Ejecentral/ Dossier Político
Lo de menos para el
gobierno mexicano es la advertencia de la consultora Stratfor sobre la
estrategia de combate a la delincuencia organizada que autorizó el presidente
Enrique Peña Nieto, caracterizada con sobrio sarcasmo como “la política de las
manos fuera”. Lo que sí importa es que esta empresa conformada por ex agentes
de inteligencia que entre sus clientes tiene al gobierno de Estados Unidos,
refleja de manera regular y precisa el pensamiento de las élites en Washington,
bastante escépticas de lo que ven en materia de seguridad al sur de su
frontera.
Un informe de
Stratfor el 28 de marzo firmado por su vicepresidente de Análisis Scott Stewart
y su experimentado analista Tristan Reed, cuestiona la racional en México de
que si el gobierno suaviza su investigación sobre crímenes vinculados al
narcotráfico, la violencia decrecerá. “Desafortunadamente, la reducción de los
niveles de violencia no es tan simple”, agregaron. “(Por) la naturaleza y los
orígenes de la violencia… relajar simplemente la persecución de los crímenes
del narcotráfico, tendrá poco impacto en el nivel de la violencia. Por tanto,
ese argumento teórico, se quedará solamente en eso”.
Stewart y Reed añadieron: “El gobierno no
inicia la mayoría de los incidentes violentos en México y ni siquiera está
involucrado en la mayor parte de la violencia. Muchos de los incidentes más
letales en México no tuvieron participación gubernamental en absoluto, como la
emboscada en mayo de 2011 en Nayarit, donde 29 miembros de un cártel fueron
asesinados; la emboscada en Sonora en julio de 2010, donde 20 sicarios fueron
asesinados; el incendio en el casino en Monterrey en agosto de 2011, donde
murieron 52 personas; el asesinato de 72 migrantes en un autobús en Tamaulipas
en agosto de 2010; y los cientos de víctimas en las fosas clandestinas donde
los tiraron Los Zetas y el Cártel de Sinaloa en 2011 y 2012. Inclusive, en los
prolongados enfrentamientos en Reynosa en marzo de 2013, hay reportes que el
gobierno permitió que grupos criminales se pelearan entre ellos antes de
intervenir.
“Actualmente en
Tamaulipas, la Policía Federal y el Ejército controlan la seguridad, mientras
que la policía local ha sido desarmada en algunas ciudades como Reynosa. En tal
entorno, será imposible que el gobierno federal se desentienda sin antes
reconstruir las fuerzas policíacas locales y estatales para que provean
seguridad. Al final de cuentas, dado que el gobierno federal no inició la mayor
parte de la violencia en México, la decisión de no perseguir a los narcotraficantes
conseguiría reducir la violencia muy poco”.
Dicho de otra
manera. Tanto el cambio de estrategia anunciado por el gobierno –prevención y
ataque a las fuentes que dan origen a la violencia-, como el análisis que hacen
expertos y periodistas sobre sus bondades –reales- a largo plazo, no resuelven
ningún problema relacionado con la violencia en el corto plazo, cuya propia
dinámica terminará derrotando al gobierno en el campo de la opinión pública,
que así como no entendió el discurso del presidente Felipe Calderón que había
que acabar con los cárteles para recuperar el país, difícilmente comprenderá
ahora que no importa cuántos muertos haya ahora y cuánta inseguridad
prevalezca, al final del camino se alcanzará paz.
Ni el combate
frontal como única opción contra los cárteles, ni dejar hacer, dejar pasar a
los cárteles, son buenas estrategias. La de Calderón, aunque cuestionada, es
cosa del pasado, pero la de Peña Nieto es a la que se juzga actualmente en sus
méritos. Las dudas que hay se multiplican por la naturaleza actual de los
cárteles mexicanos, que dejaron de ser organizaciones de delincuencia
organizada, a organizaciones criminales trasnacionales, como se califican hoy
por la diversidad de los negocios en los que se expandieron: secuestro, tráfico
de personas, trata, piratería, extorsión, minería y robo de carga aérea.
Sobre esos factores
objetivos cuestiona Stratfor lo que se le ha dado a llamar la “nueva narco-realidad”. Pero si esto
forma parte de un concepto teórico, hay otro que, como hipótesis de trabajo,
puede plantearse: la estrategia
inconfesable es que esa nueva narco-realidad pase por una Pax Narca; es decir,
que un cártel solamente maneje el negocio en México para lograr la paz duradera.
El tema exige otro análisis, aunque sea teórico.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
(DOSSIER POLITICO/
ejecentral/ 2013-04-03)
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