Frente a las cicatrices de las balas en el tradicional bar, unos 500 asistentes a una tocada despertaron la expectativa de reapertura del sitio. Por fin una buena noticia que podría significar que reviva la vida nocturna regia en el Barrio Antiguo
Hace dos años, en la madrugada del 22 de mayo de 2011, las instalaciones del
bar, ubicadas en el corazón del Barrio Antiguo, fueron atacadas por un
comando armado
"Que esta reinvención vaya a eso: a aprender lo que pasó, para no volver a
repetirlo, porque el que no conoce su historia, tiende a repetirla"
Trenza Films
El Café Iguana no ha muerto.
Este miércoles, el icónico rincón musical en Monterrey reabrió sus
puertas por una sola noche, pero unos 500 asistentes sembraron la
expectativa de su posible reapertura próxima.
Se conjugaron la memoria, la nostalgia y la reflexión, de tal manera
que el propietario del establecimiento, Rodrigo Ríos, “Fony”, confirmó a
Reporte Índigo que espera reabrir en los próximos meses el antro que
durante dos décadas permaneció como la capital del rock regio.
Hace dos años, en la madrugada del 22 de mayo de 2011, las
instalaciones del bar, ubicadas en el corazón del Barrio Antiguo, fueron
atacadas por un comando del crimen organizado y murieron cuatro
personas.
En el atentado fallecieron Pablo César Martínez y Germán Fermín
Lomelí, encargados de la seguridad del local, y fue la estocada final a
la languideciente vida nocturna de la capital.
Las cicatrices que dejaron los impactos de las balas en aquella
madrugada permanecen como un recordatorio a las víctimas de la violencia
de una ciudad azotada por una ola criminal sin precedentes.
“Siempre va a estar en la memoria de todos y es algo que no se va a
borrar. Ahí siguen estando las huellas de lo que pasó, yo espero que
siempre sigan ahí, igual que las cicatrices que tenemos todos en el
cuerpo”, reflexiona “Fony”.
Después del ataque, el bar cerró de forma indefinida, pero su dueño
asegura que esta reapertura única del miécoles por la noche, es la
excusa perfecta para “calentar motores” para la segunda edición del
antro.
El evento se celebró en el marco de la “Semana de Cine Documental:
Analizando la realidad, recuperando nuestro entorno”, impulsada por
organizaciones civiles, Trenza Films A.C. y el Municipio de Monterrey.
Rockeros, punketos, metaleros y otros curiosos sin filiación a una
tribu urbana, se reunieron en el número 927 de la calle Diego de
Montemayor, poco antes de las 20:30 horas.
La cita no sólo era para ver la proyección del documental “Feel da
reggae”, una cinta de Gerardo Ramos que retrata las experiencias de la
banda Viento Roots, sino para escuchar en vivo a esa agrupación.
La banda de reggae fue precisamente la misma que tocaba en el café
cuando fue atacado. Y esa noche fueron a concluir el repertorio que
habían empezado.
Durante la proyección de la película, en una discreta esquina del
escenario, la gente se abarrotaba para conseguir aunque fuera una
rebanada de la famosa pizza del café. La tradición revivió sólo para esa
velada.
Cuando terminaron los créditos del documental, se rasgaron los
acordes repetitivos de Viento Roots que rompieron el silencio, entre el
barullo y la euforia.
Mientras se escuchaba la hipnótica melodía del reggae, las caras de
los asistentes, entre los que habían algunos exclientes asiduos del bar,
por fin dibujaron una sonrisa.
Dos años después del ataque, la banda aún no estaba dispuesta a que las balas silenciaran su música.
Antes de subir al escenario, los miembros de Viento Roots esperaban
una noche especial, un concierto para recuperar la memoria del café.
“Es una buena oportunidad para dejar buenas vibras ahí, mientras estamos haciendo música”, señala el vocalista, Azael Alvidrez.
“Hoy nos tocó a nosotros, nos dieron la gran oportunidad de dar esa
demostración y decir que aquí estamos en nombre de muchas bandas en este
gran ícono del rock mexicano”, reflexiona el saxofonista Víctor Mejía.
Algunas personas se arremolinaban afuera del bar durante el show, observados por dos discretos policías municipales.
La fachada del local está repintada, las manchas de sangre fueron limpiadas y el bar recuperó su característico color verde.
“Es como si volvieran a abrir un portal de energía que estaba ahí
guardado, tenía dos años ya guardado”, comenta Angélica Martínez, quien
estuvo presente aquella madrugada del ataque.
“Me emocioné y quise participar de esta manera, pintando lo que yo
hago”, dice Luis Gameros, mientras grafitea una de las tablas que sirven
de lienzo improvisado.
Denisse Alamillo expresa que las balas perforaron el café y la moral de los regiomontanos.
“Creo que también el gobierno contribuyó a que muriera el Barrio Antiguo, a que pasara a ser un barrio fantasma”.
“Es nostalgia pura”, afirma Alejandro López, “es triste saber que este lugar maravilloso se acabó durante años.
“Es emocionante saber que hay alguien que pretende volver a despertarlo”.
Las organizaciones involucradas en la reapertura del bar manifiestan
que la mirada del documental sirve para evitar la pérdida de la memoria
colectiva de Monterrey. Y de reflexionar sobre lo que simboliza
conservar este lugar.
“Que esta reinvención vaya a eso: a aprender lo que pasó, para no
volver a repetirlo, porque el que no conoce su historia, tiende a
repetirla”, comenta Benjamín Contreras, de Trenza Films.
“El cine documental permite recordar, no olvidar y saber qué fue lo
que pasó, y cómo podemos evitarlo nuevamente”, dice Melissa Saucedo, de
la misma compañía productora.
Adentro deja de escucharse la música de Viento Roots. A las 11 de la
noche, entre nostalgia y esperanza, la gente empieza a retirarse.
“Fony” está afuera, callado. Y ahí, rodeado de su familia, declara a Reporte Indigo el anuncio que todos ahí esperan.
“La idea es volver a abrir y sí seguirle, pero no tengo fecha
definitiva”, dice, entre la duda y la expectación que despertó esa noche
la reapertura única.
Viernes 14 de junio de 2013)
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