México, D.F.- Una noche en
los separos de Puerto Vallarta cambió para siempre la vida de Héctor Franco
Martínez, de apenas 25 años.
La madrugada del 23 de
diciembre fue detenido cuando salió de su casa a comprar comida. Lo llevaron a
la comisaría en el poblado de Las Juntas, donde pasó la noche en las reducidas
celdas de lo que antes era un mercado municipal.
Un máximo de tres personas
son ingresadas en las pequeñas celdas -que suman ocho- las cuales, hasta antes
del incidente en el que Héctor perdió la vista, se suponía que eran vigiladas
por cámaras de seguridad. Luego de esa noche, se sabe que no es así.
“La madrugada del 23 de
diciembre, él salía de aquí del domicilio, iba por unos tacos. Y a la una de la
mañana yo le hice una llamada telefónica donde me pudo contestar y nada más
gritó mi nombre y ya fue todo.
“Entonces dije, bueno algo
malo ya pasó, salí a buscarlo y ya no lo encontré. Me acosté y al día siguiente
a las 8:30 de la mañana me hablan de los separos y me dicen que lo tienen
detenido, que vaya yo a llevarle lo que es suéter, cobijas, papel higiénico y
detalles así”, narra José Guadalupe Castillón Barajas, compañero de residencia
de Héctor.
Recuerda que llegó a los
separos entre las 9 y 10 de la mañana.
“Le pregunté a la trabajadora
social si todo estaba bien, me dijo que sí, entregué la ropa, no me dejaron
verlo, le pregunté cuál era la situación y me dijeron que en 48 horas salía”,
señaló.
Castillón Barajas cree que
para la hora en que fue a los separos, Héctor ya había sufrido el ataque, pero
a él nadie le dijo nada hasta las 5:30 de la tarde.
De la detención hay muchas
dudas. También de la actuación de la autoridad ante el ataque con el arma
punzocortante.
¿Cómo llegó el arma al
interior de una celda si se supone que todos los detenidos pasan por una
revisión?
¿Por qué Héctor se repone en
la cama 8111 en la Clínica de Occidente del Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) sin una custodia, si es que fue detenido por asalto, cómo refiere
la autoridad municipal?
Las respuestas de la
Secretaría de Seguridad (SSP) de Puerto Vallarta son evasivas, casi insultantes
para el joven convaleciente que no “termina de despertar”, según refiere su
madre en entrevista con Reporte Indigo.
“Aquí en el hospital me
hicieron saber que fue con un arma punzocortante y que fueron varias veces en
sus ojos. Y sí fue así, porque yo los vi, sí es cierto. En ese momento no me
dejaron arrimarme con él, porque lo iban a checar, yo lo único que pedía era
que me dejaran estar con él.
“La trabajadora social me
dijo lo que tenía ahí anotado y que por una riña (lo detuvieron) que era lo
único que ella tenía, pero verdaderamente no sé, la verdad escucho tantas versiones”,
asegura.
“Lo único que pido es que se
aclare esta situación, llegue a dónde llegue. Por muy mal que haya hecho algo,
fue mucho, mucho lo que le hicieron. Yo les pido a los medios que investiguen,
que permitan ver esas cámaras de ese lugar (de los separos de Vallarta), quiero
saber la verdad y que investiguen ¿quién estuvo ahí en turno?, ¿quién lo
recibió?, ¿cuál fue el motivo?”, cuestiona Marisela Martínez Núñez, madre de
Héctor.
La opacidad del caso ha dado
lugar a decenas de versiones que se corren en medios locales de Puerto
Vallarta.
Con este hecho, sale a
relucir la falta de condiciones adecuadas en las prisiones en Jalisco.
Empleados de la Secretaría de
Seguridad de Puerto Vallarta han referido que las cámaras de las celdas están
en reparación, y que pese a eso, no se tomó ninguna medida adicional para evitar incidentes como
el que sufrió Héctor.
‘¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ, POR QUÉ NO GRITÓ?’
Luego del incidente en el que
Héctor Franco Martínez fue cegado con un arma punzocortante, el comisario y
mayor Rogelio Hernández de la Mata se mostró sorprendido por la fuerza del
atacante, un panadero de apenas 1.65 metros de estatura, Héctor mide 1.70
metros.
“Esos detenidos ya estaban
puestos a disposición del Ministerio Público y los tenía bajo su custodia; la
cuestión de por qué no gritó, qué le pasó y por qué los demás no escucharon.
Porque no solamente estaban los custodios, sino que había más gente, por eso
siguen las investigaciones; no estamos eximiendo ninguna responsabilidad en el
hecho porque fue adentro de la cárcel preventiva, pero ¿qué fue lo que pasó,
por qué no gritó?”, cuestionó Hernández de la Mata, de quien se dice no ha
pasado los exámenes de control de confianza aunque ya los presentó dos veces.
El mayor Hernández de la Mata
también protagonizó el escándalo de uso de elementos de policía del puerto
como agentes de seguridad privada para
custodiar su rancho en Chiapas, como se publicó en octubre del año pasado en
Reporte Indigo.
José Guadalupe Castillón
Barajas, compañero de residencia de Héctor, no recibió ninguna indicación sobre
el incidente cuando fue a los separos a preguntar por él.
“Él estaba fuerte, él hacía
gimnasio, era una persona, te digo, de carácter fuerte como para haberse dejado
por una sola persona. Yo digo, si tú me quieres a mí sacar un ojo, yo me
defiendo por el segundo, está difícil que me puedas sacar el segundo. Pero
entonces ¿cómo una sola persona le hizo el daño a él?, entonces también yo
pienso que a lo mejor tuvo que haber sido con ayuda.
