Crónicas Sudcalifornianas
Era
originario de Todos Santos, Baja California Sur, donde nació en 1923;
ahí cursó la educación primaria, y en La Paz el primer grado de
secundaria; los dos restantes los hizo en Tepic.
A los 19 años de edad se incorporó al 5o. Batallón de Infantería que
comandaba el general Agustín Olachea Avilés; fue asignado a la
enfermería y en ella adquirió la práctica de un oficio que ejerció
durante buena parte de su vida.
De regreso al gobierno de Baja California Sur, el general Olachea
comisionó al joven enfermero para prestar sus servicios a la tropa y
población civil de Loreto, de 1946 a 1949, donde residió acompañado de
su esposa Carlota Salgado, padres ambos de Carlos Félix.
En este último año, el gobernante le compartió su proyecto de abrir
las tierras del valle de Santo Domingo, como había hecho ya en el valle
de San Juan de Los Planes; y le advirtió:
- “Es una zona totalmente inhóspita, es un desierto, no hay casas, no hay nada. Lo primero que vamos a hacer es perforar pozos profundos en distintas zonas de este valle, y si encontramos agua nos vamos a ir quedando; de lo contrario nos iremos retirando en un término de tres meses…”
- “Es una zona totalmente inhóspita, es un desierto, no hay casas, no hay nada. Lo primero que vamos a hacer es perforar pozos profundos en distintas zonas de este valle, y si encontramos agua nos vamos a ir quedando; de lo contrario nos iremos retirando en un término de tres meses…”
Ello convirtió a Coronado en uno de los precursores de la nueva etapa
de desarrollo del desierto valledominguino, al mismo tiempo que atendía
a los enfermos que acudían a él y le daban tratamiento de “doctor”,
aunque él se esmeraba siempre en aclarar que sus conocimientos de
medicina eran de nivel elemental.
En este campo se ocupaba
principalmente de atender partos y aplicar penicilina cada tres horas,
mediante jornadas agotadoras, a pie o a caballo, en las cuales lo
auxiliaba su esposa.
En 1950 pasó a residir con su familia en el rancho Buenavista, que
luego fue el poblado Benito Juárez. La primera tarea de sus primeros
habitantes fue construir la escuela, y con su matrícula al poco tiempo
se constituyó el internado que albergó a los niños de las rancherías
aledañas.
Enseguida fueron llegando los médicos, que permitieron al matrimonio dedicarse íntegramente a las labores agrícolas.
Su prestigio de servidor social mereció a don Leoncio que el
gobernador Alberto Alvarado lo propusiera para presidente del concejo
municipal de Comondú en 1987, cargo que desempeñó con su reconocida
responsabilidad y eficiencia.
Murió en Ciudad Constitución el 3 de abril de 2000.
(Imagen: gentedelvalle.com/)
Colectivo Pericú cita CRÓNICAS SUDCALIFORNIANAS – Con datos del libro Cuando hay memoria hay destino, de Juan José Vázquez Escobar, págs. 51-53.
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