viernes, 27 de diciembre de 2013

LAS ALBERCAS CONCESIONADOS, PLAGADAS DE IRREGULARIDADES

El centro acuático Plutarco Elías Calles, en la delegación Venustiano Carranza. Foto: Eduardo Miranda
A dos años de iniciado, el jugoso experimento privatizador en albercas públicas capitalinas y del Estado de México acumula irregularidades de todo tipo, actos de indolencia… y muerte. En el Centro Acuático Vivanco de la delegación Tlalpan una mujer falleció porque no había médico que la tratara y porque el administrador no quiso pagar el traslado a un hospital. Ante casos como éste, el consorcio que acapara casi una veintena de concesiones se esconde, las autoridades callan y la Profeco argumenta que no tiene atribuciones para intervenir.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- El 15 de octubre pasado Leticia Bellamy acudió a su clase de natación en el Centro Acuático Vivanco, en la delegación Tlalpan. No tenía ni diez minutos dentro de la alberca cuando comenzó a sentirse mareada y con náuseas. Salió del agua y, como pudo, llegó a una de las bancas cercanas a las regaderas del vestidor.

La única información que recibieron sus compañeras se las dio un profesor, quien les dijo que la señora se había sentido mal. Cuando la clase terminó –una hora después–, las mujeres encontraron a Leticia sentada. Pálida. Seguía sintiéndose mal y estaba muy débil. Decía que necesitaba recostarse.

Las compañeras no sabían qué hacer ni cómo ayudar. Buscaron al médico que normalmente está en el edificio, Gilberto Santamaría, pero se había ausentado para asistir a un curso. Casi dos horas después, por fin, algunos profesores de natación la sacaron en una camilla. El esposo de Leticia esperaba afuera. La mujer no podía ni caminar.

Llegó una ambulancia y los paramédicos comenzaron a atenderla. Le pusieron oxígeno y estaban revisándola cuando uno de ellos le espetó al esposo que debía pagar mil 500 pesos por el servicio. El hombre, que vive a unas cuadras de la instalación deportiva, argumentó que no traía dinero porque había salido a toda prisa de su casa.

Los rescatistas, entonces, le quitaron el oxígeno a Leticia y se retiraron. El señor terminó por buscar un taxi para llevarla a un hospital, donde su compañera llegó con el corazón detenido. Falleció por el infarto sufrido mientras nadaba y que no fue diagnosticado ni atendido a tiempo.

La vida, en juego

Leticia Bellamy Aro, 65 años, sin hipertensión ni diabetes, era alumna de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Tuvo la mala fortuna de inscribirse en el Centro Acuático Vivanco, que antes era administrado por la delegación pero que ahora está a cargo de la iniciativa privada.

En tiempos del delegado Higinio Chávez (2009-2012), la piscina se concesionó a un grupo de empresarios que en la actualidad mantiene convenios con otras demarcaciones capitalinas y municipios del Estado de México. Hoy el consorcio opera al menos 17 albercas (Proceso 1876).

El día que la señora Bellamy sufrió el infarto, el administrador del Centro Vivanco, Esteban Barrón, se encontraba en las instalaciones. Sin embargo, no hizo nada para que la mujer fuera atendida. Tampoco buscó un médico que supliera al doctor Gilberto Santamaría.

“Nadie atendió a Leticia. Nadie le dijo que sus síntomas eran de un infarto. Si la hubieran atendido estaría viva. ¿Quién es responsable? La empresa dice que ella no, que es la delegación; la delegación dice que tampoco, que los culpables son los concesionarios. Hay muchas anomalías. Nos adeudan varias clases, porque cuando la alberca está sucia, el agua se encuentra helada o tiene exceso de químicos no nos metemos. Lo que nos han dicho es que los niños de las colonias populares van los sábados y domingos, y que como son de lugares donde no hay ni agua para bañarse ensucian la piscina”, reclama un usuario.

El profesor Carlos García trabajó en este deportivo de julio de 2010 (cuando la delegación todavía estaba a cargo) a octubre de 2013, cuando Esteban Barrón lo despidió, justo por el suceso de la señora Bellamy. El maestro de natación le exigió al administrador que pagara con dinero de la caja los mil 500 pesos que los paramédicos cobraban. Barrón no quiso hacerlo. Días después pretextó que García no contaba con una certificación para impartir cursos de guardavidas y lo corrió. Ni siquiera le pagó los días que ya había trabajado.

El instructor admite que con la llegada de los concesionarios el centro mejoró un poco. Pintaron y “medio arreglaron” los vestidores, los calentadores y la instalación hidráulica, pero, advierte, no repararon las goteras ni abonan el recibo de la luz.

