Una investigación basada en los documentos y
declaraciones ministeriales del testigo protegido Jennifer apunta a que la ex procuradora
Marisela Morales fue la responsable de las falsas declaraciones ministeriales
contra el que fuera zar antidrogas, Noé Ramírez Mandujano. Este semanario tuvo
acceso a información pormenorizada –y verificada– de su historial como
informante a modo.
Anabel Hernández/ Proceso
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- A Roberto López Nájera le falta un dedo, contactó al FBI a través
de internet y tiene asignada la clave de testigo protegido Jennifer, que ahora
nombra el desastre que fue el sexenio de Felipe Calderón en materia de
procuración de justicia y combate al narcotráfico.
López Nájera se
decía abogado de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, y colaborador de Arturo
Beltrán Leyva. Sergio Villarreal Barragán, El Grande, operador de los Beltrán
Leyva, afirmó en una declaración ministerial que López Nájera era conocido en
la organización como El 19 y afirmaba estar casado con una hija del general
Jesús Gutiérrez Rebollo. Y uno de los acusados en la Operación Limpieza, que
nunca fue detenido, reveló que López Nájera era un abogado de Acapulco, Guerrero,
bajo de estatura y moreno, al que contractó tras un ataque sexual contra un
familiar.
La historia del
polémico acusador y la del titular de la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), Noé Ramírez Mandujano, se
empezaron a entrecruzar en 2007.
El 20 de septiembre
de ese año el procurador general Eduardo Medina Mora y Ramírez Mandujano fueron
advertidos de que los Beltrán Leyva habían infiltrado a la SIEDO cuando se
encontraban en la XIX Conferencia Nacional de Procuración de Justicia en
Jiutepec, Morelos.
Por entonces otra
protagonista del escándalo, Marisela Morales, estaba fuera de la PGR. Su último
cargo era el de titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos
cometidos por Servidores Públicos y contra la Administración de la Justicia,
que desempeñó de mayo a diciembre de 2005, en el sexenio de Vicente Fox.
A Morales se le
vinculaba con el ex procurador Rafael Macedo de la Concha, con quien incluso se
afirma que procreó un hijo. El general De la Concha renunció en abril de 2005 y
fue enviado como agregado a la embajada de México en Italia.
Pero en aquel
septiembre de 2007 un agente del programa Resolución 6 del FBI, adscrito a la
agencia antidrogas estadunidense DEA en la embajada de su país en México y
quien usaba el nombre de “Juan de Jesús”, buscó a Mario Alzave Trujillo, entonces titular de la
Unidad Especializada en Investigación de Delitos Contra la Salud de la SIEDO.
Le dijo que se había comunicado por internet con un informante relacionado con
los Beltrán Leyva, en aquel tiempo socios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
Era Roberto López Nájera.
El hombre del FBI
dijo que si la SIEDO le mandaba fotos de su personal, dicho informante podía
reconocer a los ex militares y ex gafes (miembros del Grupo Aeromóvil de
Fuerzas Especiales, GAFE) que estaban
pasándole información a los narcos.
Arzate le transmitió
la propuesta a Ramírez Mandujano y éste pidió que el estadunidense se la
planteara directamente a Medina Mora. Sin indagar más, el procurador ordenó que
las fotografías se enviaran enseguida.
Ramírez Mandujano le
encargó la tarea al ingeniero Miguel Ángel Colorado González, coordinador
técnico de la SIEDO. Minutos después, el agente del FBI recibió las fotos del
personal de la Dirección General Adjunta de la Coordinación Técnica de la
SIEDO, encabezada por el capitán Fernando Rivera Hernández.
En respuesta, López
Nájera dijo reconocer plenamente al propio Rivera Hernández, Roberto García
García y Milton Carlos Cilia Pérez como los que informaban a los Beltrán Leyva
de los operativos en su contra. Añadió que en los días siguientes se reunirían
con Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, Morelos. Medina Mora ordenó que el
ingeniero Colorado González espiara a los tres elementos señalados para
corroborar el señalamiento.
Aunque Colorado era
el jefe del capitán Rivera Hernández, éste no se le subordinaba ni le informaba
nada; argumentaba que él era el enlace de la PGR con el grupo de inteligencia
militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y que la información
podía fugarse.
Medina Mora se
quejaba con sus subordinados de que no podía cambiar esa forma de operar, ya
que estaba enfrentado con el secretario de Seguridad Pública, Genaro García
Luna, y si también chocaba con la Sedena, “entre ambos lo harían pedazos”.
El procurador tuvo
que pedir la autorización del general Guillermo Galván Galván, titular de la
Secretaría de la Defensa, para investigar a los militares imputados. El
secretario dijo que si se comprobaba el dicho del informante, se actuaría
conforme a derecho.
Sin embargo, el
capitán Rivera Hernández se dio cuenta de que lo seguían y utilizó a la guardia
para amenazar al personal de Colorado. Esto se le informó a Medina Mora.
Ramírez Mandujano le
pidió al procurador que cambiara de área a los militares sospechosos para que
dejaran de filtrar información mientras se les investigaba. Medina Mora le
prometió trasladarlos al área de trata de personas del Centro Nacional de
Planeación, Análisis e Información para el combate a la delincuencia (Cenapi),
donde no tendrían información relacionada con el narcotráfico, pero ese cambio
nunca se realizó.
(Fragmento del reportaje principal que se publica en
Proceso 1903, ya en circulación)
(PROCESO/ Anabel Hernández/ 20 de abril de 2013)
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