domingo, 3 de febrero de 2013

LA ÚLTIMA FOTO DE DAFNE SHERLYN Y SU PAPÁ



Excélsior
Distrito Federal— En una oficina de la Torre de Pemex, la niña Dafne Sherlyn Martínez Carbajal unió su mejilla con la de su padre Irving Omar Martínez Pulido y lo tomó por el cuello. Él entrelazó las manos para abrazarla por la cintura. Ambos miraron hacia una cámara, sonrieron y llegó ese clic que congeló su última imagen.

Detrás de ellos, todavía se observaban computadoras encendidas, seis cubículos color azul, fólders y carpetas acomodados en hilera, otros papeles más sobre un escritorio, un teléfono secretarial y un archivero de acero gris. El mismo mobiliario que, al día siguiente de la fotografía, los rescatistas recogieron entre los escombros que guardaban en bolsas de basura verdes.

Wendy Carbajal llevó a la funeraria este retrato impreso que se tomaron su esposo y su hija. Lo compartió con sus familiares mientras los velaban.

El jueves 31 de enero, justo antes de la tragedia, se veían muy felices Irving y Dafne, contó Wendy. La pequeña descubría el sitio de trabajo de su papá, al que había llegado por una tarea escolar, y él estaba contento, porque acababa de recibir un mejor contrato el día del accidente.

“Él me marcó y me dijo que me tenía una muy buena noticia: ‘ya me dieron un nuevo contrato’. No me explicó de qué, porque no me decía las cosas hasta que llegaba a la casa y hasta ahí, ya no supe más” comentó.

Ya transcurrieron tres días desde que la explosión del edificio B2 de la paraestatal desmoronó a la familia Martínez Carbajal. Durante la misa de cuerpo presente, el cansancio de Wendy era evidente a las cuatro de la tarde sus párpados ensombrecidos delataban el insomnio y aún le faltaba por asistir a dos servicios crematorios.

Apenas acababa de recibir la bendición y condolencias del sacerdote que ofició la misa y ya se cuestionaba sobre cómo iba a sostener a sus otras dos niñas: Wendy, de cuatro años, y Alison, de dos. Durante los 11 años que duró su matrimonio siempre se dedicó al hogar.

Y esas preguntas sobre el porvenir de las dos pequeñas llegaron de pronto como un huracán, mismas que su inmenso dolor no le había permitido formular.

“Ya ahorita estoy ubicando las ideas, me despejé”, aseguró.

Por más que ha escuchado repetir a su suegro que él se encargará de todo, Wendy necesita tener una certeza de que el sustento de sus hijas dependerá nada más de ella.

“Ahorita que no está él (Irving Omar), yo me tengo que hacer responsable de las niñas”, dijo.

Wendy ni siquiera se ha preocupado por recuperarse de esta pérdida, el único pensamiento que ha comenzado a obsesionarla es que Pemex le consiga una plaza para poder trabajar.

“A mí lo que más me interesa es un trabajo y lo más rápido posible”. Y si fue tan insistente en la premura de trabajar lo antes posible se debe a que empieza otro mes y con éste una colegiatura más que pagar del kínder de Wendy. Además que pretende que sus hijas tengan derecho a los servicios de salud y guardería.

Ayer por la mañana, cuando llegó el director de Pemex, Emilio Lozoya Austin a dar el pésame a las familias que velaban a siete víctimas en Gayosso Sullivan, a Wendy le faltó entereza para recibirlo, pero ahora le gustaría entrevistarse con él y conversar sobre su futuro.

(DIARIO DE JUAREZ/ Excélsior | 2013-02-03 | 08:39)

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