendo de dolor y por la desesperación de no poder respirar y me soltaban
para preguntarme dónde estaba la pistola y mi cómplice, pero yo lo que hacía
era agarrar aire y otra vez y otra vez, fueron tres veces así”, dice.
Llegaron otros
policías vestidos de civil, eran ministeriales y los que me estaban torturando
se fueron y ellos me decían que dijera, pero les expliqué que no sabía nada y
ellos fueron los que me llevaron para la Fiscalía.
Ismael explica que
lo arrestaron cerca de las 6 de la mañana y hasta las 12 lo llevaron a la
Fiscalía y ahí le tomaron datos, fotos y huellas digitales. Ahí no le hicieron
nada a él, pero sí escuchó gritos de otras personas, afirma.
El padre de familia
dice que la ofendida no interpuso la denuncia porque no estaba segura de que él
fuera culpable; su familia presentó ante el Ministerio Público evidencias de su
empleo, de su forma de vida como obrero de una empresa maquiladora.
Dice que los agentes
lejos de investigar y acreditar con pruebas un delito, torturan a las personas
para que se autoincriminen. Que a él lo arrestaron sólo por su apariencia
física y no por tener evidencias como un arma de fuego o el señalamiento
directo de la agraviada, como los policías estatales decían.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ LUZ DEL CARMEN SOSA/ 12
DE JUNIO 2014| 23:11 0M)
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