A juicio de García, una de las irregularidades más graves es que los empresarios pagan en efectivo a los empleados. Esto significa que los trabajadores no cotizan en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ni en el Infonavit. Las únicas prestaciones que tienen son un aguinaldo –que puede ir de los 500 a los 2 mil pesos, como máximo– y una pequeña prima vacacional.

Un instructor promedio de Vivanco cobra, desde hace varios años, 41.20 pesos por hora. Todos están obligados a trabajar ocho diarias. Eso significa un sueldo mensual de 6 mil 592 pesos.

“Nos pagan en efectivo por quincena. Nos mandan llamar uno por uno a las oficinas y, como si fuera lista de raya, firmamos una hojita con nuestro nombre y la cantidad que cobramos. No entregamos recibos de honorarios. Sólo firmamos esa hoja y ya. Año con año cambian de razón social. A veces firmamos como empleados de Tlalpan por la Salud y la Educación, otras como Sports and Fitness y varias empresas más. No sé por qué si de todas maneras el dinero no ingresa a ninguna cuenta; es algo que hacen para evadir el pago de impuestos”, denuncia García.

Él se desempeñó como coordinador deportivo en Vivanco, por lo que sabía cuánto dinero ingresa por concepto de cuotas de los usuarios. Recuerda que cuando la delegación administraba la alberca había entre 350 y 400 personas inscritas. Ya con la concesión fue acudiendo más gente, pues se abrieron clases los lunes, comenzaron a atender a bebés y a impartir matronatación (el padre o la madre enseña a nadar a los niños), hasta llegar a mil 300 usuarios. Cada uno paga alrededor de 300 pesos mensuales.

“Es verdad que como mejoraron un poco la instalación llegó más gente, pero fue más por la promoción que hacemos los profesores. No crea que ellos (los administradores) nos dicen qué hacer, sólo exigen que llevemos usuarios. Y como nos importa nuestro pago, nosotros imprimíamos papeles y los repartíamos por nuestras casas, por todos lados. Cuando me corrieron, Vivanco generaba en promedio 300 mil pesos al mes, y eso que es una alberca semiolímpica. Pagan una nómina como de 90 mil pesos, le invierten cualquier cosa para el mantenimiento, no pagan IMSS, Infonavit ni impuestos… Entonces calcule cuánto les queda de ganancia.”

El pasado 5 de noviembre, en la Primera Emisión de MVS Noticias, con Carmen Aristegui, la jefa delegacional de Tlalpan, Maricela Contreras, reconoció que Vivanco adeuda 1.3 millones de pesos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), débito que supuestamente se está negociando. Afirmó que el atraso será solventado por la delegación y por los concesionarios, y que una vez que se haya subsanado, la CFE instalará medidores por separado para la poza y el resto del deportivo.

Por ese adeudo se ha suspendido el servicio de energía eléctrica en distintas ocasiones –una de ellas durante más de dos semanas–, pero los concesionarios encontraron una solución rápida.

“Están colgados de la subestación del deportivo. Como no quieren pagar se colgaron y hasta trucaron los medidores para que no marque ese consumo. Desde el campo de futbol hasta el estacionamiento se ve el cable que mandó poner Esteban Barrón. La delegación lo sabe, ellos les ayudaron a meter la toma, y les dijeron que si los cacha CFE será responsabilidad del corporativo. Si no hay luz no hay recirculación del agua, las bombas de calor no funcionan, el agua no llega a 28 grados. Todo se para. No pagan porque no quieren invertir. Los arreglos que hacen son sólo para el tiempo que dura su concesión, para que puedan operar con lo mínimo”, declara el maestro García.

Fosas oscuras

En octubre de 2012 Proceso informó que un grupo de hombres de negocios creó distintas compañías para administrar albercas públicas, gracias a concesiones otorgadas por delegados y alcaldes. Los inversores involucrados son José Luis Díaz García, José Luis Díaz Cobián, Francisco Armendáriz, Carlos Enrique Arreola Toledo, Juana Fernández Ríos, Teodomiro Gutiérrez Carvajal, Mario Carlos Casio Arellano, Rubén Islas Carrillo, Gerardo Gutiérrez Gómez y el medallista olímpico y odontólogo Carlos Girón. Algunas de las empresas fueron dadas de alta el mismo día, a la misma hora y con idénticos objetos sociales en el Registro Público de la Propiedad.

En algunos casos también tienen convenios para operar gimnasios, canchas de futbol, tiendas y cafeterías dentro de las mismas instalaciones (Proceso 1876).

