viernes, 13 de junio de 2014

SALE A LA LUZ OTRO CASO DE TORTURA POR AGENTES EN CIUDAD JUAREZ


Ismael Lumbreras Rodríguez, acusado de homicidio en grado de tentativa, robo de vehículo con violencia y lesiones en perjuicio de una mujer, recuperó ayer su libertad tras declarar que durante las primeras horas de su arresto fue sometido a actos de tortura.

Cuarenta y ocho horas después de que elementos de la Policía Estatal Única (PEU) detuvieron a Lumbreras, éste quedó libre por las supuestas agresiones que le propinaron los agentes en las instalaciones de la corporación, ubicadas enEje Vial Juan Gabriel.

Sin embargo, Julio Castañeda, vocero de la Fiscalía General de Estado (FGE) en la Zona Norte, dijo que Ismael Lumbreras salió libre porque la ofendida declinó denunciar y el Ministerio Público sólo cuenta con 48 horas para integrar la carpeta de investigación, que para este tipo de delitos se realiza por querella y al no existir ésta, no pueden proceder contra el detenido.

Ayer se buscó la versión oficial de la PEU, sin embargo no fue atendida la solicitud de información realizada al vocero Alejandro Ruvalcaba.

Pese a que el fiscal en la Zona Norte, Enrique Villarreal Macías, rechazó en días pasados que la tortura sea una práctica común que suplanta la investigación, el coordinador operativo de la Unidad de Investigación contra el Narcomenudeo es investigado por este tipo de actos ilícitos.

EL ARRESTO

La versión oficial establece que este martes los agentes de la Policía Estatal Única (PEU) detuvieron a Ismael Lumbreras Ramírez (así lo identificó la PEU), de 27 años de edad, como probable responsable del delito de homicidio en grado de tentativa, robo con violencia y lesiones, en agravio de una persona de sexo femenino, en hechos ocurridos en el cruce de las calles Marfil y Galenita en la colonia Libertad. El hecho fue denunciado el martes a las 05:30 horas al 066.

“Ella no quería culpar a un inocente”, interviene Laura Rodríguez, madre de Ismael.

El joven padre de familia, quien radicó muchos años en Estados Unidos donde tatuó los nombres de su esposa, sus hijos y su hermano en diferentes partes del cuerpo, narra que el martes 10 de junio se le hizo tarde para ir a su trabajo en una maquila y salió corriendo para alcanzar la rutera.

Eso bastó para que los agentes estatales lo interceptaran, lo sometieran a una revisión corporal y luego lo subieran a una patrulla, asegura Lumbreras.

“Yo les dije que iba al trabajo, que iba tarde y estaba a prueba porque no me dan mi planta y si faltaba me iban a correr”, dice.

Aun así lo arrestaron y lo llevaron al lugar de los hechos, agrega.

“Cuando llegó ya estaban ahí los medios de comunicación y varios policías me tomaron fotos con sus teléfonos celulares. Ahí me dijeron que la señora afectada me había reconocido por mis tatuajes”, dice.

“Yo les decía que no podía ser, que no me podía reconocer porque yo no era, pero ellos me decían que por mis tatuajes yo era malandro y coincidía con las características de la señora”, cuenta Ismael.

A su lado derecho estaba su esposa que lo tomó de la mano, mientras que a su lado izquierdo estaba su hijo, quien lo abraza, lo besa y juega con su pierna derecha.

Los agentes trasladaron a Ismael a las instalaciones ubicadas en el Eje Vial Juan Gabriel.

“Me llevaron a un cuarto y ahí empezó la tortura, primero sicológica porque me decían que iban a ir a mi casa a sembrar a mis padres con droga si no decía dónde estaban mi cómplice y la pistola, también me dijeron que iban a mandar a mi esposa al Cereso y se iban a llevar a mis hijos al DIF”, asegura.

LUEGO VINO LA TORTURA FÍSICA

Ismael recuerda que estaba sentado en su silla y esposado con las manos a su espalda.

Un agente le dio “unos bachones”, y lo golpeó en el estómago.

“Me dijo ‘por aquí (el cuarto) han pasado aztecas, zetas, mexicles, doblados y ahorita te voy a hacer hablar y me vas a decir lo que quiero oír’ y me empezaron a golpear”, dice.

“Me golpearon, me pusieron una toalla en la cara y luego me echaron agua para ahogarme, me dejaron respirar y cuando recuperé el aliento les dije que no tenía nada que decirle”, agrega.

Después empezaron a utilizar las bolsas de plástico en color negro, recuerda Ismael.

“Me estaba retorciendo de dolor y por la desesperación de no poder respirar y me soltaban para preguntarme dónde estaba la pistola y mi cómplice, pero yo lo que hacía era agarrar aire y otra vez y otra vez, fueron tres veces así”, dice.

Llegaron otros policías vestidos de civil, eran ministeriales y los que me estaban torturando se fueron y ellos me decían que dijera, pero les expliqué que no sabía nada y ellos fueron los que me llevaron para la Fiscalía.

Ismael explica que lo arrestaron cerca de las 6 de la mañana y hasta las 12 lo llevaron a la Fiscalía y ahí le tomaron datos, fotos y huellas digitales. Ahí no le hicieron nada a él, pero sí escuchó gritos de otras personas, afirma.

El padre de familia dice que la ofendida no interpuso la denuncia porque no estaba segura de que él fuera culpable; su familia presentó ante el Ministerio Público evidencias de su empleo, de su forma de vida como obrero de una empresa maquiladora.

Dice que los agentes lejos de investigar y acreditar con pruebas un delito, torturan a las personas para que se autoincriminen. Que a él lo arrestaron sólo por su apariencia física y no por tener evidencias como un arma de fuego o el señalamiento directo de la agraviada, como los policías estatales decían.

(EL DIARIO, EDICION JUAREZ/ LUZ DEL CARMEN SOSA/ 12  DE JUNIO 2014| 23:11 0M)

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