Agencia AFP
Tenosique— Fray
Tomás González, conocido como fray “Tormenta” por su acérrima defensa de los
migrantes, es el más reciente sacerdote mexicano que ha denunciado amenazas.
Aunque la mafia acecha para obtener su cabeza y autoridades lo ignoran, el
religioso sigue exigiendo atención sobre los delitos que padecen los
indocumentados.
“Todo lo que se ha
hecho en este país con las personas migrantes es gracias al permiso que dan las
autoridades mexicanas”, advierte fray Tomás, megáfono en mano, a indocumentados
que cruzaron desde Guatemala al pueblo mexicano de Tenosique (sureste).
Enfundado en un
sencillo hábito color marrón, sandalias y sombrero de palma, este sacerdote
franciscano forma parte de un grupo de religiosos que dirigen refugios para
indocumentados en varios puntos de su recorrido clandestino por México hacia
Estados Unidos.
Fue en Tenosique,
situado a 60 km de Guatemala y donde se encuentra la primera parada del tren de
carga sobre el que viajan miles de centroamericanos y sudamericanos cada año,
donde fray Tomás fundó hace dos años su albergue.
Como la mayoría de
este tipo de refugios, el de González es precario y utiliza hasta el último
centavo de las donaciones que recibe para ofrecer a los vulnerables viajeros un
plato de comida caliente así como un lugar donde dormir, ducharse y sanar sus
posibles heridas.
Pero sobretodo,
González ofrece un oído amigo a sus huéspedes y nunca se queda de brazos
cruzados ante sus relatos.
“Cuando sabemos que
un agente de migración golpea, maltrata, viola, persigue brutalmente a un
migrante; cuando nos dicen que criminales en complicidad con la autoridad le
cobraron 100 dólares por dejarlo ir a buscar una vida mejor a Estados Unidos,
no podemos quedarnos callados. Tenemos que levantar la voz”, explica este
religioso, que acompaña habitualmente a los indocumentados a presentar
denuncias.
Por la puerta de su
albergue, llamado La 72 en homenaje al número de migrantes latinoamericanos
ejecutados en un rancho de Tamaulipas (noreste) en 2010, pasan un promedio
diario de 150 extranjeros cansados y temerosos.
“La gente es muy
buena. Con tanto peligro, uno se siente seguro ahí”, dijo Javier, un músico
guatemalteco de 27 años que trata de llegar por tercera vez a Estados Unidos.
LLUEVEN AMENAZAS
Alzar la voz en esta
zona de Tabasco, uno de los estados donde más se secuestra a inmigrantes, ya le
ha costado a González varios avisos de los que quieren silenciarlo.
El 17 de marzo,
miembros de una banda delictiva interceptaron a un indocumentado y le
advirtieron que esa misma noche irían por “la cabeza del padre (...) y de todos
los que están hablando”, cuentan los voluntarios de su albergue.
“Dijeron que su jefe
estaba muy molesto porque se había metido a la cárcel a varios de sus
compañeros y que estaban organizando algo desde Honduras para matarme”, comenta
fray Tomás.
Desde ese día, La 72
reforzó sus protocolos de seguridad y está custodiado por la policía. “Eso no
resuelve el problema, pero inhibe un poco a los criminales”, reconoce Rubén
Figueroa, activista y colaborador del albergue, a quien también amenazaron
recientemente en plena calle.
“Soy un ser humano.
Tengo preocupación por mi equipo, miedo por perder la vida. Son cosas muy
humanas, pero por supuesto que aquí voy a estar. No nos vamos a ir, no vamos a
cerrar”, sentencia fray Tomás.
Pero el peligro no
solo viene de criminales como el cártel de “Los Zetas”, fundado por militares
desertores y al que se responsabiliza de buena parte de los alrededor de 20 mil
secuestros de indocumentados que se calcula se cometen anualmente en México.
El año pasado,
miembros del ejército y la policía también acosaron violentamente y retuvieron
a fray Tomás y a Figueroa.
EVANGELIO RADICAL
“Hemos sido
calumniados, difamados, nos han dicho que defendemos delincuentes, que nos
enfrentamos a las autoridades. No hacemos más que tratar de vivir el evangelio
radicalmente”, responde fray Tomás, de 39 años.
Enfrentarse a estas
amenazas “no es un trabajo para todos (...) se debe estar preparado física y
espiritualmente”, reconoce el párroco, que dedica diariamente una hora a la
oración y 45 minutos a hacer deporte.
Fray Tomás también
se ha sentido fortalecido en su tarea estos últimos días por los mensajes que
ha lanzado el nuevo Papa.
“Auxiliar a las
personas indocumentadas no es un delito, es una gracia (...) Francisco, en su
breve papado, nos ha recordado que nuestra misión está con los pobres”,
comenta.
Las amenazas contra
defensores de los migrantes se han expandido en México. Uno de los casos
emblemáticos es el del sacerdote Alejandro Solalinde, Premio Nacional de
Derechos Humanos 2012, quien dirige otro albergue en Ciudad Ixtepec (Oaxaca,
sur) y el año pasado tuvo que salir temporalmente del país por seguridad.
(DIARIO DE JUAREZ/ AFP | 2013-04-06 | 20:50)
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