Actualmente, ese grupo de empresarios maneja los siguientes centros acuáticos en el Distrito Federal y el Estado de México: Ceforma (donde tienen además el gimnasio y las canchas de futbol), Parque Morelos, Vivanco, Cuautitlán Izcalli, Cuautitlán México, Xochimilco (aunque está en un proceso legal porque el delegado les retiró la concesión), Jesús Mena, Ana Gabriela Guevara (deportivo completo), Azcapotzalco, La Mancha, Tlalli, Tepetatal, Plutarco Elías Calles (canchas de futbol), Imcufide, 18 de Marzo, Juan Fernández Albarrán y Fernando Platas.

Esto significa que, en promedio, han obtenido una nueva concesión cada dos meses.

Proceso solicitó una entrevista a los socios, quienes pidieron que se les enviara un cuestionario por correo electrónico. Respondieron por escrito, a título grupal.

Se les pidió que documentaran que sus empresas están registradas ante la Secretaría de Hacienda, que pagan impuestos y cumplen con obligaciones patronales como pago de IMSS e Infonavit. La respuesta: “Si no estuviéramos en regla y debidamente constituidos ninguna delegación hubiera firmado ningún convenio con nosotros”.

Sobre el dinero que han invertido para remodelar las piscinas: “Esto no puede responderse tan fácilmente ya que nunca se termina de hacer inversiones en cada instalación”. Los únicos datos que ofrecen, sin documentos que los sustenten, es que en Azcapotzalco gastaron 37.7 millones de pesos, y en Ceforma 3.6 millones de pesos.

Asientan que sólo tienen concesiones en cinco albercas –tres en Tlalpan, una en Azcapotzalco y otra en Xochimilco–. No dieron cifras, ni siquiera aproximadas, sobre lo que les cuesta operar cada una, cuánto dinero ingresa por concepto de cuotas ni el número de usuarios, pero sí especificaron que la de Parque Morelos no es rentable y la están subsidiando “por solidaridad con la delegación”.

Se excusan, por seguridad, de difundir esas cantidades. Refieren que días después del 4 de noviembre, cuando Nelson Vargas –dueño de una cadena de albercas privadas– aseveró en entrevista con Carmen Aristegui que los administradores se “estaban haciendo millonarios” con las concesiones, un comando de cuatro hombres encapuchados asaltó Ceforma.

Según el cálculo de Vargas –que en su momento rechazó entrar a ese negocio– los concesionarios deben estar ganando alrededor de 500 mil pesos mensuales en cada alberca semiolímpica y más de un millón en las olímpicas.

Se quedó corto. En el asalto, los ladrones se llevaron 600 mil pesos en efectivo correspondientes a las cuotas de ese mes.

“No aceptan pagos con tarjeta ni de débito, ni transferencias electrónicas. Todo es en efectivo. No hay camiones de valores que se lleven el dinero. Llegan los contadores o mensajeros y se llevan el dinero en bolsitas, en coches particulares o en taxis. Si contratan un camión de valores tendrían que reportar de dónde ingresa ese dinero. Eso me tocó verlo. Todo mundo sabe que ahí tienen el dinero en la caja fuerte. Eso es un peligro hasta para los empleados y usuarios. Todo es en efectivo para no declarar impuestos”, asegura el profesor Carlos García.

Problemas a todos niveles

En septiembre pasado, la clavadista Paola Espinosa –que entrena en la fosa de clavados de Ceforma– denunció en su cuenta de Twitter que alguien entró a robar en el consultorio en el que ella y el equipo que entrena la china Ma Jin guardan sus pertenencias y reciben terapia.

“Enojada, indignada, triste. Nos robaron en gimnasio y consultorio Ceforma donde entreno. @DTlalpan y @GobiernoDF dicen que nadie es responsable. Forzaron la chapa, se llevaron medicinas, equipo, y el administrador y vigilancia ni en cuenta.”

Los socios de los centros acuáticos no reconocen que administran el deportivo Plutarco Elías Calles, ubicado en la colonia Rastro Popular, delegación Venustiano Carranza. Proceso realizó un recorrido y detectó que los esquemas de trabajo son idénticos al resto de albercas concesionadas. Tampoco se entregan comprobantes fiscales por las cuotas o la compra de uniformes.

Otro grupo de usuarios denunció lo que considera un abuso. Cuando alguno no asiste a las clases por estar enfermo es dado de baja. Si quiere reingresar lo obligan a pagar otra vez la inscripción, las cuotas correspondientes a los meses o semanas que no fue a clases y el mes que está corriendo.

Un inconforme acudió a la Procuraduría Federal del Consumidor, pero ahí le informaron que la dependencia no puede proceder porque los recibos de pago no tienen razón social, registro federal de contribuyentes ni domicilio fiscal. Además, por encontrarse dentro de una instalación pública, tiene que recurrir a la delegación.
Cuando el usuario se presentó en la Dirección del Deporte de la Venustiano Carranza le dijeron que no conocen a los concesionarios. Ni siquiera sabían que hay una alberca en ese deportivo.

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