Gloria Leticia Díaz
MÉXICO, D.F.
(apro).- El rostro del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong se
endureció. Lo desconcertaron los gritos de decenas de familiares de
desaparecidos por miembros del Ejército Mexicano durante la “guerra sucia” que
este viernes acudieron al palacio de Cobián desde Atoyac y Chilpancingo,
Guerrero.
En el salón Jesús
Reyes Heroles, el grito de “¡Desaparecidos, presentación!”, que desde hace casi
cuarenta años han lanzado familiares de personas sustraídas por policías o
militares durante las décadas de los setenta y ochenta, no pudo apagarse con
los aplausos de empleados de la Segob que pretendieron aligerar el malestar de
Osorio Chong.
El secretario presidió
la presentación del libro Señores, soy campesino, una semblanza de la vida de
Rosendo Radilla Pacheco, en cumplimiento de un punto de la sentencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh).
La familia Radilla
esperaba que fuera un evento que resarciera el fallido acto de reconocimiento
público de responsabilidad internacional del Estado mexicano durante el sexenio
de Felipe Calderón, por la desaparición de líder campesino a manos del Ejército
en 1974, y al cual los descendientes del luchador social no asistieron.
Una vez más, los
representantes del Estado mexicano, dijo Tita Radilla Martínez, no cumplieron
con los acuerdos establecidos desde hace dos meses para la realización de este
evento de difusión de la vida de Radilla Pacheco.
“De última hora nos
cambiaron la sede del evento; se acordó que fuera en el Museo de la Memoria y
la Tolerancia, yo me enteré llegando al Distrito Federal, por ese cambio mucha
gente que habíamos invitado no pudo venir, porque no se les avisó; también se
acordó que hubiera una amplia cobertura de medios de comunicación, pero al
final los abogados tuvieron que pelearse porque querían hacer el evento a
escondidas, querían que fuera privado”, comentó decepcionada Tita Radilla,
vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de
México (Afadem).
Octavio Amezcua
Noriega, director de defensa de la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de
Derechos Humanos (CMDPDH), que representa a la familia Radilla, agregó que otro
punto que no se cumplió fue darle la palabra a esa organización, en voz de su fundadora
Mariclaire Acosta Urquidi.
El evento se limitó
a los discursos de la subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos,
Lía Limón García; de Ana María Radilla Martínez y de Osorio Chong, en ese
orden.
Aun cuando en el
primer discurso, la subsecretaria se refirió a una “disculpa pública y sentida
por parte del Estado mexicano, en un momento que además confirma el derecho que
se tiene a la verdad”, el titular de la dependencia de plano evitó referirse a
los crímenes de Estado cometidos en el pasado, cuando gobernaba el PRI, y habló
de ver hacia el futuro.
En su discurso, que
inició dirigiéndose a Emilio Álvarez Icaza, secretario ejecutivo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ausente en el evento, Osorio Chong
aseguró que Rosendo Radilla ya forma parte de la historia, pero que “no es el
momento de quedarnos atrapados en el pasado, pero sí de cuestionarlo con
objetividad y seriedad para crear un mejor porvenir”.
A unos días de que
la Segob admitió la existencia de casi 27 mil desaparecidos durante el sexenio
de Felipe Calderón, el titular de la dependencia dijo que “México es distinto
al que fue en aquellos años de Rosendo Radilla; hoy tenemos una sociedad más
abierta una sociedad más crítica participativa e informada; tenemos mayor
transparencia y rendición de cuentas en materia de derechos humanos”.
En un país donde no
se ha esclarecido ninguna de las mil 300 desapariciones del pasado ni las casi
27 mil de la guerra contra el narcotráfico que impulsó Calderón, Osorio Chong
sostuvo que con el impulso que ha dado la familia Radilla para el cumplimiento
de la sentencia de la Coidh y que se realicen las investigaciones –no
concluidas—“seguramente se podrán evitar, podremos evitar que (las
desapariciones) vuelvan a ocurrir”.
Previo a la
exposición del secretario, una de las hermanas Radilla, Ana María, dejó en
claro que lo más importante es la localización de éste, sino de cientos de
desaparecidos de la “guerra sucia”, época en la que Atoyac fue el municipio más
castigado, con cerca de 400 desaparecidos, de los más de 600 casos registrados
en Guerrero.
Radilla Martínez
responsabilizó al Estado mexicano de mantener la impunidad que obstaculiza la
justicia para los crímenes del pasado y el presente.
“La impunidad en la
que permanecen las violaciones de derechos humanos tienen que ver con el
trabajo permanente del Estado para evitar que se haga justicia, trayendo la
guerra sucia hasta nuestros días”, dijo Ana María.
La hija del
desaparecido líder campesino exigió investigaciones “efectivas para la
localización de Rosendo y de los desaparecidos de la época”, así como sanciones
penales para los responsables de las desapariciones forzadas.
Al término de su
participación, en medio de los aplausos, de pie los familiares de desaparecidos
de la “guerra sucia”, exigieron su derecho a saber qué ocurrió con sus seres
queridos: “¡Desaparecidos, presentación!”
Fuera del recinto,
Rosendo Radilla Martínez, testigo de la detención de su padre por soldados del
Ejército Mexicano, aquel 25 de agosto de 1974, se refirió al momento en que
Osorio Chong se vio desconcertado por los gritos de los familiares de las
víctimas.
“Fue un receso para
el alma, ver a esos señores escuchándonos, fue como echarles aunque sea una
piedrita. (El evento) no fue lo que esperábamos, pero vamos a seguir adelante,
no vamos a descansar hasta que tengamos los cuerpos con nosotros”, puntualizó
Rosendo Radilla.
En el estrado, con
Osorio Chong, estuvieron presentes el presidente de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia Villanueva; y el subsecretario de
Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo.
(PROCESO/ Gloria Leticia Díaz/ 1 de marzo de 2013)
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