En medio de uno de sus peores
descalabros ante la delincuencia organizada, durante las emboscadas ocurridas
el 24 de marzo en Nuevo Laredo la Secretaría de Marina “omitió” informar sobre
la muerte de una familia. Un día después, hasta que medios locales revelaron
que dos adultos y dos niñas fueron masacrados a raíz de los enfrentamientos, la
Semar mencionó el caso al afirmar que sus integrantes no causaron esas muertes,
aun cuando hay testimonios que indican lo contrario. Organizaciones defensoras
de los derechos humanos sostienen que la violencia se ha incrementado en el
norte del país desde que los marinos asumieron el control de la seguridad
pública.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
La Secretaría de Marina (Semar) sufrió una de sus peores derrotas desde que fue
declarada la guerra contra el narcotráfico. Pese a tener el control directo de
la seguridad pública en Tamaulipas y contar con tres sectores navales, la
delincuencia organizada perpetró un inusitado ataque en Nuevo Laredo: en unas
cuantas horas realizó tres emboscadas contra infantes de marina, a raíz de las
cuales murió uno de ellos y otros 12 resultaron heridos, tres de ellos de
gravedad.
En el saldo también se cuenta
la indignación por la muerte de una familia, incluidas dos niñas, hecho que la
Marina intentó mantener oculto.
Aunque la institución se
deslindó por las muertes de esos civiles, desde el principio los familiares de
las víctimas han sostenido públicamente que los papás y las dos niñas, de
cuatro y seis años, fueron alcanzados cuando los marinos dispararon desde un
helicóptero la madrugada del domingo 25. Las víctimas regresaban a su casa
después de una reunión familiar.
La Red por los Derechos de la
Infancia en México (Redim) recordó que un caso similar ocurrido en 2010, en el
que estuvo implicado el Ejército, terminó en manos de los tribunales militares,
los cuales “no pudieron probar” la participación de los soldados en los hechos
y el asunto quedó sin castigo. La organización pidió que sean las autoridades
civiles las que hagan la investigación de lo que realmente pasó en Nuevo Laredo
entre la noche del sábado 24 y la madrugada del domingo 25 de marzo.
Tras los ataques, los
agresores, supuestos miembros del Cártel del Noreste, advirtieron a la
población que a partir de ese día declaraban un toque de queda: “Si no tienen
que salir por ningún motivo, ni se asomen (…) Toda esta semana será de puros
topones”.
Pocas horas después de los
enfrentamientos en Nuevo Laredo, el lunes 26, hubo otra emboscada en Reynosa.
Esa vez fue contra policías estatales de la llamada Fuerza Tamaulipas. En el
tiroteo, tres de los atacantes murieron, pero también resultó herido un niño de
dos años, quien en imágenes que circularon en redes sociales se ve cómo fue
protegido por la policía.
La Marina se deslindó de la
muerte de la familia en Nuevo Laredo, aunque sin mencionarla en ningún momento.
Argumentó que los calibres de los casquillos encontrados en el lugar no
corresponden a las armas con que van artillados sus helicópteros, además de que
su actuación se apegó al Manual del Uso de la Fuerza, de Aplicación Común a las
Tres Fuerzas Armadas y en estricto respeto a los derechos humanos.
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso
2161, ya en circulación
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ JORGE CARRASCO ARAIZAGA/ 31 MARZO, 2018)
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