Marisela Morales se preparó hace tiempo para la muerte. Su función
como una fiscal muy agresiva contra criminales de catálogo, le hacían
pensar recurrentemente que esa mañana podría ser su última.
Hacía mucho
tiempo que vivía dentro del Campo Militar Número Uno, en la ciudad de
México, bajo la protección extraordinaria de los militares. Sus cosas
personales siempre estaban en orden, para que su familia no tuviera
problemas adicionales el día que tocara la puerta lo que pensaba su
destino.
La muerte, pero no la cárcel, era quien siempre se sentaba a
esperarla en la sala de su casa hasta esta semana, al tomar su vida ese
giro rabiosamente inesperado.
Desde el interior de la PGR que encabezó hasta el último día de noviembre pasado, voló un expediente hasta la prensa donde se revelaba que sus subalternos habían otorgado contratos fantasmas a una empresa de Tabasco por 92 millones de pesos en los cinco últimos meses del gobierno de Felipe Calderón.
A Morales, que había superado anímicamente
el desvanecimiento de sus paradigmáticos casos sobre narcopolíticos y
narcogenerales, y las acusaciones de un manejo irregular de testigos
protegidos, le encontraron el punto débil.
“Debe pedir licencia,
regresar a rendir cuentas y transparentar los recursos que tuvo a su
cargo”, acusó el presidente de la Comisión Anticorrupción del Senado,
Pablo Escudero. “Está obligada a aclarar cualquier presunta
irregularidad administrativa”.
Fiscal con mano de hierro y carácter irascible –tiraba objetos pesados a sus colaboradores cuando se enojaba-, las acusaciones de corrupción la han reblandecido.
Fiscal con mano de hierro y carácter irascible –tiraba objetos pesados a sus colaboradores cuando se enojaba-, las acusaciones de corrupción la han reblandecido.
El gobierno de Enrique Peña Nieto, que ha podido
blindarla hasta ahora de las imputaciones derivadas de su gestión como
procuradora general en el Consulado general en Milán, difícilmente podrá
hacerlo de un caso de corrupción si logran involucrarla.
Ella debe
estar conciente de lo que viene porque está nerviosa, a decir de las
llamadas telefónicas desde Italia a la cancillería mexicana, donde se
han externado las preocupaciones de que avance seriamente una
investigación en las cámaras.
El problema le explotó a Morales por la espalda, sin aviso alguno que venía. Habrá no pocos que piensen que es justicia poética.
Soldado incondicional de los presidentes panistas, funcional siempre a los intereses políticos de sus jefes, preparó el caso para meter a Andrés Manuel López Obrador a la cárcel, golpear al PRD en Michoacán con la detención de decenas de funcionarios y alcaldes a un mes de la elección donde competía la hermana del presidente, y satisfacer la ansiedad de venganza de sus amigos los generales.
El problema le explotó a Morales por la espalda, sin aviso alguno que venía. Habrá no pocos que piensen que es justicia poética.
Soldado incondicional de los presidentes panistas, funcional siempre a los intereses políticos de sus jefes, preparó el caso para meter a Andrés Manuel López Obrador a la cárcel, golpear al PRD en Michoacán con la detención de decenas de funcionarios y alcaldes a un mes de la elección donde competía la hermana del presidente, y satisfacer la ansiedad de venganza de sus amigos los generales.
Sin límite, resolvió
con violencia burocrática problemas personales en la PGR, como parte de
algunos de los botones que marcan una trayectoria hoy seriamente
cuestionada.
Morales fue designada por el Presidente como cónsul general, en uno de los nombramientos más extraños del nuevo gobierno.
Morales fue designada por el Presidente como cónsul general, en uno de los nombramientos más extraños del nuevo gobierno.
Al frente de la PGR
desde septiembre de 1911, cuando la convirtió en el brazo ejecutor –a
través de la justicia- de vendettas políticas, fue artífice en la
construcción de los casos de narcopolítica contra ex gobernadores
priistas –Manuel Cavazos, Eugenio Hernández y Tomás Yarrington, de
Tamaulipas-, alcaldes priistas –Jorge Hank Rhon de Tijuana-, de
generales caídos en desgracia castrense –como Tomás Ángeles Dauahare-, y
de mantener la amenaza, mediante averiguaciones abiertas, en contra de
Miguel Ángel Osorio Chong de Hidalgo –hoy secretario de Gobernación-,
Fidel Herrera de Veracruz e Ismael Orozco de Durango.
Todos los casos con tufo político se la han venido cayendo, ante la satisfacción de quienes trabajaron con ella en el pasado y nunca les gustaron sus formas, y la decepción de quienes, como el ex presidente Felipe Calderón, habían puesto todas las expectativas en ella.
Todos los casos con tufo político se la han venido cayendo, ante la satisfacción de quienes trabajaron con ella en el pasado y nunca les gustaron sus formas, y la decepción de quienes, como el ex presidente Felipe Calderón, habían puesto todas las expectativas en ella.
En la más
grande paradoja que podría vivir, los priistas están hoy detrás de
ella, y los panistas, por quienes extralimitó sus funciones y la ley,
comienzan a alejarse de ella.
Ya no es la oscura funcionaria recién llegada a la Subprocuraduría encargada del combate a la delincuencia organizada a quien responsabilizaron de la investigación de la “Operación Limpieza”, que fue uno de sus orgullos.
Ya no es la oscura funcionaria recién llegada a la Subprocuraduría encargada del combate a la delincuencia organizada a quien responsabilizaron de la investigación de la “Operación Limpieza”, que fue uno de sus orgullos.
Hoy, cuando esa operación se convirtió en la
metáfora de la judicialización de la política y el abuso del poder,
nadie quiere responsabilizarse de aquél nombramiento.
“Llegó a la PGR
por petición del general Galván”, dijo un ex funcionario que recordó que
el secretario de la Defensa, general Guillermo Galván, fue quien
sugirió su nombre al entonces presidente Felipe Calderón.
El propio
Calderón, quien la respaldó hasta el final de su gobierno, se encuentra
decepcionado ante las crecientes evidencias de cómo utilizó la justicia
para ajustes de cuentas, personales y por encargo.
Los periodistas a
quienes alimentaba con investigaciones en curso, ahora la golpean. Los
dueños de los medios con quienes convivió estrechamente, procuran
olvidarla.
La ex procuradora vive hoy en día su ocaso. Como funcionaria, su gestión está severamente cuestionada y varios de los ex funcionarios a quienes metió en la cárcel, hoy libres por falta de pruebas, aún consideran demandarla.
La ex procuradora vive hoy en día su ocaso. Como funcionaria, su gestión está severamente cuestionada y varios de los ex funcionarios a quienes metió en la cárcel, hoy libres por falta de pruebas, aún consideran demandarla.
Como ser humano, personas que estuvieron muy cerca de ella
en la vida y el trabajo, que al final de la administración fueron
crucificados y exhibidos como corruptos, esperan el momento de la
venganza.
Cuántos funcionarios más habrá lastimado en su paso por la PGR
para que desde la fortaleza que ella ayudó a construir, para bien y
para mal, haya salido la daga que perforó el hierro de esa fiscal a la
cual, hasta hoy, le tembló la mano y le preocupó su destino.
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