“Nadie oyó gritos, nadie oyó
nada, ¿cómo puede ser posible que nadie oyó un grito?. Si te lastimas un dedo,
te cortas, gritas, te duele. Para ese hecho -dicen los doctores- es algo muy
fuerte, tuvo que haber gritado muy fuerte, tuvo que haber pedido auxilio y
nadie oyó nada, ni la encargada, ni la trabajadora social, ningún custodio”,
señaló Castillón Barajas en entrevista.
CRECEN LAS DUDAS SOBRE EL CASO
La escueta versión que ha
dado la autoridad municipal sobre el tema, deja muchas dudas.
Se refiere que el único
atacante es José Francisco Aguilar, quien fue compañero en la celda ocho con
Héctor Franco Martínez y ahora está internado en el Centro Integral de Justicia
Regional (Ceinjure) de Puerto Vallarta, acusado de “lesiones calificadas”.
Héctor llegó a la clínica con
la cara hinchada y magulladuras en el rostro y el cuello.
“Mi hijo estaba irreconocible
de su rostro”, relata Marisela Martínez Núñez, “no lo podía creer. Tenía muchas
marcas en el cuello, en los oídos y toda su cara golpeada, muy hinchada, bañado
en sangre, yo no sabía si respiraba o no, creí que él ya no estaba aquí con
nosotros”.
José Guadalupe Castillón
Barajas cree que pudieron haber sido varios los que lo atacaron, o incluso que
los policías lo habrían golpeado desde su detención.
“Los policías decían, cuando
llegaron ahí al (Hospital) Regional, que había sido con las manos, que la
persona lo hizo con las manos. Pero a mí los doctores (me dijeron) que no pudo
haber sido con las manos, que tuvo que haber sido con una llave, algo cortante,
porque tenía en la parte de la orilla de los ojos, cortado, entonces eso tuvo
que haber sido con algo punzocortante”, asegura el amigo de Héctor.
Otra situación que se pone en
duda es el tiempo que estuvo Héctor Franco Martínez sin recibir atención
médica.
Cuando llegó a Guadalajara su
nivel de hemoglobina era de 12 gramos por decilitro. Un hombre sano de su edad
tiene un rango de 13 a 17, especialmente si se ejercita, como él lo hacía.
“A mí me avisan que él llega en unas
condiciones infrahumanas, como un animal. Los mismos de la ambulancia me
dijeron que lo recogieron allá tirado en el piso, no tenía ninguna atención, ni
siquiera… te digo, recogido del piso, ni siquiera sentado, limpieza en sus
ojos, nada, estaba como un animal tirado en la celda. Las autoridades ni el
mismo doctor que estaba ahí fueron capaces de atenderlo y hacerle las
curaciones de primeros auxilios”, indicó Castillón Barajas.
LAS INCONSISTENCIAS DEL CASO
Hay elementos de la detención
de Héctor Franco Martínez que no cuadran: a Castillón Barajas le dijeron que
saldría en 48 horas. La autoridad de la jefatura de policía señaló que fue
detenido por “robo” o asalto a un taxista, pero a la fecha no está custodiado,
por lo que se entiende que ya no está en calidad de detenido.
“De hecho, él ya no está en
calidad de detenido, ya no. Cuando estuvo aquí en el Regional estuvo custodiado
por unos policías, se lo llevaron al Seguro Social y los policías ya no
estuvieron ahí, y en Guadalajara me dicen que tampoco estuvieron policías,
entonces ya no, ya no está en calidad de detenido”, indicó el amigo de
Héctor.
En Guadalajara, la
trabajadora social del hospital le dijo a la mamá de Héctor que había sido
detenido por “riña”, y algunas versiones
de medios locales de Puerto Vallarta refieren que fue detenido por una falta
administrativa.
“Yo digo que fue un invento
de ellos (lo del asalto), porque lo metieron con un delito muy pequeño, digo
yo, pero ellos quisieron agravar las cosas y dejarlo en mal aquí en los
periódicos y todo. Eso es algo que sí quiero yo también: quitar esa mala imagen
de él”, refiere la mujer.
Aunque José Guadalupe
Castillón Barajas y Marisela Martínez no niegan que ya eran los últimos tres
meses de la libertad condicional que cumplía Héctor Franco Martínez -luego de
una sentencia de cerca de tres años en el Penal Puente Grande por robo de auto-
ambos creen que el hincapié de la autoridad en esta versión de que era un
delincuente solo sirve para encubrir el hecho tan grave que cambió para siempre
la vida de Héctor.
Antes de perder la vista,
Héctor era chofer de una empresa farmacéutica en Puerto Vallarta, se hacía
antidopings regularmente debido a su libertad condicional, vivía una nueva
vida.
Pero su detención el 23 de
diciembre en el cruce de la calle Hidalgo con 24 de febrero, en la colonia
Bobadilla, significa un nuevo cambio de vida. Él todavía no sabe lo mucho que
su vida cambiará. Su madre está asustada de cómo pueda reaccionar.
LAS DUDAS
> ¿Cuál fue el motivo de
su detención?
> ¿Fue atacado o no con un
arma punzocortante?
> ¿Fue uno o fueron varios
los atacantes?
> ¿Ningún policía o
custodio escuchó el brutal ataque?
> ¿Durante cuánto tiempo
estuvo herido sin recibir atención?
> ¿Por qué no servían las
cámaras?
> ¿Por qué no existía una
vigilancia especial a falta de cámaras?
(ZOCALO/ Reporte Índigo / 10/01/2014 -
11:00 AM)
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