Apatzingán, Mich.- En el centro de esta ciudad, cuna de la primera Constitución del país, es frecuente ver a jóvenes enjoyados y con lentes de marca conducir sus lujosos Mercedes Benz deportivos.
Circulan también por las calles aledañas camionetas con cristales ahumados de cuyo interior escapan estruendosos acordes de música de banda norteña, así como muchos jóvenes montados en motonetas.
Por las noches ellos son los dueños del entorno, considerado el núcleo
de Los Caballeros Templarios. Esto lo saben el gobierno federal y el
estatal, dicen al reportero agentes de inteligencia de la entidad que
piden el anonimato. Incluso, dicen, ya ubicaron a los cabecillas del
grupo, quienes se esconden en un búnker de una montaña conocida como El
Jabalí, en el paraje de Rancho Seco, entre los municipios de Aguililla y
Coalcomán, en la Sierra Madre Sur Occidental,
“A ello se deben los enfrentamientos de la semana pasada en esta región. Desde hace tiempo los militares y los policías federales han venido cercando a Los Caballeros Templarios desde la costa colindante con Jalisco y Guerrero y en tierra caliente, hacia Colima”, aseguran a Proceso los funcionarios entrevistados.
Asignado a la región de Aguililla, que figura entre los principales bastiones de dicho grupo, uno de los informantes insiste: “Ellos (las autoridades federales y estatales) saben perfectamente dónde están. No entendemos por qué no agarran a los líderes”.
La semana anterior Michoacán vivió la jornada más violenta de diciembre a la fecha. Y aunque el presidente Enrique Peña Nieto envió a 8 mil efectivos de la Policía Federal (PF) y el Ejército, el estado es presa de grupos del crimen organizado como Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana.
En dos días la violencia cobró 29 vidas, entre ellas las de cuatro agentes de la PF en los municipios de Los Reyes, Arteaga, Lázaro Cárdenas, Aquila, Ciahuayana y Buena Vista Tomatlán.
“A ello se deben los enfrentamientos de la semana pasada en esta región. Desde hace tiempo los militares y los policías federales han venido cercando a Los Caballeros Templarios desde la costa colindante con Jalisco y Guerrero y en tierra caliente, hacia Colima”, aseguran a Proceso los funcionarios entrevistados.
Asignado a la región de Aguililla, que figura entre los principales bastiones de dicho grupo, uno de los informantes insiste: “Ellos (las autoridades federales y estatales) saben perfectamente dónde están. No entendemos por qué no agarran a los líderes”.
La semana anterior Michoacán vivió la jornada más violenta de diciembre a la fecha. Y aunque el presidente Enrique Peña Nieto envió a 8 mil efectivos de la Policía Federal (PF) y el Ejército, el estado es presa de grupos del crimen organizado como Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana.
En dos días la violencia cobró 29 vidas, entre ellas las de cuatro agentes de la PF en los municipios de Los Reyes, Arteaga, Lázaro Cárdenas, Aquila, Ciahuayana y Buena Vista Tomatlán.
Los siete ataques
de Los Templarios a los convoyes de los agentes federales podrían ser un
mensaje de esta banda al gobernador interino Jesús Reyna, quien
permanecerá seis meses más al frente del gobierno, pues el titular,
Fausto Vallejo, pidió licencia a causa de su enfermedad.
(ZOCALO/ Proceso /28/07/2013 - 07:08 AM)
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